Las cifras nos lo recuerdan frecuentemente: el vinilo no solo no ha desaparecido, sino que su consumo está en una línea claramente ascendente a escala mundial. Aunque lo parezca, este fenómeno no es en absoluto cosa de fans de cierta edad que han vivido la era de los vinilos. Lo que me lleva a escribir este artículo es la curiosidad de saber por qué hay un porcentaje importante de adolescentes y jóvenes que se sienten atraídos por los discos en vinilo e incluso los coleccionan. Pongámonos a girar y bajemos la aguja.
Se ha dado a conocer recientemente que en 2021 la venta de discos de vinilo en España ha superado, por primera vez en más de treinta años, la del CD. Esta noticia, coherente con una tendencia bien conocida en otros países, ha generado en los medios una relativa sorpresa, y ha revitalizado debates sobre el porqué de esta aparente paradoja y tertulias sobre «qué formato es superior».
Llegamos al final de año y proliferan las listas con el resumen de lo más destacado en todos los aspectos de nuestra vida. Listas de todo tipo, en todos los ámbitos. Tenemos realmente una relación curiosa con las listas, objeto de polémicas inacabables sobre qué queda dentro, qué fuera y por qué ese orden y no otro. ¿Por qué son tan populares las listas? En mi caso, mi relación con las listas es complicada, y a ellas dedico este artículo.
La ciencia ficción audiovisual vive una era particularmente destacada gracias al éxito reciente de películas como Dune Parte 2 o de apuestas decididas de series de televisión como Para toda la humanidad, Constelación, Silo, Fundación o El problema de los tres cuerpos. Esto sin contar con otras producciones que se sitúan en sus límites (dependiendo de qué entendamos por ciencia ficción). Y por supuesto, otros campos tan fértiles como la literatura o los juegos.
Coldplay ha anunciado recientemente la reedición de varios de sus más populares trabajos en EcoRecord, un soporte físico donde el plástico reciclado PET sustituye al clásico PVC. Independientemente de preferencias musicales, hay que reconocer que Coldplay ha contribuido a visibilizar la necesidad de que la industria musical apueste por la sostenibilidad. ¿Pero qué significa esto y hasta qué punto este movimiento es real?
En la pasada edición del Sitges - Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya la sostenibilidad y la angustia ante posibles futuros no deseados relacionados con el cambio climático por causas humanas a través del fantástico tuvieron una presencia importante en diferentes secciones. En este artículo expondremos algunas tendencias destacadas.
En varias películas y series de ficción recientes nos encontramos con una tendencia al alza: los principales malvados de la función son billonarios o colectivos de billonarios que actúan como simple extensión de sus privilegios. A pesar de que esto no es nuevo, como siempre, la ficción nos ayuda a entender los sentimientos y los miedos de los tiempos en que vivimos: la concentración de poder, la explotación de personas, el menosprecio del cambio climático ante el negocio que supone la explotación de los recursos naturales por el consumo o la emergencia de formas de gobierno autoritarias basadas en la plutocracia o la cleptocracia.
Estos últimos meses están siendo emocionalmente intensos por muchos motivos. Uno de ellos, la definitiva explosión del movimiento colectivo que confronta lo que vivimos ya con el nombre de emergencia climática; en definitiva, que nos confronta con nuestro futuro inmediato y el de las próximas generaciones. Las acciones y reacciones en torno a Extinction Rebellion, la denominada huelga por el clima y la popularidad creciente de Greta Thunberg son el punto de partida de toda una serie de pensamientos, sentimientos y conflictos que me asaltan como ciudadano, comunicador, padre y académico implicado en el estudio de la cultura popular y las narrativas digitales. Esto es lo que quiero compartir con vosotros en este artículo.