Número 93 (noviembre 2019)

Sin pacto: 10 razones para el desencuentro (y III)

Ferran Lalueza

Golpista, inútil, veleta, felón, caricato, traidor, carcelero, aprendiz de brujo, hipócrita, sectario, irresponsable, chantajista y farsante son algunas de las lindezas que los líderes políticos se han intercambiado estos últimos meses. Con tales antecedentes, resulta difícil imaginarlos sentados en la misma mesa de negociación e ilusorio esperar que lleguen a algún acuerdo.

La pésima química personal existente entre ellos sería el sexto factor que ha imposibilitado el pacto, sumándose así a los cinco ya expuestos en las primeras entregas de este artículo (I y II). A continuación, analizaremos los cuatro restantes.

 

El séptimo motivo para el desencuentro radicaría en el egoísmo de la clase política, es decir, en su hábito de primar los intereses particulares por encima de los intereses colectivos, tal como ya apuntamos en un artículo reciente. La disfuncionalidad del bloqueo político y de la provisionalidad que comporta nos perjudica a todos. Pactar podría perjudicar eventualmente las aspiraciones de una formación política. Ante semejante disyuntiva, los partidos lo tienen claro: no hay pacto.

 

El octavo factor se mueve en esta misma línea: la preeminencia del tactismo inmediatista en detrimento de las estrategias a largo plazo. Vivimos en un mundo acelerado en el que no caben esperas ni dilaciones. Adoptar soluciones que no resulten óptimas a corto plazo, pero que permitan ir construyendo un futuro mejor de forma progresiva, no se percibe como una opción aceptable. La política de hoy es una política del hoy.

 

El foco está tan centrado en el aquí y ahora que, durante el proceso negociador, se llegaron a poner sobre la mesa propuestas con fecha de caducidad. Así, cuando parecía que una de las partes estaba dispuesta a asumir las condiciones propuestas por la otra, se daba la circunstancia de que dichas condiciones ya no eran vigentes para aquellos que las habían planteado.

 

La novena barrera es lo que Robert Mnookin, autor de Pactar con el diablo, denomina «trampa de la suma cero». Abocados a participar sistemáticamente en contiendas electorales e inmersos –en cualquier caso– en la llamada campaña permanente, los políticos tienden a concebir su actividad en términos de competición pura y dura: cualquier beneficio que obtengamos será siempre en detrimento del rival y, si el rival consigue alguna ventaja, seguro que ello nos perjudica. Partiendo de una concepción que no contempla las opciones win-win, pactar constituye una alternativa indeseable porque conlleva hacer concesiones y, desde esta perspectiva de la suma cero, toda concesión realizada me debilita a mí y fortalece a mi adversario.

 

Y aún un décimo y último factor que contribuye a imposibilitar el pacto: los políticos han abrazado la lógica de la popularidad como eje de su estrategia comunicativa. Entienden que ser objeto de constante atención mediática les aporta un rédito imprescindible para mantener vivas sus opciones de alcanzar el poder. Incluso cuando las informaciones que se difunden sobre ellos son muy críticas o abiertamente negativas (podría ser el caso de Donald Trump en EE.UU. o de la ultraderecha en Europa), lo consideran una alternativa preferible a la del ostracismo mediático.

 

De ahí que algunos prefieran pactar nombres y cargos antes que pactar políticas. Pero también de ahí las reticencias a la hora de ceder posiciones de poder que llevan implícita una gran visibilidad mediática y social, para no propulsar la popularidad del rival. Si la telegenia pesa más que la empatía, ningunear parece más rentable que pactar.

 

A pocos días de la cita electoral del 10-N, los sondeos no auguran mayorías suficientes para que un partido pueda gobernar sin pactar. En consecuencia, sólo nos queda confiar en que los líderes políticos entiendan por fin que, cuando nuestros votos no coinciden con sus deseos, lo razonable es amoldar sus deseos a los votos en lugar de seguir probando suerte en su obstinado intento de que sean los votos los que se acaben doblegando a sus deseos.

 

Que Dios (o el diablo) los ilumine.

 

Para saber más:

Lalueza, Ferran. ¿Por qué desconfiamos de la política? COMeIN [en línea], junio 2019, no. 89. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n89.1947

Mnookin, Robert H. (2011). Pactar con el diablo: Cuándo negociar y cuándo luchar. Barcelona: Zenith Planeta.

 

Cita recomendada:

LALUEZA, Ferran. Sin pacto: 10 razones para el desencuentro (y III). COMeIN [en línea], noviembre 2019, no. 93. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n93.1971

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