articlesNúmero 104 (noviembre de 2020)

La biblioteca escolar: ¿oportunidad o castigo?

María del Carmen Cruz

Según el Manifiesto de 1999 de la International Federation of Library Associations and Institutions (IFLA/UNESCO), «La biblioteca escolar proporciona información e ideas que son fundamentales para desenvolverse con éxito en la sociedad contemporánea, basada en la información y el conocimiento. La biblioteca escolar dota a los estudiantes con los instrumentos que les permitirán aprender a lo largo de toda su vida y desarrollar su imaginación, haciendo posible que lleguen a ser ciudadanos responsables». La realidad no es tan idílica.

Además, la biblioteca escolar colabora a que las y los estudiantes que la usan adquieran pensamiento crítico y utilicen de manera eficaz la información. Como ya se ha compartido en un artículo anterior, es importante que seamos conscientes de que las niñas y los niños de hoy poseen grandes habilidades tecnológicas, pero eso nada tiene que ver con estar alfabetizados informacionalmente, es decir, emplear de manera eficaz la información en cualquier soporte o formato.

 

Entre otras, la biblioteca escolar debe ofrecer las siguientes funciones:

-Apoyar y facilitar la consecución de los objetivos del proyecto educativo del centro y de los programas de enseñanza.

-Crear y fomentar en niñas y niños el hábito y el gusto de leer, de aprender y de utilizar las bibliotecas a lo largo de toda su vida.

-Ofrecer oportunidades de crear y emplear la información para adquirir conocimientos, comprender, desarrollar la imaginación y entretenerse.

-Enseñar al alumnado las habilidades para evaluar y utilizar la información en cualquier soporte, formato o medio, teniendo en cuenta la sensibilidad por las formas de comunicación presentes en su comunidad.

-Proporcionar acceso a los recursos locales, regionales, nacionales y mundiales que permitan al alumnado ponerse en contacto con ideas, experiencias y opiniones diversas.

-Organizar actividades que favorezcan la toma de conciencia y la sensibilización cultural y social.

-Trabajar con el alumnado, el profesorado, la administración del centro y las familias para cumplir los objetivos del proyecto educativo del centro.

-Proclamar la idea de que la libertad intelectual y el acceso a la información son indispensables para adquirir una ciudadanía responsable y participativa en una democracia.

-Promover la lectura, así como también los recursos y los servicios de la biblioteca escolar dentro y fuera de la comunidad educativa.

 

Para cumplir estas funciones, la biblioteca escolar debe aplicar políticas y servicios, seleccionar y adquirir materiales, facilitar el acceso físico e intelectual a las fuentes de información adecuadas, proporcionar recursos didácticos y disponer de personal formado.

 

Es decir, para el logro de este objetivo, es básico que la responsabilidad de la biblioteca recaiga sobre una persona cualificada profesionalmente, tal como se refleja también en el citado Manifiesto. Del mismo modo, es importante que esta persona forme parte del equipo docente, pues la biblioteca escolar debe ser integrante del proceso educativo, por lo que el bibliotecario o bibliotecaria escolar debería trabajar en total colaboración con el claustro.

 

¿Cuál es la realidad?

La alarmante experiencia que quería compartir es que la mayoría de los centros escolares no disponen de biblioteca o, al menos, no con la funcionalidad que establece el Manifiesto. Otro aspecto muy importante es que, en los centros escolares que disponen de una, no la gestiona personal cualificado, sino que determinada tarea se encomienda a los mismos maestros y maestras que, por algún motivo, tienen que completar horas de alguna manera.

 

Además, no se realizan actividades para desarrollar las funciones que establece el Manifiesto, sino que el estudiantado que acude a ella a menudo lo hace por castigo impuesto, para desempeñar alguna tarea que no hizo bien con anterioridad o porque el resto de compañeros y compañeras del grupo está disfrutando de alguna actividad de la que se ha considerado que él o ella no debe formar parte por la razón que sea.

 

Ante esta consideración, se llama la atención sobre el hecho de que, si hay numerosos estudios científicos que demuestran el beneficio y la oportunidad que supone que los centros educativos dispongan de una biblioteca con la funcionalidad reflejada en el Manifiesto de 1999 de la IFLA/UNESCO, ¿por qué más de dos décadas después aún no se lleva a cabo?

 

Cita recomendada

CRUZ, María del Carmen. La biblioteca escolar: ¿oportunidad o castigo? COMeIN [en línea], noviembre 2020, no. 104. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n104.2080 

biblioteconomía;  gestión de la información; 
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