Este verano pude finalmente sumergirme en la dulce lectura de un bestseller atípico. El infinito en un junco, de Irene Vallejo, narra la historia de los libros (Vallejo, 2021). Su lectura me permitió reflexionar sobre los avatares del oficio de los escribanos en tiempos de las redes sociales.
Se ha dado a conocer recientemente que en 2021 la venta de discos de vinilo en España ha superado, por primera vez en más de treinta años, la del CD. Esta noticia, coherente con una tendencia bien conocida en otros países, ha generado en los medios una relativa sorpresa, y ha revitalizado debates sobre el porqué de esta aparente paradoja y tertulias sobre «qué formato es superior».
En la actualidad, muchas marcas hacen uso de la femvertising como recurso de responsabilidad social corporativa. En España, la marca Campofrío invierte en campañas que pueden ser consideradas ejemplos de femvertising, con mensajes e imágenes que empoderan el género femenino. Para reflexionar sobre esa tendencia, elegimos la campaña Fantasmas, de Campofrío, con el fin de entender su recepción en un público joven. Se observa una sensibilización de este segmento por el tema, al paso que se detecta cierta desconfianza en la legitimidad del compromiso feminista de esa marca.
Frente a la crisis de credibilidad y la difusión de las conocidas como fake news, el periodismo se encuentra ante la necesidad de recuperar la confianza del público. La transparencia, además de cumplir con los principios de ética profesional, puede ser una vía para mejorar la fiabilidad con respecto a la labor informativa. Para lograrlo, los medios combinan desde la apertura de datos hasta la trazabilidad del propio proceso o newsmaking. La tecnología vuelve aquí a incorporarse para ayudar a desarrollar herramientas que favorezcan esa imagen de transparencia informativa.
Afortunadamente, desde hace ya algún tiempo, las informaciones sobre ciencia e investigación son habituales en los medios de masas, especialmente cuando abordan cuestiones relacionadas con la innovación tecnológica, el cambio climático o la salud mental. Sin embargo, también es habitual el silencio o la marginación, en esos mismos medios y en las publicaciones especializadas o académicas, cuando algunos trabajos científicos cuestionan los intereses de sectores poderosos como el agroalimentario, el tecnológico o el farmacéutico. El pasado agosto un artículo de CTXT daba cuenta de uno de estos casos.
Olas de calor cada vez más intensas, frecuentes y duraderas. Devastadores incendios, sequías, temperaturas récord… Lenta pero inexorablemente la tierra nos avisa de que está cansada. «Lasciate ogni speranza voi ch’entrate» («Abandonad toda esperanza quienes aquí entráis»), decía la inscripción a las puertas del infierno donde inician su viaje Dante y Virgilio, en La divina comedia. Y a nosotros, ¿qué esperanza nos queda? Del aparente paraíso de la globalización, llegamos ahora a las puertas de nuestro particular infierno. Europa arde, el mar se calienta, el agua escasea.
En el número 99 de COMeIN, correspondiente a mayo de 2020, publiqué unos breves apuntes titulados «Festivales de cine y crisis sanitaria: pronósticos imposibles». En el momento de escribir aquellas líneas, el aplazamiento del Festival Internacional de Cine de Cannes dejaba claro que la pandemia había provocado cambios radicales en el mundo de los grandes eventos presenciales, específicamente en aquellos relacionados con el mercado y la cultura del cine. La industria cinematográfica parecía vivir en 2020 una de las encrucijadas más desafiantes de su historia.
Hay tres tecnologías que marcarán el futuro de la práctica del diseño: la inteligencia artificial, la neuroinformática y el blockchain. No son cápsulas cerradas y monolíticas, están vinculadas a procesos tecnológicos complejos. Además, debemos enfrentarlas o permearlas con tres procesos socioculturales actuales que también están revolucionando la sociedad: la crisis medioambiental, los feminismos y las comunidades de práctica. Si no realizamos este ejercicio de contraste, de las nuevas tecnologías solo podremos dar una versión limitada y carente de un espacio crítico de reflexión.
El 1 de junio de 2022, en el edificio de la Fundación Telefónica, en Madrid, se celebró el seminario «Loot Boxes: Nuevos retos de la industria del videojuego», organizado por el >Ministerio de Consumo del Gobierno español. El acto transcendió a los medios de comunicación por un anuncio realizado por el ministro de Consumo, Alberto Garzón: la preparación de una ley en España, «pionera a Europa» (sic), para regular las loot boxes, o cajas de botín en castellano, en los videojuegos.
Antes de hacer el listado de libros que no tendré tiempo de leer durante las vacaciones, tenía pendiente echar un buen vistazo a Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia, el reciente libro de Byung-Chul Han. Ciertamente, estos libros que son una compilación de breves artículos/capítulos a veces tratan los temas con poca profundidad, pero en cambio permiten transmitir una idea destacada en cada una de las piezas. El filósofo coreano describe y se muestra crítico con algunos aspectos de la sociedad, a los que llama infocracia.