Número 100 (junio de 2020)

Rock on(line): una historia personal sobre música confinada

Antoni Roig

La cultura ha sufrido de formas muy distintas, dolorosas, y no siempre visibles, el parón global de este confinamiento. La música, por supuesto, también: lanzamientos discográficos, salas de conciertos y de baile, giras, estudios o festivales son lo más llamativo; también sectores fácilmente olvidados como las orquestas, y multitud de oficios más allá de los músicos, por ejemplo los equipos técnicos, siempre en la sombra. A la vez, la música se ha convertido para muchas personas en compañero indispensable en el confinamiento, porque quizás es la forma de expresión que más impregna nuestra biografía. Muestras hay muchísimas; aquí compartiré algunas, fruto de mi experiencia estas semanas.

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Música en los balcones, música en los terrados, música en plataformas de streaming o en los social media, en la radio y la televisión, música en el salón de casa, hasta la música del vecino (sí… también esa). El poder de la música la convierte en un aliado imprescindible en los mejores y los peores momentos de nuestra vida. Igual que muchas otras de nuestras costumbres, el consumo de música ha sufrido cambios radicales en estos últimos meses.

 

Según un informe publicado el mes de abril por Spotify, la plataforma más popular de streaming de música, lo primero que se notó fue el cambio de dispositivos, reduciéndose notablemente el consumo desde coches, wearables y plataformas web, es decir, dispositivos asociados a desplazamientos, puestos de trabajo y paseos. Pero, por otro lado, escuchar música se hizo más presente en actividades cotidianas como faenas de la casa, cocina, relajación o tiempo en familia, lo que se reflejó en más búsquedas de términos como chill o instrumental, hasta el punto de que el informe indica que “Cada día parece ahora el fin de semana”. Una encuesta incluida en el informe también constata el interés por utilizar la música para gestionar el estrés. Y finalmente se refleja como en Italia y España el consumo de música en streaming bajó estrepitosamente en los momentos más dramáticos de la crisis sanitaria, para recuperarse en semanas posteriores.

 

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Gráfica de la evolución del consumo global de música en Spotify en los últimos tres meses

Fuente: https://money.cnn.com/quote/quote.html?symb=SPOT&source=story_quote_link

 

Pero, ante todo, la música es vida. Los músicos, que en el panorama actual dependen fundamentalmente de la música en directo, han visto de repente como toda su planificación saltaba por los aires. Incluso, en medio de la confusión inicial, seguía la auténtica odisea de algunos de ellos para volver a sus hogares desde donde les pillara la pandemia en plena gira. Una vez nos hicimos conscientes de que vivíamos una crisis global de incierto desarrollo y cada uno desde sus casas, han seguido pasando cosas, porque la música nos empuja a hacer música. Estos son algunos casos que me he encontrado; seguro que vosotros tenéis los vuestros:

 

- Directos desde casa. Como todos nosotros, los músicos se han encontrado aislados en sus hogares con la pertinente distancia física. Y muchos nos han abierto las puertas de sus casas para animarnos el confinamiento de forma puntual o regular. Conciertos en directo por Facebook e Instagram de artistas más o menos conocidos nos han permitido entrar en esos espacios cotidianos (un fenómeno que hemos visto también con tantas otras figuras públicas a través de la televisión, por ejemplo). He disfrutado así de insignes glorias como Brian May, guitarrista de Queen, con su proximidad y sus tutoriales para aprender con el mejor maestro los pasajes más conocidos de Queen (solo parado por un incidente de salud ya superado); el dúo guitarrero por excelencia Rodrigo y Gabriela o el teclista Jordan Ruddess (Dream Theater), que me han acompañado estas semanas casi a diario.

 

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Brian May desde su cuenta de Instagram

 

- Celebridades surgidas del confinamiento. No soy yo quien puede hablar mucho de Stay Homas. Tampoco hace falta. Pero seguro que estos días habremos descubierto a alguien que nos ha sorprendido con su arte y creatividad musical en redes sociales. Para mí un caso ha sido el guitarrista Thomas Zwijsen, más conocido por su pseudónimo Nylon Maiden, un virtuoso que, efectivamente, se dedica a versionar Iron Maiden con cualquier instrumento que tenga cuerdas y que puede sacar sonidos impensables hasta de un ukelele. No es nuevo en el oficio, pero el confinamiento le ha dado alas. Y si os van sonoridades más espirituales siempre podéis probar, a vuestro riesgo, con el monje budista que versiona Queen, Beatles o... el “Teenage Lobotomy” de Ramones.

 

- Streaming de conciertos históricos. Bandas de primer nivel como Radiohead, Genesis, Led Zeppelin o Pink Floyd han programado la disponibilidad de algunos conciertos clásicos, y en algunos casos inéditos, de forma gratuita y un tiempo limitado. Y como no, esto ha provocado que Roger Waters se enfade con sus excompañeros de banda. Confinados o no, hay cosas que no cambian.

 

- Festivales online. A pesar de las cancelaciones en efecto dominó, también han surgido iniciativas que con limitaciones, pero con imaginación, han querido recuperar algo parecido a un festival. Es el caso del Uncancelled Music Festival, en el que se curaban actuaciones por parte de distintas salas o el Slay at Home, con algunas figuras de primera línea del metal.

 

- Interpretaciones de bandas en la distancia. Juntos pero separados. Afortunadamente, la tecnología ha facilitado mucho poder disponer de pequeños estudios de grabación y sobre todo poder compartir y mezclar los resultados. Así, hemos podido disfrutar de interpretaciones de bandas superando las distancias físicas. En mi caso, he podido disfrutar de grabaciones del quinteto Marillion al completo, y de la reciente versión del clásico “Baker Street” a cargo de la Neal Morse Band.

 

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Neal Morse, Mike Portnoy y Randy George multiplicándose para versionar “Baker Street”

 

- E… ¿inteligencia artificial? Uno de los momentos más locos que me he encontrado en el confinamiento fue la noticia de una aplicación de inteligencia artificial que el cómico estadounidense Funk Turkey utilizó para introducir letras de AC/DC y así generar a través de un algoritmo predictivo una nueva canción, para luego añadirle música y cantarla al estilo AC/DC. ¿Su título? “Great Balls”. Bueno, esto podría haber pasado en cualquier otro momento, pero no he podido resistirme y, puestos a alegrarnos el día en estos tiempos, es una opción tan buena como cualquier otra.

 

Y es que como diría nuestro director, The show must go on.

 

Para saber más:

How Spotify consumption has changed during the pandemic: https://edition.cnn.com/2020/04/29/media/spotify-earnings/index.html

Man makes bot write AC/DC song: the result is Great Balls https://www.loudersound.com/news/man-makes-bot-write-acdc-song-the-result-is-great-balls

 

Banda sonora:

Nylon Maiden: “Run through the hills”

https://www.youtube.com/watch?v=su_jx-tJzxU

Rodrigo y Gabriela: “Hanuman” (Lumbini Sessions)

https://www.youtube.com/watch?v=boE7Z30iq_o

Marillion: “Made again” (lockdown version)

https://www.youtube.com/watch?v=v-WqMgD_NFE

Ramones: “Teenage lobotomy” (Buddhist monk cover)

https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=B8A1dqsiNSI&feature=emb_logo

The Neal Morse Band: “Baker Street” (Morse/ Portnoy/ George version)

https://www.youtube.com/watch?v=IszlXuQ99Fo

 

Cita recomendada

ROIG, Antoni. Rock on(line): una historia personal sobre música confinada. COMeIN [en línia], junio 2020, núm. 100. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n100.2045

música;  entretenimiento;  eventos; 
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