Número 111 (junio de 2021)

Mancharse de tinta y recuperar las primeras impresiones

Lluc Massaguer

¿Por qué bien entrado el siglo XXI se recuperan y se activan talleres de letterpress (impresión con tipos móviles) cuando imprimir en digital es más rápido y cómodo? ¿Podríamos hacer un paralelismo con lo que pasa con la recuperación de los vinilos, en el mundo de la música, o con la fotografía analógica? Está claro que se trata de una tendencia. Pero ¿qué nos lleva a seguirla?

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Los últimos (Nicolás Rodríguez Fuchs y Pablo Pivetta, 2019)

 

Hace décadas que se vive la recuperación de los talleres de impresión tipográfica, entre muchos otros: La Kabana, Lauren Press, Bunker Type, L’Automàtica, Família Plómez o L’Anacrònica. ¿Cómo es que imprimen con máquinas de finales del siglo XIX? O, lo más interesante, ¿por qué lo hacen?

 

Mi respuesta se basa en tres razones principales.

 

En primer lugar, no hace mucho hablaba con Vicent Almiñana sobre la importancia de conocer nuestro pasado. Concretamente, él hablaba de los referentes profesionales del diseño de nuestro país, aquellas personas que hicieron crecer la profesión casi desde cero, y decía que «sin historial no sabemos de dónde venimos ni tampoco hacia dónde hemos de ir».

 

Este interés por el pasado puede venir de la mera curiosidad o, para quien estudia o trabaja en el ámbito del diseño, se acciona como un hilo para entender los orígenes, de dónde venimos. Aunque queramos esquivar la nostalgia, mirar atrás nos ayuda a beber de aquello que muchos no hemos vivido y poder comprender el presente, con lo que conocemos mejor el porqué de las herramientas que tenemos al alcance actualmente.

 

En segundo lugar, ver y sentir el proceso de impresión de inicio a fin, al descubierto, nos separa de la caja oscura, y fría, de la gran mayoría de procesos tecnológicos de los que estamos rodeados en la actualidad. Cuando imprimimos en digital, la magia (tecnológica) hace que ordenemos «imprimir» y aparezca fijado en papel eso que vemos en pantalla. A escala industrial, unas máquinas recubiertas de paredes limpias de aluminio gris esconden parte del proceso y solo dejan al descubierto la entrada del papel limpio y la salida del papel impreso (Alamany y Massaguer, 2008).

 

La asociación a un movimiento de recuperación de todo lo predigital es clara, tanto en el ámbito de la impresión como en muchos otros. El fotógrafo Manel Esclusa, en una conversación de 2019, explicaba que entendía que la gente joven ahora descubriese lo analógico. Según Esclusa, les muestra un mundo que, para ellos, hasta ahora no era palpable y, de golpe, se materializa. Obtienen la copia física, se mojan al revelar, sienten los olores, hay una espera, una intranquilidad. Les acerca a una serie de factores que la inmediatez de la tecnología actual no permite.

 

Por último, la tercera razón es que la vida que llevamos, rápida y alienada, nos lleva a necesitar desconectar o, como prefiero decirlo, a «conectar» con el ritmo natural de las cosas, la calma, la espera, la adaptación a los tiempos que necesita un proceso casi artesanal, a sentir aquello que estamos haciendo, el ahora y el aquí. Es el «Think fast, print slow» del que habla Bunker Type, uno de los talleres de letterpress que existen en Barcelona.

 

Además, el hecho de que ahora estemos habituados a entender la tipografía más allá de un conjunto de letras que forman palabras, sino también como una herramienta expresiva, nos da pie a experimentar como lo han hecho diseñadores como Alan Kitching o Anthony Burrill, a través de los tipos móviles, de una manera física y sensorialmente más directa.

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Celene Aubry en Pressing On: The Letterpress Film (Erin Beckloff y Andrew P. Quinn, 2017)

 

Para poner imágenes en los puntos anteriores y hacer una primera incursión en el mundo de la impresión tipográfica, desde casa, si queréis, os propongo un recorrido por los inicios de la impresión mecánica a través de la recomendación de documentales y películas que explican muy bien tanto los detalles tecnológicos como los económicos y sociales de esta evolución:

 

Pressing On: The Letterpress Film (2017) muestra la visión de los impresores que han trabajado toda la vida con tipos móviles y la de los jóvenes que se han volcado aprendiendo el oficio, poniendo el foco en qué sienten o cómo viven este tipo de proceso de impresión, qué les engancha, y cómo interactúan.

 

En Los últimos (2019) se da protagonismo a los impresores y las maquinistas argentinos que han trabajado toda la vida con los tipos móviles. Un grupo de jóvenes que se acerca para conocer la técnica y el último mecánico gráfico del país les enseña para que pueda mantenerse en el tiempo.

 

El documental Linotype, the film (2012) se centra en la linotipia, mecanismo creado a finales del siglo XIX que supuso la evolución de los tipos móviles de plomo. Mediante un proceso de fundición dentro de la propia máquina, que estaba conducida por un maquinista que mecanografía el texto que se iba a reproducir, generaba matrices que fueron, durante muchos años, las formas impresoras de diarios y otras publicaciones periódicas. Es especialmente interesante cómo se muestran los intentos fallidos de agilizar el letterpress, antes de la creación de la linotipia. En este documental también se descubrirá quién es Etaoin Shrdlu.

 

Graphic means (2017) repasa de manera muy visual la historia de las artes y producción gráficas, desde los años cincuenta a los noventa. Comienza por la impresión tipográfica, pero enseguida entra en los inicios de la digitalización. Une bien cada una de las etapas, ayudando a entender la evolución de la imprenta y, sobre todo, la preimpresión. Tipos de plomo, fotolitos, Letraset, Rotring, matrices e insoladores forman parte de la historia del diseño gráfico.

 

Los falsificadores (2007), película basada en una historia real del Berlín de 1936, se sitúa en un campo de concentración nazi donde hay un taller de impresión (falsificación) de moneda. Allí la impresión tipográfica juega un papel clave para el desarrollo del hilo narrativo. La imprenta y el proceso de impresión cobra protagonismo, mostrando detalles técnicos que serán claves para el desarrollo de la historia.

 

Sentir, tocar, oler y huir de la inmediatez se ha convertido en una prioridad para mucha gente. Desconectar para conectar. Ensuciarse de tinta y vivir el proceso de impresión de inicio a fin para sentirlo como un acto propio.

 

Para saber más:

ALAMANY, X.; MASSAGUER, Ll. (2008). «Imprimir de ahora en adelante». Revista Grrr, número especial: Festa del Grafisme. ISSN: 1696-4233.

 

Cita recomendada

MASSAGUER, Lluc. Mancharse de tinta y recuperar las primeras impresiones. COMeIN [en línea], junio 2021, no. 111. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n111.2137

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