Las últimas elecciones en el Congreso de los Diputados giraron en gran medida en torno a la mentira y las falsedades en las que incurrían los candidatos y las candidatas al Gobierno. La campaña estuvo más centrada en la oposición verdad/mentira que en la explicación de los programas o de las políticas públicas de los partidos. Al mismo tiempo, una de las principales tareas de los medios de comunicación –conservadores o progresistas– ha sido la verificación. En la mayoría de los casos, la comprobación no servía para aportar conocimiento sobre una afirmación o un hecho, sino para posicionarse a favor o en contra de la persona candidata.
Afortunadamente, desde hace ya algún tiempo, las informaciones sobre ciencia e investigación son habituales en los medios de masas, especialmente cuando abordan cuestiones relacionadas con la innovación tecnológica, el cambio climático o la salud mental. Sin embargo, también es habitual el silencio o la marginación, en esos mismos medios y en las publicaciones especializadas o académicas, cuando algunos trabajos científicos cuestionan los intereses de sectores poderosos como el agroalimentario, el tecnológico o el farmacéutico. El pasado agosto un artículo de CTXT daba cuenta de uno de estos casos.