ArtículosNúmero 124 (septiembre 2022)

Festivales de cine y crisis sanitaria (dos años después)

Jordi Sánchez-Navarro

En el número 99 de COMeIN, correspondiente a mayo de 2020, publiqué unos breves apuntes titulados «Festivales de cine y crisis sanitaria: pronósticos imposibles». En el momento de escribir aquellas líneas, el aplazamiento del Festival Internacional de Cine de Cannes dejaba claro que la pandemia había provocado cambios radicales en el mundo de los grandes eventos presenciales, específicamente en aquellos relacionados con el mercado y la cultura del cine. La industria cinematográfica parecía vivir en 2020 una de las encrucijadas más desafiantes de su historia.

Dos años después, recuperamos a los protagonistas que me acompañaron en aquellas reflexiones para observar cuál ha sido el alcance de algunos de esos cambios. Vuelvo a hablar con Ángel Sala, director del Sitges-Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya, y con Mònica Garcia-Massagué, directora general de la fundación que organiza el festival, para comprobar hasta qué punto los procesos de adaptación que han experimentado los festivales de cine en general, y el de Sitges en particular, nos dan pistas sobre el presente y sobre cómo se va configurando el futuro de este tipo de eventos.

 

La primera pregunta es obligada: ¿Cómo describirías la «nueva normalidad» de los festivales de cine? Garcia-Massagué apunta que «estamos apenas en la línea de salida de esa “nueva normalidad”. Cierto es que en algunos países nos movemos en un escenario de restricciones livianas, pero un festival internacional mantiene sus flujos de trabajo más allá de sus fronteras y aquí los escenarios son de lo más variado: desde un continente asiático con pruebas PCR para llegar y entrar en cada uno de los países, hasta Canadá, que realiza controles aleatorios. Mientras no haya realmente una situación homogénea en casi todo el planeta, será difícil que nos encaminemos a la “nueva normalidad”. Por otra parte, las medidas COVID, aunque mucho más laxas, siguen y seguirán presentes en los planes de gestión de todos los festivales». Por supuesto, los cambios van más allá del ámbito de los eventos y afectan a todos los aspectos de la industria: «Los estragos de la pandemia en el sector cultural y, en especial, en el ámbito cinematográfico han agudizado procesos como la apuesta más firme por los contenidos para plataformas online, la búsqueda de una rentabilidad económica más elevada por parte de los distribuidores en el circuito de festivales o el encarecimiento del producto cinematográfico en general». Para Sala, «la nueva normalidad implica un mercado audiovisual que ha sufrido una transformación radical y acelerada en todas sus dimensiones –producción, distribución y exhibición–, una situación que todavía no está totalmente definida ni estabilizada. En ese contexto, los festivales de cine deben afrontar la situación con tácticas ad hoc y con capacidad de evolución continua, lo que implica la ausencia de reglas fijas y políticas cerradas».

 

Los efectos de la pandemia en el cine

 

Parece claro, entonces, que los agentes implicados en los diferentes niveles de la industria audiovisual están lejos de haber alcanzado una situación estable. En el caso de la exhibición, la directora de la fundación del festival de Sitges sostiene que «ha sufrido muchos embates en los últimos años, sin duda. La propuesta comercial del sector de la exhibición se encuentra en continua evolución y transformación, y la pandemia no ha hecho más que añadir incertidumbre. Solo hay que echar un vistazo a la cartelera para ver la cantidad de salas que han caído, cerrado pantallas o reducido su oferta». El tan necesario debate sobre las ventanas de exhibición que marcó los primeros meses de la pandemia parece que se ha cerrado, si bien algunos podrían argumentar que lo ha hecho en falso. Sala apunta que «las ventanas de exhibición se han acortado y seguir con ese debate es estéril. Como sucedía en otros tiempos, y en contextos diferentes, quizá haya películas o productos que exijan ajustes específicos en sus ventanas de exhibición. Recordemos que, en 1982, películas de enorme éxito en salas como E.T. El extraterrestre tardaban mucho en salir al mercado de alquiler en VHS, o que, en los años noventa, algunos títulos salían directamente en venta directa, como fue el caso de Terminator 2. Hoy podría ocurrir lo mismo con ciertos títulos con potencial de largo recorrido en salas. Y de hecho quizá debería haber ocurrido con películas recientes como Dune, pero, a causa de la aceleración producida por la pandemia, puede que esos flecos no se hayan cerrado bien… Aunque, repito, estamos en un tiempo sin reglas fijas». Sobre este tema, Mónica Garcia-Massagué afirma: «Ni se me pasa por la cabeza que el debate se haya cerrado. En cualquier caso, creo que se ha aplazado especular sobre futuros posibles para la exhibición cuando la realidad nos ha demostrado que lo inimaginable es posible. Estamos instalados en una cultura del shock postraumático para todos los sectores económicos y hasta que no salgamos del nivel de supervivencia, no habrá espacio para especular o debatir hacia qué modelo deberíamos dirigirnos».

 

Una de las primeras manifestaciones del shock fue, como comentábamos al principio de estas líneas, el aplazamiento del Festival de Cannes, que, no lo olvidemos, no es solo el máximo certamen competitivo mundial, sino que está asociado a un imprescindible mercado internacional de distribución. Aquel aplazamiento, según Sala, complicaba «la circulación de películas desde la punta de la pirámide». Le pregunto, dos años después, si cree que, con la vuelta de Cannes a sus fechas tradicionales, se ha vuelto a la normalidad en el circuito. «Respecto al Marché du film –afirma el director de Sitges–, se ha valorado más la experiencia del reencuentro presencial entre profesionales, lo cual, en cierto modo, sirve para enmascarar algunos síntomas de obsolescencia del sistema. En lo que respecta al Festival en sí, se ha demostrado que la creciente estacionalidad global de títulos ha hecho que disminuya la influencia del line up de Cannes en la temporada de otoño, lo cual deja cada vez más espacio para la influencia de certámenes como Toronto y, sobre todo, Venecia».

 

El replanteamiento de los festivales de cine

 

La cuestión de fondo es si la crisis sanitaria global ha supuesto una oportunidad para que los festivales de cine replanteen sus políticas de crecimiento, impacto mediático y repercusión directa, con ajustes no solo de presupuesto, sino de asistentes y de ingresos propios por taquilla o por personas acreditadas. Al respecto, Garcia-Massagué sostiene: «No puedo hablar por todos los certámenes, pero sí creo que los planes de viabilidad han tenido que reajustarse a la baja, mucho más a la baja de lo que se hubiera previsto». Además, la pandemia solo ha sido uno de los muchos desafíos a los que se enfrentan los festivales: «Aparecen nuevas amenazas, como la guerra en Europa, la crisis económica galopante, el encarecimiento de los combustibles, la inflación… –continúa la directora de la fundación–. Un festival de cine no deja de ser un motor económico y, como cualquier actividad, se ve afectado por el contexto socioeconómico del país. Además, estamos hablando de una oferta cultural, que no se considera un consumo de primera necesidad, y ante un descenso del poder adquisitivo, el ocio es a priori el primer gasto que recortan los consumidores. Es lógico, comprensible, pero acaba reduciendo a su vez la musculatura de las contrataciones de los trabajadores del sector cultural, así como proveedores, etc. Es un efecto en cadena y ningún evento es ajeno, ni siquiera los grandes festivales, que también deben adaptarse a un horizonte de ingresos menos boyante. ¿Podemos considerar esto una oportunidad? Dicen que cualquier crisis lo es y aquí entra la habilidad mayor o menor de los gestores responsables para salir a flote o incluso reforzados». Sala tiene una visión complementaria: «Durante la crisis sanitaria fue tan erróneo pensar que la transformación de los festivales en el modelo online estable era viable como pensar que sería posible volver a la curva de crecimiento anterior a la pandemia. Es evidente que en 2022 puede haber un repunte espectacular por la vuelta a la “normalidad”, pero se notarán progresivamente los efectos de la crisis de asistencia en ciertas franjas de público». En lo que respecta a profesionales acreditados y prensa, Sala pronostica que «se notará cómo la demanda de los primeros se especializa para asistir de forma parcial y efectiva a determinadas programaciones o fechas, mientras que en los segundos veremos cómo la progresiva decadencia de la prensa especializada tradicional se verá compensada por un aumento de fórmulas de información digitales, de registro social o más integradas con el público potencial. Resumiendo, habrá que trabajar en fórmulas para mantener los niveles de asistencia, pero las curvas de crecimiento se detendrán, lo que probablemente tenga como consecuencia inmediata el desarrollo de políticas de cercanía y de implantación en el territorio, más viables a corto plazo que determinadas políticas de internacionalización».

 

Vayamos a los aprendizajes concretos. Uno de los aspectos que me interesaba saber en esta nueva conversación con Sala y Garcia-Massagué es si mis interlocutores creían que los efectos de la pandemia habían impactado de algún modo en la capacidad de los festivales de cine para la previsión de contingencias, el desarrollo de infraestructuras y la estabilización de modelos organizativos a medio plazo. Ángel Sala sostiene que «los festivales han sabido responder a la contingencia de la pandemia como ya lo hicieron a la de la crisis financiera. Y si en aquel momento se perdieron progresivamente algunos elementos propios de la naturaleza de los festivales, eso ha vuelto a ocurrir ahora». Para el director, «se hacen difíciles las políticas de previsión y estrategia a medio y largo plazo, mientras aparece la necesidad impuesta por condicionantes externos de incorporar nuevas soluciones y nuevas formas de hacer las cosas. Los parches de los últimos años han creado hipotecas y ecosistemas que dificultan la movilidad y dinamismo de los festivales y de las manifestaciones culturales en general». Mònica Garcia-Massagué tiene una visión parecida: «Ya era difícil hablar de inversiones por parte de un festival de cine antes de la pandemia, y eso ahora resulta aún más complicado, obviamente. Lo curioso del caso es que ya en 2020, en los inicios de la pandemia, se nos solicitaron escenarios de contingencia y eso que aún no teníamos ni idea de lo que se venía encima. Pero eso hicimos. Y las condiciones de trabajo en estos dos años nos han ejercitado en el arte de hacer previsiones y correcciones de estas, de ir paso a paso, dentro de lo que se puede llegar a prever en un evento que consume el 90 % de su presupuesto en diez días. No creo que debamos hablar de estabilización de modelos como algo positivo en estos momentos, sino de la capacidad de resiliencia de los eventos en este contexto tan cambiante».

 

También quise saber si la situación posterior a la crisis sanitaria global había arrojado algún aprendizaje concreto aplicable a las políticas de películas invitadas, a los criterios de la presencia de invitados y a la comunicación y difusión de las actividades. Garcia-Massagué sostiene al respecto que «la producción cinematográfica también se ha visto afectada, así que en cierto modo estamos recogiendo la cosecha de dos años de pandemia. Falta tiempo para arrojar un veredicto sobre la cantidad y calidad de los títulos que están llegando. Por otra parte, los invitados, aunque más inclinados a viajar y a participar en persona en los eventos por lo general, también muestran actitudes distintas según su percepción del COVID en los respectivos países de origen. Asia se está abriendo tímidamente, por ejemplo. Y, por último, la comunicación o difusión de actividades quizás sí se ha visto reforzada en su recepción por los medios. Creo que el público está deseando disfrutar de las propuestas culturales (música, cine, artes escénicas), y los medios acuden a difundir tanto el contenido como la forma en que se están llevando a cabo, especialmente los eventos de carácter masivo. Recordemos que hace apenas un año aún estábamos sometidos a limitaciones de aforo y a la percepción temerosa sobre las multitudes». Para Sala, se perciben cambios de gran calado: «La nueva normalidad ha traído la transformación de la forma de promocionar las películas o productos audiovisuales. Los festivales ya no son decisivos en ese aspecto, sino que se tienen que ganar a unos actores de la industria que ya no son tan empáticos con ellos». Según el director del festival de Sitges, los intereses de programación de los festivales –en principio regidos por criterios artísticos y culturales– topan con la realidad de la industria cinematográfica: «Ya no es posible tener todo lo que el festival selecciona o ve relevante, sino que se pacta con los actores del mercado por razones a veces alejadas de unos criterios de programación rigurosos. Además, programar implica aplicar cálculos de coste por alquileres de derechos, viajes de talentos, etc., que en un 90 % ahora caen del lado de los certámenes. La política de expansión en el número de películas programadas tiende a frenarse, y se combinan películas con “eventos” que atraigan al público y procuren ciertas aportaciones económicas o de imagen».

 

En cualquier caso, todos esos condicionantes abren nuevas posibilidades para reflexionar sobre la naturaleza y la función de eventos como los festivales de cine masivos . Para Sala, dos años después del impacto traumático de la crisis sanitaria global se vislumbra una oportunidad que no hay que dejar pasar: «Es hora de dedicar más tiempo a pensar en la naturaleza artística de los festivales y no dedicar todos los esfuerzos a pensar solo en la adaptación a las circunstancias, ya sean coyunturales o permanentes, de lo económico y estructural».

 

Citación recomendada

SÁNCHEZ-NAVARRO, Jordi. «Festivales de cine y crisis sanitaria (dos años después)». COMeIN [en línea], septiembre 2022, no. 124. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n124.2254

cine;  eventos;  entretenimiento;