La plataforma Blood Window, impulsada por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) de Argentina, es la viva muestra de cómo una política gubernamental puede dar un vuelco a una cinematografía, y no solo a la de un país, sino prácticamente a la de todo un continente.
Al 2009, el editor de Cine Scope (además de guionista y ex programador del Festival de Locarno) Mark Peranson dividió el ecosistema de los festivales en dos: por un lado, el festival de negocio y por otro, el festival de público. El primero se caracterizaría por un presupuesto elevado para su organización, un gran número de presencias acompañando los estrenos (la mayoría de ellas internacionales) y, sobre todo, la presencia de un mercado o actividad comercial intensa en su marco. El segundo modelo, por el contrario, por su menor presupuesto carecería de capacidad para atraer estrenos, presencias y su participación dentro de la industria sería más bien escasa o nula.