La lista es larga y variada: princesas a las que no dejaron reinar, guerreras denostadas, escritoras bajo pseudónimos masculinos, científicas invisibles… Los historiadores y la sociedad, en general, no les dieron –ni les dan todavía– el lugar correspondiente. Los relatos que nos han llegado sobre sus vidas distan mucho de la realidad. Afortunadamente, y movidas por la fuerza del movimiento feminista, las industrias culturales y del entretenimiento están reinterpretando su verdadera historia, otorgando a estas mujeres el sitio que les fue arrebatado.
Uno de los primeros intentos en esta línea fue el de Ángeles Caso y su Álbum privado de Elisabeth de Austria-Hungría (1998). Lejos de la imagen de la «ñoña Sissi de leyenda rosa», Caso nos descubrió a una «mujer compleja y extraña (…) guapa, inteligente, culta y seductora. Fue rebelde, insatisfecha, melancólica y testaruda (…) Jamás se doblegó a ninguna imposición. Detestó los palacios y la corte. Odió las convenciones y las normas. Despreció la frivolidad».
También con ese mismo espíritu de intento de huir de esa imagen de princesas ñoñas , para un público más joven y en otro formato distinto, en las últimas décadas se han ido dando muestras de la voluntad de romper con estos estereotipos a través de las princesas Disney. Es el caso de Mulan (1998), Rapunzel (Enredados, 2010) o Frozen (2013).
Más recientemente encontramos la novela de Isabel Allende Inés del alma mía (2006), donde reivindica el papel clave de Inés Suárez (Plasencia, 1507; Santiago de Chile, 1580). La conquistadora y guerrera española, ni mucho menos tan conocida como sus homólogos masculinos, formó parte de la expedición a Chile de Pedro de Valdivia, siendo la primera española en pisar dicho territorio. Además, participó en la fundación de la actual ciudad de Santiago de Chile (por aquel entonces, «Santiago de Nueva Extremadura») y lideró su defensa durante el asedio mapuche de 1541. Muy al contrario que los sobradamente conocidos conquistadores extremeños (Pizarro, Hernán Cortés, Núñez de Balboa, entre otros), que cuentan con esculturas, estatuas ecuestres, plazas y calles a su nombre, la invisible conquistadora Inés Suárez cuenta con un colegio en Plasencia que lleva su nombre y el proyecto de colocar una escultura, que nunca llega, en una rotonda de su población natal. Sin embargo, Pedro de Valdivia, su compañero de conquista, tiene monumentos en Extremadura y en Chile.
Pero lo que sí ha logrado que Inés Suárez deje de ser invisible es la serie que en otoño de 2020 emitió La 1 de TVE en el prime time de los miércoles. La superproducción chileno-española, que lleva el mismo título que la novela Inés del alma mía , narra cómo la guerrera y conquistadora, a pesar de su notable papel en la conquista de Chile, fue vilipendiada por ser considerada una bruja y por su dudosa moralidad a causa de la relación que mantenía con Pedro de Valdivia.
Era muy habitual etiquetar a las mujeres guerreras como brujas. Ya lo hicieron un siglo antes con Juana de Arco (1412-1431). Juana era una chica molesta, igual que Inés, por superar las barreras que su tiempo imponía al género femenino. Sobre su historia, y sobre otras como la suya, escriben distintas autoras en una colección ambiciosa que también presentó este pasado otoño la editorial RBA: Poderosas.
Esta colección, que se compone de sesenta entregas quincenales, nos descubre los verdaderos relatos sobre «mujeres cercanas al poder (…) denostadas a lo largo del tiempo». Recuperando así a personajes como Isabel de Castilla, más conocida como Isabel la Católica y descrita como «intolerante, fría, sucia y devota». Sin embargo, fue «una estadista moderna y visionaria, su política ambiciosa sacó a Castilla del medievo».
Su hija, Juana de Castilla, o más conocida como Juana la Loca, tuvo aún peor suerte. Juana I de Castilla era la reina más preparada de todas las cortes europeas; sin embargo, la desconfianza y las traiciones de su padre, Fernando el Católico, de su amado Felipe el Hermoso y de su propio hijo, el emperador Carlos V, le impidieron gobernar. Juana era la legítima heredera del trono de Castilla y del trono de Aragón. Fue enclaustrada en contra de su voluntad, vejada y maltratada en el castillo de Tordesillas, mientras que su padre, su marido y su hijo se repartían el reino que a ella le correspondía.
Prácticamente a la vez que la colección Poderosas y con una visión muy similar, ha salido publicada la novela Juana de Castilla, de María Teresa Álvarez (octubre de 2020). Muy distinta y alejada de la que ofreció Vicente Aranda (2016) en su película Juana la Loca, donde caracterizó a la reina como una ninfómana obsesiva, perdiendo una gran oportunidad de reparar la recurrente injusticia del relato histórico.
Juana de Castilla también ha sido una de las grandes mujeres a las que han homenajeado en clave de humor en la nueva sección, estrenada también el pasado otoño, del programa de entretenimiento Polònia de TV3: «Grans dones de la història» (septiembre de 2020). La parodia-reivindicativa de la científica Marie Curie fue la primera en abrir esta sección semanal. Con dos premios Nobel (Nobel de Física en 1903 y Nobel de Química en 1911) es mucho menos conocida que Albert Einstein (Nobel de Física en 1921), siendo prácticamente coetáneos.
Sobre científicas invisibles va el último de los ejemplos recopilados en este artículo. El efecto Matilda es un prejuicio en contra de reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye a sus colegas masculinos. Este fenómeno fue descrito por primera vez por la sufragista y abolicionista Matilda Joslyn Gage en su ensayo «La mujer como inventora». El término efecto Matilda fue acuñado en 1993 por la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter. La campaña #NoMoreMatildas, de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, recupera el fenómeno alertando sobre la falta de referentes femeninos en la ciencia y los textos escolares, y su impacto negativo en las aspiraciones profesionales de las niñas. Este vídeo se está haciendo viral en los social media este mes de enero del recién estrenado 2021.
Ojalá esta tendencia de la industria cultural, audiovisual y del entretenimiento de dar visibilidad veraz a grandes mujeres históricas y científicas se consolide. Muy especialmente en las televisiones públicas, por su misión de difundir el arte, la ciencia y la cultura, y de defender los valores constitucionales de libertad, igualdad, pluralismo y tolerancia. En sus manos tienen la oportunidad de construir el relato feminista que consiga que estas mujeres ya no sean ni brujas, ni locas, ni matildas, sino poderosas y visibles.
Cita recomendada
SANZ, Sandra. Tendencia en la industria del entretenimiento: mujeres históricas poderosas y visibles. COMeIN [en línea], enero 2021, no. 106. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n106.2105
Profesora de Información y Documentación de la UOC