En plena era digital, la desinformación se ha convertido en uno de los grandes retos de nuestro tiempo. Las noticias falsas se propagan a una velocidad alarmante, afectan la percepción de la realidad y generan impactos sociales y políticos significativos. Este fenómeno erosiona la cohesión social y pone en peligro la integridad informativa, ambos elementos esenciales para el buen funcionamiento de la democracia. Según el Foro Económico Mundial, la desinformación es una de las principales amenazas globales a corto plazo.