A pocos les sorprenderá que el régimen chino utilice tecnologías digitales para vigilar y sancionar a la población. Lo que puede sorprender más es que este tipo de tecnologías de control también se están utilizando en el seno de democracias avanzadas como la nuestra.
Pocas veces tenemos la oportunidad de visitar exposiciones y conocer a la persona que ha realizado las piezas. Unas veces porque son creadoras inaccesibles, otras porque ya no están. No es el caso que hoy presento.
¿Cómo calculo mis tarifas si soy autónomo/a? ¿Cuánto puedo cobrar, sin resultar excesivo y, al mismo tiempo, llegar a final de mes? Estas son algunas de las muchas preguntas que se nos plantean cuando nos hacemos autónomos. Un tema pesado y poco sexi, a priori. Pero es un peaje básico que hay que pagar si queremos construir un negocio rentable (sí, negocio, empresa: que no te dé miedo denominarlo así, porque eso de llamarlo proyecto evidencia el miedo que nos da la responsabilidad de emprender).
Desmesurada como el diarreico paquidermo que protagoniza su prólogo, Babylon (Damien Chazelle, 2022) nos retrotrae a la era en la que el cine era un espectáculo de masas y sus estrellas, auténticas divinidades. En la nueva película del director de La La Land, la transición del mudo al sonoro sirve de telón de fondo a la historia de un puñado de personajes cuyos caminos –en pos de la inmortalidad que Hollywood brinda a sus elegidos– se entrecruzan intermitentemente.
Entre los muchos cambios que ha experimentado la sociedad española a lo largo de los últimos treinta años, uno sin duda significativo ha sido su entrada en el circuito de migraciones internacionales como país receptor. Dicho fenómeno, por una serie de circunstancias, se ha configurado como objeto de una polémica que ha crecido en paralelo al número y a la diversidad de personas extranjeras racializadas que llegan a nuestro país.
La palabra expectativa proviene etimológicamente de spectare (contemplar o ver en detalle) y el prefijo ex (hacia afuera). Se refiere a la esperanza o posibilidad de conseguir algo, y está tan integrada en nuestra mirada que, a veces, se convierte en un prejuicio, o como mínimo suele desviar nuestro foco de atención. Las expectativas se nos colocan como un filtro en la relación con las otras personas, y por supuesto también en el ámbito académico y en el profesional.
El dúo Twitter-Musk no para de darnos titulares. El peligro de quiebra técnica por la reducción de trabajadores expertos en infraestructura tecnológica es el último capítulo de una corta pero intensa historia de terror de la era de internet: el miedo a la pérdida de la memoria digital, tan poco atendida en estos tiempos de condición efímera en los que la inmediatez, la fugacidad y la aceleración se imponen.
El juego de posicionamiento no es patrimonio exclusivo del fútbol. De hecho, también es algo fundamental en la profesión del marketing y de la comunicación. Por un lado, las marcas juegan a posicionarse en las mentes de sus clientes (actuales o potenciales) con unas fortalezas y debilidades concretas que las diferencien de la competencia. Por otro lado, las organizaciones también se ven obligadas a posicionarse en problemáticas sociales y medioambientales con el objetivo de acercarse a sus grupos de interés en aquellos temas que más les preocupan.
Marc-Uwe Kling ha escrito QualityLand (2017), una novela que no solo es un best seller, sino que además analiza de forma divertida los retos de la digitalización de la sociedad y está teniendo más impacto que cualquier texto académico. La novela es una distopia más sobre qué puede pasar si las tecnologías digitales que conocemos hoy en día siguen avanzando por donde van. Muy en la línea de otras novelas distópicas sobre tecnología, como El Círculo (Eggers, 2017) o Clara y el sol (Ishiguro, 2021).
¿Qué tienen en común House, Prison Break, Perdidos o La casa del dragón? ¿O Black Mirror, Boardwalk Empire, Juego de tronos, Los Soprano y The Wire? La respuesta inmediata parece fácil: se trata de ejemplos destacados de importantes series de televisión de los últimos años. Pero hay otra conexión menos evidente: la presencia de un mismo director o directora en, al menos, alguno de sus episodios.