Número 42 (marzo de 2015)

Doctor, doctor, ¿cree que Google podrá curarme?

Silvia Martínez Martínez

La salud es una de las cuestiones más delicadas y, al mismo tiempo, trascendentes que afectan al conjunto de los mortales. El interés y preocupación que despierta se observa en la búsqueda y demanda de una información que dé respuesta a las dudas que los ciudadanos se plantean. Internet se convierte así en fuente de consulta habitual y canal en el que verbalizar o compartir inquietudes. Ante esta situación, se multiplica la producción de contenidos en un entorno en el que confluyen voces autorizadas con otras no profesionales. El reciente anuncio del nuevo servicio de acceso a información sobre salud dentro del Knowledge Graph de Google ha venido a reabrir la reflexión sobre la necesidad de desarrollar una e-Health literacy y sobre el propio rigor informativo.

Los usuarios buscan y consumen información sobre salud en la Red. Según datos de la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Información y Comunicación en los Hogares 2013 del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 61% de los encuestados busca información sobre temas de salud por Internet. Se presenta así en algunas ocasiones como fuente primera de consulta cuando se sufre una dolencia o surgen los primeros síntomas. En otros casos, se recurre a este canal después de visitar al médico para dar respuesta a aquellos aspectos que no se han comprendido bien, para dar respuesta a preguntas que han surgido tras abandonar la consulta y para ampliar o encontrar otros puntos de vista.

 

A priori, el acceso y comprensión de información complementaria cuyo uso contribuya a mejorar la salud supone un elemento positivo. Se trata de aquello que la Organización Mundial de la Salud define cuando habla de health literacy. Al pensar en Internet, el principal reto se presenta en el momento en que la atención se fija en la calidad informativa y en el autor del contenido. En un entorno que admite el desarrollo de una comunicación horizontal y abierta a la participación, no sorprende que canales colaborativos y social media sean utilizados como fuentes de consulta. Espacios como la Wikipedia, los foros de discusión e incluso Facebook o Twitter se han convertido en un recurso importante para distintos tipos de perfil de usuario. Gabarrón y Fernández-Luque (2012), en la obra Alfabetización en salud: de la información a la acción, al hablar sobre los contenidos audiovisuales sobre salud que se distribuyen en YouTube, señalan que, en los primeros años, la mayor parte de los vídeos “habían sido creados por los propios usuarios y mostraban experiencias personales o daban consejos a otros pacientes” (pág. 233). Con el tiempo, a este tipo de voces se han unido otras de tipo institucional y profesional, como ocurre en los canales creados por centros hospitalarios o incluso organismos oficiales como el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales y Sanidad donde, entre otros contenidos, se crean piezas para promover una vida saludable.

 

La propia industria ha observado cómo desarrollar perfiles en redes sociales permite no solo ofrecer un servicio sino también incrementar el engagement del cliente. Se encuentran aquí los espacios creados por compañías vinculadas al sector farmacéutico como el perfil en Twitter de Bayer (@Bayer), que cuenta con miles de seguidores, o el canal YouTube de Novartis donde se incluyen vídeos explicativos y con testimonios de pacientes.

 

Los medios de comunicación, a través de sus ediciones digitales, también han querido atender a la demanda de información sobre salud. No obstante, la presencia y visibilidad de los contenidos sobre esta materia han sido muy desiguales: se pueden encontrar medios en los que es difícil identificar claramente las noticias que abordan este tema y otros en los que se muestran diferentes niveles de acceso a la información. Así, por citar algún ejemplo, a la sección especializada en salud de Elmundo.es se accede desde el menú secundario de la portada, mientras que el espacio de salud en Lavanguardia.com es una subsección de “Vida”.

 

Otro caso singular es el de “Saber Vivir”, que cuenta con una dilatada y reconocida trayectoria ofreciendo información sobre salud al público general. En este caso, y como ocurre en el entorno convencional, también en Internet se puede encontrar información sobre los contenidos de la revista de RBA y del espacio de televisión que forma parte del programa “La Mañana” de TVE. Además en la Red se encuentra el portal Sabervivir.es que se presenta como el “Club gente saludable”. Precisamente y en relación con el programa, la queja enviada por la Organización Médica Colegial al Defensor del Espectador de la cadena, en protesta por las declaraciones de la presentadora Mariló Montero del pasado mes de enero en las que hablaba de las propiedades del aroma del limón para prevenir el cáncer, vuelve a poner de manifiesto el reto que supone generar mensajes divulgativos de calidad en esta temática, la necesidad de contrastar y mantener el rigor informativo y saber que no se debe traspasar la línea e ir más allá de la labor puramente informativa. En este sentido, el comunicado posterior emitido por el espacio “Saber Vivir” recuerda que son los médicos los que deben aconsejar sobre el tratamiento o prevención de enfermedades y que también es a ellos a los que corresponde ofrecer cualquier tipo de “recomendación en el ámbito”.

 

En este contexto, Google, consciente de que una de cada veinte búsquedas que se hacen a través de su motor es sobre información relacionada con salud, ha decidido integrar esta temática a su Knowledge Graph. Según se informa en el anuncio de su lanzamiento, este servicio, que relaciona los términos de búsqueda con elementos de la vida real, estará respaldado por un equipo médico que se encargará de la curación de contenidos. Además de informar de síntomas e incidencia de enfermedades y dolencias, se ofrecerán datos sobre tratamientos sin que ello signifique diagnosticar ni ofrecer recomendaciones médicas.

 

Al hablar de salud, el problema no es solo la selección de fuentes o la capacidad para discernir, de entre todos los contenidos que circulan por la Red, qué información es fiable sino también el uso que se haga de ella. Normalmente los datos remiten o bien a casos muy singulares o bien ofrecen las características generales de una determinada enfermedad, por lo que no sustituyen al diagnóstico profesional que haga el personal facultativo a cada paciente. Surge así con fuerza la necesidad de adquirir las competencias y habilidades propias en e-Health literacy que incluye, según señalan Norman y Skinner (2006) en la Journal of Medical Internet Research, diferentes tipos de alfabetizaciones que contribuyen a desarrollar la capacidad para acceder, entender y valorar convenientemente la información proveniente de fuentes y recursos electrónicos para promover la salud.

 

Cita recomendada

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Silvia. Doctor, doctor, ¿cree que Google podrá curarme? COMeIN [en línea], marzo 2015, núm. 42. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n42.1519

medios sociales;  periodismo;  gestión del conocimiento;  televisión; 
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