La palabra expectativa proviene etimológicamente de spectare (contemplar o ver en detalle) y el prefijo ex (hacia afuera). Se refiere a la esperanza o posibilidad de conseguir algo, y está tan integrada en nuestra mirada que, a veces, se convierte en un prejuicio, o como mínimo suele desviar nuestro foco de atención. Las expectativas se nos colocan como un filtro en la relación con las otras personas, y por supuesto también en el ámbito académico y en el profesional.
Cuando estudiamos, las expectativas, bien por los resultados que deseamos obtener, por la docencia que experimentaremos, por la evaluación o por la relación con los compañeros y compañeras, influyen en nuestras decisiones y marcan nuestra manera de avanzar. Pero, en el ámbito académico, el profesorado tampoco se escapa de este posible sesgo en la mirada. Tenemos delante, o al otro lado de la pantalla, a un grupo de estudiantes que nos dan una información (según su comunicación, el tono con el que hablan, el tipo de preguntas que hacen, la proactividad en el aula...) que va construyendo nuestras expectativas. En la mayoría de las ocasiones, son sensaciones que no han pasado por la parte racional de nuestro cerebro. La intuición, o a veces los hechos, también nos dicen que aquella persona necesita esforzarse más que el resto para entender tal concepto complejo, o que aquella otra no tiene ningún tipo de interés en lo que está estudiando, o bien que aquella de más allá es tan apasionada que seguro que va más allá de la excelencia en los resultados.
Expectativas en el ámbito educativo
Querría plantear varios casos que, enlazándolos, ayudan a entender algo mejor la injusticia que a veces presentan las expectativas. El primer caso es el de un compañero de carrera que suspendía la mayoría de las asignaturas. Parecía que no le interesaba nada, que su mente tenía una estructura diferente y no encajaba en nada de lo que se pedía en clase. Actualmente, es un profesional brillante en su ámbito, el audiovisual, donde destaca por la innovación de sus planteamientos. Imparte clases en la Universidad.
El segundo caso es similar, pero lo viví yo como docente y él como estudiante. Un perfil muy similar al anterior. No sé si se llegó a graduar, pero ahora mismo es un profesional muy destacado en el ámbito del motion y le he visto como ponente en diferentes festivales de diseño.
El tercer caso es de hace solo unas semanas. Con el Grupo de Investigación Mediaccions estamos desarrollando un proyecto que se vertebra, a través del Design Thinking, mediante unos talleres en tres escuelas públicas de Barcelona, con niños y niñas de entre 11 y 12 años. Pues bien, en los primeros talleres había un niño al que parecía que aquellas actividades le aburrían completamente y no le despertaban ningún interés. Pero en el último taller, en el que trabajábamos construyendo un mensaje mediante la combinación y creación de diferentes emojis, todo cambió. Aquel tema le apelaba, le activaba, le motivaba. Realizó las mejores aportaciones, las más creativas y acertadas.
¿Cómo podemos lidiar con este desconcierto que nos pueden provocar las expectativas, juguemos el rol que juguemos, en el ámbito tanto académico como en el profesional?
El pasado mes de noviembre, Pink Morro, artista y creador visual, en el marco de la 3.ª Feria Virtual de Empleo de la UOC, mediante una charla compartía consejos para superar barreras en el proceso de trabajo de personas relacionadas con la creatividad como profesionales del diseño, artistas, ilustradores e ilustradoras, etc. Uno de los puntos que hay que tener en cuenta eran las expectativas, que, señalaba, debíamos rebajar porque nos limitaban y no permitían fluir los proyectos. Nos proponía jugar y experimentar para llegar a alcanzar más libertad creativa.
Ya sea rebajándolas, rompiéndolas o traspasándolas, lo importante es ser consciente de la fuerza de las expectativas y de cómo estas pueden actuar a nuestro favor o en contra de nosotros. En fútbol siempre dicen aquello de que «no hay rival pequeño» o «no hay rival invencible», dependiendo de si lo dice el equipo favorito o no. Pues bien, podemos aplicar este tópico también al resto de vida (¡que existe!). Y, para acabar de cerrar la metáfora, añadamos un «hay que ir partido a partido». Tratemos de huir de las expectativas que no nos ayuden, analicemos y reflexionemos sobre cada momento y acción sin prejuicios. Busquemos la motivación (la nuestra y la de los otros) y no cerremos puertas antes de tiempo.
Recordad: la Liga es muy larga y no hay rival pequeño.
Para saber más:
MORRO, Pink; MASSAGUER, Lluc / UOC (2022). Preparados, listos.. ¡cohete! Puntos clave para crear nuestro espacio creativo en el mercado laboral [vídeo en línea]. Disponible en: https://youtu.be/3lTr4HSR8Xk
Citación recomendada
MASSAGUER, Lluc. «Ir partido a partido: foco y expectativas». COMeIN [en línea], enero 2023, no. 128. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n128.2301
Profesora de diseño en la UOC