Número 86 (marzo de 2019)

'Press': ¿cuáles han de ser habilidades del periodista contemporáneo?

Raquel Herrera

Una de las principales preocupaciones de los nuevos periodistas actuales es el dominio de las herramientas tecnológicas que permitan el desarrollo de su trabajo en entornos complejos y cambiantes donde la multimedialidad y el multiformato acaparan la atención. No obstante, ¿qué otras habilidades, digamos blandas, o mejor, llamémoslas humanas, hay que seguir puliendo? La serie televisiva Press, que acaba de estrenarse en Filmin, lo pone de manifiesto con polos opuestos de la práctica periodística.

En un artículo previo de esta misma publicación, el profesor Víctor Cavaller repasaba el periodismo de calidad y recordaba que “la libertad de información se refiere a la protección del derecho de libre expresión y al derecho de acceder a la información sin censura o restricciones. Los fundamentos del deber y las normas morales del periodismo son objeto de estudio por parte de la deontología”.
 
La producción televisiva y cinematográfica mundial se ha hecho eco de las diversas ocasiones, ficcionalizadas o inventadas, en las que la deontología se ha aplicado de manera brillante  (Todos los hombres del presidente, la última temporada de The Wire), de la misma manera que ha retratado la falta de escrúpulos cuando la notoriedad y el “todo por la audiencia” han ganado la partida (como en El gran carnaval, que desgraciadamente hemos recordado con la trágica caída al pozo del pequeño Julen).
 
Más de cien años de historia de la imagen en movimiento después, dentro de la sobreabundancia de programación televisiva actual nos llega un ejemplo reciente sobre el negocio y la ética periodística entendida en un juego de contrastes: se trata de la miniserie Press, producida por la BBC y estrenada en nuestro entorno en la plataforma Filmin, con los actores Ben Chaplin y Charlotte Riley como protagonistas.
 
En esta producción británica, los diarios Post y Herald representan dos opciones opuestas del espectro deontológico: el entretenimiento llevado al límite, sin ataduras morales y con una fuerte inversión económica detrás, es el estandarte del Post, mientras el Herald sufre el desinterés creciente del público lector en papel y las limitaciones propias de quien considera la ética antes de pulsar el botón de “publicar”.
 
El director del Post Duncan Allen, interpretado por Chaplin, es amoral o inmoral según le convenga, mientras la protagonista del Herald, la periodista Holly Evans interpretada por Riley, sufre las consecuencias de ser extremadamente consecuente, pues la traiciona su compañero de piso que trabaja para el Post, sufre la desconfianza de sus fuentes potenciales, y es utilizada para los intereses personales y corporativas del personaje de Chaplin.
 
La ética periodística como horizonte finito
 
Según la perspectiva del Post, los miramientos de publicar cualquier hecho noticiable estarían desfasados. La atención del lector potencial es limitada, la gente piensa con las tripas y todo está justificado para vender más... excepto cuando lo prohíbe el amo (del periódico o del gobierno de turno).
 
Los miramientos que sí tiene el Herald, no solo por si revela potenciales secretos de Estado, sino también cuando se trata de adoptar estrategias comerciales como la de ofrecer publicidad de una marca cubriendo la portada sincera de su edición en papel (y en este caso resuena en nuestro entorno el experimento que hizo el Banco Santander en la primera página de diversos periódicos de tirada nacional) juegan en su contra múltiples veces, como si la moralidad fuera un juego, y la legalidad, una pantomima.
 
¿Habilidades en cuestión?
 
En cambio, si volvemos a la realidad y repasamos cualquier lista de habilidades que los profesionales han de poseer considerando los cambios que se anuncian para este siglo XXI (la automatización de tareas creciente, el desarrollo de la inteligencia artificial y las posibilidades menguantes de ocupación a tiempo completo que el conjunto comporta), se repite la idea de que un trabajador del futuro no tendría que ser un operador tecnológico, sino un experto en las denominadas soft skills o habilidades blandas, es decir, en lo que te hace humano y te hace mejor profesional (ved el informe Humans Wanted del Royal Bank of Canada sobre esta investigación).
 
Se exaltan como habilidades blandas la empatía, la capacidad de escuchar al otro, la creatividad y la resolución de conflictos... Habilidades todas ellas que en el aparentemente exitoso Post brillan por su ausencia, y donde la búsqueda del mejor titular promueve la copia, el robo y cualquier otra traición menor o mayor, rasgos todos ellos muy humanos (incluso muy shakespearianos), pero muy poco recomendables para conseguir el bien común.
 
En cambio, los periodistas del Herald, desde la directora hasta la becaria, utilizan sus escasos recursos materiales para sacar adelante el periódico, para trabajar con cuidado los testimonios y para desvelar las injusticias que afectan a la Sociedad, en vez de abocar a sus miembros a la palestra para hacer negocio.
 
Si en el periodismo de la vida real el Post triunfa y el Herald fracasa, si los clics se acumulan solo con la publicidad (no tan) encubierta y los bajos instintos, quizás deberíamos preguntarnos si “otro periodismo es posible”, incluso fuera de los medios de comunicación obcecados en salvar unas Ediciones en papel que los nuevos lectores no piden.
 
En este sentido, aunque podamos pensar que las habilidades suaves han de venir “de serie” de la formación primaria, lo cierto es que muchos futuros lectores o periodistas llegan a la edad adulta preguntándose si dominan el programario x, y o z, pero obviando quizás con demasiada frecuencia que, para informar, o incluso para entretener, habría que plantearse el horizonte (moral) de un mundo potencialmente mejor, y como mínimo digno.
 
Press no presenta este debate sin maniqueísmo, y revela, puede que acertadamente, que ni el director autoritario del Post ni la directora excesivamente indecisa que presenta el Herald son los mejores líderes (de opinión) para los tiempos que corren, pero sí que nos sirve, dentro de una reflexión conjunta sobre qué queremos de nosotros mismos y de nuestras praxis comunicativas, utilizar piezas de ficción como esta para seguir haciéndonos preguntas esenciales.
 
Cita recomendada: HERRERA, Raquel. 'Press': ¿cuáles han de ser habilidades del periodista contemporáneo? COMeIN [en línea], marzo 2019, no. 86. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n86.1923.
 
 
periodismo;  ética de la comunicación;  televisión;  cine; 
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