Número 92 (octubre de 2019)

El placer de crear

Sílvia Sivera

Estoy sentada en el travesaño de una letra hache inmensa, capitular. Balanceo los pies como en un columpio, mientras observo el mar aparentemente calmado de las palabras alineadas que me esperan ahí abajo. No sé qué me voy a encontrar, pero, en cuanto baje, me sumergiré en cada detalle, me fijaré en el orden de los adjetivos, en los puntos y coma que ya nadie ve y ojalá pueda deslizarme por el trazo de alguna ilustración como si fuera un tobogán.

¿Te has puesto alguna vez en la piel de alguien que se dedique a cualquier disciplina creativa? ¿Has intentado entrar en su trabajo para comprenderlo? Solemos sentirnos liliputienses ante las obras (léase: libros, cuadros, fotografías, diseños, películas, canciones, cómics, anuncios, etc.) que nos gustan y pensamos que sus creadores o creadoras están dotados de alguna habilidad especial. Y sí, la tienen.

 

Después de analizar a 91 de las personas más creativas e innovadoras del mundo en diferentes campos (escritura, pintura, ciencia, arte dramático, etc.), el catedrático de Psicología y Educación de la Universidad de Chicago, Mihaly Csikszentmihalyi, concluyó que había un rasgo en común en todas ellas:

 

«A las personas creativas les encanta lo que hacen. […] No es lo que hacen, sino cómo lo hacen. […] Deben haber desarrollado un sistema nervioso en el que el descubrimiento de novedades estimula los centros de placer situados en el cerebro» (Csikszentmihalyi, 1998).

 

Dicho de otro modo, a las personas creativas les encanta el papel en blanco y todo lo que huela a nuevo. Son receptivas a cualquier estímulo y sienten placer cuando su cerebro comienza a conectar referencias, recuerdos, ideas… para que surjan nuevas combinaciones.

 

Pensar creativamente es una actividad autotélica, porque, mientras tiene lugar, se disfruta de la experiencia en sí. No es nada extraño: el deporte suele ser también una actividad autotélica, cuando no hay más razón para practicarlo que la propia experiencia que proporciona.

 

De término medio, un 40% de nuestro tiempo despiertos lo dedicamos a tareas «de mantenimiento» que son puramente exotélicas (ducharnos y vestirnos un día normal y con prisas, comer por necesidad, limpiar la casa, etc.), así que dedicar un rato cada día a pequeñas creaciones cotidianas te ayudará a entrenar esa habilidad tan especial que tienen las personas creativas y que tú también posees.

 

J.P. Guilford demostró que la creatividad necesita de una cierta inteligencia, pero no necesariamente mucha. Según la teoría del umbral, cuando el coeficiente intelectual está por debajo de 115, puede verse limitada la creatividad; sin embargo, cuando se supera, la creatividad se muestra como una dimensión independiente. Ser muy inteligente no implica ser una persona más creativa.

 

Así pues, para tener buenas ideas, hay que tener más actitud que aptitud. Y dedicarle muchas horas. Crear es fruto de pensar, pensar, pensar… Desde diferentes perspectivas y «exprimir el cerebro hasta que te duela» (como le hace decir Carlos Ruiz Zafón a uno de los personajes de su novela El juego del ángel).

 

Pero ¿no hablábamos del placer de crear? Sí, por supuesto, y el placer lo compensa todo, pero no nos engañemos: el proceso creativo tiene muchos momentos y también podríamos escribir sobre el dolor de crear y el terror de crear, frente a la incontinencia de crear y la felicidad de crear.

 

Si te interesa alguno de estos temas, solo tienes que escribirme y le dedicaré un nuevo artículo en esta revista.

 

Pero ahora te invito a que hagas una pausa creativa y escribas tú el cuento sobre el que estoy sentada. Es fácil empezar, has visto y habrás utilizado esta fórmula en cientos de ocasiones: «Había una vez…».

 

Si me lo envías, tú habrás sentido el placer de escribirlo y yo el inmenso placer de bajarme de esa hache y leerlo entero, con mucho detenimiento.

 

Para contactar:

ssivera@uoc.edu

 

Para saber más:

Csikszentmihalyi, M. (1998). Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención. Barcelona: Paidós.

 

Cita recomendada:

SIVERA, Sílvia. El placer de crear. COMeIN [en línea], octubre 2019, no. 92. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n92.1969

creatividad;  arte;  literatura; 
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