En el contexto actual de pandemia, pero también de crispación política, han circulado numerosos bulos cuyo origen se encuentra en contenido generado desde cuentas que parodian a algún conocido personaje de la esfera pública, habitualmente desde Twitter. En algunos casos se ha llegado a suspender algunas cuentas acusadas de jugar a la confusión con una persona real. Esta desconfianza informativa suele pasar por alto la diversidad de tipologías, contextos y roles que juegan los personajes paródicos en redes sociales. En este artículo propongo hacer una aproximación inicial a este fenómeno, más complejo de lo que parece a primera vista.
«Vengo de una familia desestructurada: madre virgen, padre paloma y durmiendo en un pesebre», «Líder Supremo de la Corea buena, la del Norte, la fetén. Soy de los que se apuntan a un bombardeo» o «COVID-19 oficial (de aquella manera). Soy pandemia. La RAE me ha hecho mujer» son descripciones de cuentas de Twitter que corresponden a algunos de los principales personajes paródicos (prefiero este término a cuenta parodia) en español de la actualidad; respectivamente @diostuitero (más de 536.000 seguidores), @norcoreano (más de un millón de seguidores) o @coronavid19 (cerca de 873.000 seguidores). Se trata de tres exponentes de éxito en Twitter, claramente distintos entre sí: uno de ellos parodia a un personaje actual (eso sí, de un lejano país), otro es una divinidad y otro un virus.
¿Qué es un personaje paródico?
La clave la encontramos en esta misma denominación: en primer lugar, debe tratarse de una entidad que se comunica a través de algún tipo de personificación, es decir, ostentando atributos propios de un ser humano; en segundo lugar, que use el humor para actuar con rasgos propios que reconozcamos, lo que nos permite entender sus mensajes con relación a una entidad que podemos denominar como original. De esta manera, se pueden parodiar personas reales concretas actuales, pero también profesiones, personajes históricos del pasado o de ficción, seres vivos no humanos, objetos, conceptos… Y pueden ser, en cualquier caso, reales o imaginarios. Idealmente el personaje parodia debe tener asociados unos rasgos reconocibles a los que podamos responder a través del humor: no importa que sea Voldemort, Darth Vader, Vladimir Putin, Donald Trump, Napoleón, la Reina de Inglaterra, Internet Explorer, la Estrella de la Muerte o, en el contexto de la pandemia, el papel higiénico, la gripe, una mascarilla… o el propio coronavirus. Lo importante es que se pueda construir un personaje ficticio a partir de los rasgos propios que identificamos y que su narrativa dé juego a través del humor.
Si estamos ante parodias de figuras públicas actuales que son fuente de noticias, todo es más fácil porque el referente es claro. En otros casos, hay un elaborado proceso de construcción del personaje (si, por ejemplo, Internet Explorer tiene mala fama como navegador de internet y se considera obsoleto, esta será la base para la construcción del personaje y su comentario humorístico). En cualquier caso, la clave está en poder utilizar el humor para, desde el personaje, hacer algún tipo de observación social, cultural o política de la actualidad en su propio ámbito de actuación o en otros (existen, por ejemplo, multitudes de cuentas parodia de líderes mundiales como Trump, Putin, Kim Jong-un o Merkel en distintos países e idiomas, por tanto, dirigidos a diferentes públicos). Luego hay casos límites como la cuenta @enfrmrasaturada (con más de 149.000 seguidores), en el que no se parodia directamente a una persona, sino que asume el rol de un personaje inventado, en este caso una enfermera que reivindica con humor un mayor reconocimiento de su profesión. Aquí la coherencia estriba en el conocimiento de la profesión, lo que le otorga credibilidad. Curiosamente se trata de uno de los casos en los que se ha revelado el nombre del autor tras el personaje: un enfermero gallego motivado a dar salida a las reivindicaciones del colectivo a través de este personaje.
¿Por qué son tan populares?
Por el juego que se establece entre las características propias del personaje, que suelen ser ampliamente conocidas, y la capacidad satírica o irónica de quien está detrás de la cuenta. Al igual que las imitaciones de personajes famosos, las cuentas parodia nos permiten reírnos de la actualidad o del personaje parodiado a través de un juego irónico, a veces metaficcional, fusionado con la cultura popular. Lo que les da todavía más relevancia en redes sociales es que estos personajes se viralizan en un espacio de comunicación más horizontal, como Twitter o Instagram, lo que nos permite interaccionar con ellos. Así, el juego se hace multidireccional (la mayor parte de los usuarios responden a los personajes de forma lúdica, como si fueran reales, y algunos crean, aunque sea a veces de forma oportunista, sus propias cuentas parodia como respuesta).
¿Y por qué son polémicos?
Si Voldemort, el malvado mago antagonista de Harry Potter, se erige en cronista de la actualidad en Twitter (es el caso de @Lord_Voldemort7, que cuenta con más de 1,5 millones de seguidores), lo hará desde una perspectiva muy particular, jugando con las reglas básicas y nuestras expectativas, pero a la vez respetando una cierta integridad del personaje que conocemos. Aquí la parodia se ejerce desde un conocimiento y cariño hacia el personaje. Hasta ahí todo bien.
En el lado opuesto del espectro, la parodia se puede ejercer como crítica dirigida al propio personaje, exagerando sus rasgos más polémicos (opciones políticas o religiosas, declaraciones o acciones discutidas, modo de expresión, background). Este tipo de sátira se dirige normalmente hacia personajes públicos contemporáneos, dentro o fuera de su contexto. Será así muy distinto el humor de la cuenta parodia de Donald Trump en castellano @magnate:USA al de @RealDonalDrumpf, uno de los más populares en EE.UU. Lo que resulta curioso (esto lo dejo para otra ocasión) es que ambos tienen un muy similar número de seguidores: algo por encima de los 100.000. Y en un terreno intermedio, por ello el más problemático, se sitúan parodias menos extremas, aparentemente más sutiles, pero que, precisamente por eso, pueden generar confusión con los perfiles reales, a pesar de que se presenten en redes sociales como parodia.
Y entra el debate
En el caso anterior es donde se establece el debate entre los límites de la libertad de expresión mediante la parodia y la suplantación de la personalidad. Portales de detección de fake news como Maldita.es, han reportado en los últimos meses diversos bulos que provienen de una difusión interesada de alguna cuenta parodia de personajes públicos como Alfonso Merlos, Pedro Sánchez o Cayetana Álvarez de Toledo como si fueran reales, a pesar de que todas estas cuentas se presentan ostensiblemente como fake (@cayetanaATS) o parodia (@A:Merlos13tv, en estos momentos suspendida, o @sanchezcasrejon). Un caso particular es el de Rosa Díez, también objeto de circulación de bulos desde una cuenta parodia que mimetiza la foto de perfil y el fondo, pero que de forma más discutible juega a la confusión con el nombre de usuario. Ambos son @rosadiezglez: la diferencia real es que en lugar de la letra i minúscula se usa una i mayúscula, con lo que fácilmente se percibe como el mismo usuario. A pesar de que la cuenta se presentaba como perfil parodia y su autor se identificaba, lo que no es habitual (no por mala fe, sino por mantener la distinción entre autor y personaje), la cuenta fue suspendida por el exceso de similaridad. Algo parecido sucedió con una popular cuenta parodia de Rocío Monasterio, portavoz de VOX en la Asamblea de Madrid: la cuenta parodia @MonasterRO, con más de 20.000 seguidores fue suspendida indefinidamente por su excesiva similitud con la original, aunque explicitaba su condición de fake.
A mi juicio, aun teniendo mis dudas en el caso de la parodia de Rosa Díez, creo que debe prevalecer siempre la libertad de expresión, incluso ante acciones por parte de los personajes parodiados, siempre que se establezca explícitamente –lo que sucede en estos casos– su condición de parodia (más que de fake, que tiene connotaciones de intencionalidad totalmente distintas). El problema no está en este tipo de cuentas, que, como he intentado explicar en este artículo, conforman un espacio muy diverso, libre y estimulante de narrativa humorística en internet. El problema se encuentra en la difusión sin contrastar –o simplemente malintencionada– de la parodia como si fuera una declaración real, con el objetivo de distorsionar el debate político y social, generando opiniones polarizadas sin el más mínimo sentido crítico, opiniones que buscan el refuerzo y que permanecen incluso tras el desmentido o el ridículo más absoluto al revelarse su origen.
Larga vida a la parodia. La necesitamos.
Para saber más:
«El humor del 'coronavirus' de Twitter, "antídoto" contra la ansiedad del confinamiento»: https://www.infolibre.es/noticias/medios/2020/04/30/humor_redes_sociales_twitter_coronavirus_coronavid19_105774_1027.html
«Así es 'Rocío Monjasterio Fake', la cuenta falsa que se la ha 'colado' a muchos y ridiculiza a Vox»: https://www.elespanol.com/social/20200119/rocio-monjasterio-fake-cuenta-colado-ridiculiza-vox/460454437_0.html
«No, Rosa Díez no ha tuiteado que al 'gobierno socialcomunista' hay que pararle los pies 'como Hitler intentó proteger Europa de las garras de ese mismo bolchevismo': es una cuenta ‘parodia’»: https://maldita.es/malditobulo/2020/04/27/rosa-diez-tuiteado-pararle-pies-gobierno-socialcomunista-hitler-europa-bolchevismo/
«No, Pedro Sánchez no ha tuiteado que es triste 'ver a la ultraderecha' criticar al Gobierno porque el PSOE es un ejemplo de 'lealtad, honradez, transparencia y eso’»: https://maldita.es/malditobulo/2020/03/30/pedro-sanchez-tuiteado-triste-ultraderecha-criticar-gobierno-psoe-ejemplo/
Banda sonora:
Pretenders: Hate for sale (2020)
Sleaford Mods: Tweet, tweet, tweet (2014)
Public Enemy: Fight the power (1989)
The Jam: Going underground (1980)
Cita recomendada
ROIG, Toni. Cuentas parodia en Twitter: ¿sátira social o ‘fake news’?. COMeIN [en línea], septiembre 2020, no. 102. ISSN: 2014-2226. https://doi.org/10.7238/c.n102.2059