Número 98 (abril de 2020)

Investigar sobre comunicación en las redes en tiempos de confinamiento

Gemma San Cornelio

Cuando escribo este artículo, hace un mes que nos encerramos en nuestras casas por la situación del coronavirus. En todo este tiempo, los medios de comunicación y las redes sociales se han convertido en elementos indispensables de nuestro día a día y sus contenidos han ido mostrando variaciones, como si de un organismo se tratara, mostrando diferentes estados de ánimo y una evolución a lo largo de los días.

El análisis de todo lo que está sucediendo en las redes es, sin duda, una tarea que tendremos que hacer todos los investigadores que nos dedicamos a este tema; sin embargo, no está exento de retos, dilemas y dificultades. En las próximas líneas quiero reflexionar sobre las oportunidades y los retos que se nos plantean para hacer investigación sobre las redes en tiempos de confinamiento.

 

Para empezar, quisiera hacer hincapié en la cuestión del confinamiento como un hecho social de una envergadura nunca antes experimentada que afecta nuestra relación con el entorno, las personas y los medios. Los estudios relacionados con las diferentes ramas de la salud, obviamente, son prioritarios en estos momentos y nadie duda de que la investigación sobre el propio virus es el camino que nos tiene que hacer salir de esta situación. Sin embargo, aquellos que nos dedicamos a la investigación en ciencias sociales y no podemos incidir en el estudio del coronavirus también tenemos cosas que decir. Seguro que no soy la única a quien estos días le hierve la cabeza pensando cómo podemos captar lo que sucede en términos comunicacionales y elaborar conclusiones que nos sirvan para el futuro. Aunque hay temáticas altamente relevantes relacionadas con el tratamiento de la información, los medios, las fake news, etc., lo que a mí me ha interesado más últimamente son los contenidos generados por los propios usuarios –podríamos decir– de manera espontánea.

 

Se trataría, pues, de publicación de contenidos relacionados con estados de ánimo o iniciativas creativas y participativas, por ejemplo. La identificación de las temáticas y los focos de las conversaciones también deberían ser un punto central; al fin y al cabo, cuando todo esto termine, habrá múltiples relatos superpuestos, que tienen que ver en las percepciones que se han ido formado durante este tiempo. Aparte de los temas de carácter político, como la cuestión de lo público/privado en la sanidad o sobre la industrialización/deslocalización, que seguramente tratarán otras disciplinas, podemos abordar asuntos más específicos del ámbito cultural o social, por ejemplo: la apertura/cierre de licencias y patentes –relacionadas con el diseño y la fabricación de material sanitario–, el uso y manipulación de imágenes con diferentes propósitos, la creación de contenidos de ficción u otras iniciativas. Por lo tanto, una pregunta de investigación muy general sería: ¿qué temas se reflejan en la producción de contenidos (verbales, visuales, vídeos) de usuarios en las redes? ¿Y qué relatos o narrativas articulan?

 

De momento, lo más lejos que he podido llegar es a elaborar una metarreflexión sobre temas que se deberían tener en cuenta en esta investigación, que podríamos llamar tentativamente «Mapa de contenidos en las redes durante el confinamiento», y que espero que pueda servir para otros colegas o interesados en temas afines, que tengan voluntad de desarrollar algún proyecto de investigación en los próximos meses.

 

Tiempos rápidos, investigación lenta. La investigación necesita tiempo, no solo por el tiempo literal que todo esto puede durar, sino por el tiempo que implica tomar distancia académica. No sería bueno, por mucho que nos sintamos presionados (por el entorno académico y mediático), comenzar a elaborar conclusiones precipitadas y comunicarlas con urgencia, perdiendo la densidad de los hechos. Todo pasa muy rápido y cambia, pero nosotros seguimos aquí.

 

Lo que ocurre en una red no sucede en otra. Una usuaria a la que sigo en Twitter publicó hace unos días: «Twitter está lleno de odio e Instagram de belleza». Creo que es una definición perfecta que captura ciertos instantes del día. Obviamente, dependerá de a quién sigues en una red y otra, pero sí, en términos generales, Twitter está lleno de confrontación, mientras que Instagram es un lugar con poca disidencia; en estos momentos se acentúan estas diferencias. Lo que sucede en otras redes también será característico.

 

La importancia de las imágenes. Relacionado con lo anterior y teniendo en cuenta la importancia de los mensajes de tipo visual, esta puede ser una buena oportunidad para valorizar los estudios visuales en las redes, un campo que no tiene el mismo volumen de investigación que presentan otros enfoques más centrados en lo discursivo. Este abordaje ha de ser necesariamente interdisciplinario e incorporar los diferentes enfoques, sin olvidar toda la investigación producida en el campo de la cultura digital, el estudio de los memes, selfies y otros temas que ya tienen recorrido en el campo de la cultura digital, como hemos desarrollado en etapas anteriores.

 

Probablemente, el mayor reto sea el metodológico. La metodología utilizada para la recogida y el análisis de los datos se debe pensar bien y ser sostenible, ya que el planteamiento de una investigación que abarca un periodo temporal (de momento sin concluir) genera problemas por su volumen, tanto si son datos cuantitativos como cualitativos. Además, se añade el reto de tratar redes como WhatsApp, que aún provocan más dudas no solo de representatividad (porque son cerradas), sino de trazabilidad de los contenidos (siempre hablando con las herramientas que tenemos a nuestro alcance los académicos, que, desgraciadamente, no son las mismas que las de las corporaciones). Tendremos, pues, que estar atentos a iniciativas de aquellos con quienes compartimos intereses como, por ejemplo, esta para recuperar memes del Museo de Etnología de Valencia, y generar alianzas para compartir datos entre colegas e investigadores de las redes. Sin duda, todo esto es una oportunidad para definir nuevas metodologías y formas de trabajo que –como decía en el punto anterior– deberán ser híbridas y encontrar un encaje.

 

Finalmente, las cuestiones éticas. Todo lo anterior tiene unas implicaciones éticas que no se pueden dejar de lado: una serie de cuestiones desde la privacidad, los contenidos de carácter emocional, relacionados con la enfermedad y sus consecuencias. Se hace imprescindible, pues, no olvidar toda la trayectoria desarrollada por los estudios de investigación en internet, por ejemplo, recogido en los principios éticos de la asociación AOIR.

 

Gracias por haber llegado hasta aquí. Si deseas continuar la conversación conmigo, podemos hablar en las redes o en el correo.

 

Cita recomendada

SAN CORNELIO, Gemma. Investigar sobre comunicación en las redes en tiempos de confinamiento. COMeIN [en línea], abril 2020, no. 98. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n98.2028

medios sociales;  investigación;  cultura digital;  ética de la comunicación; 
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