Sin embargo, si algo tenemos que agradecerle a esta horrible pandemia que nos ha tocado vivir es que nos haya devuelto el placer de volver a los pueblos. ¿Alguien se acuerda de la campaña de Aquarius de junio de 2012?
“Pueblito bueno” se llamaba. “Déjate adoptar por un pueblito bueno” decía el final del
spot publicitario. La crisis de 2008 y la actual crisis de la COVID-19 han tenido en ese sentido unos efectos similares. Las dos han hecho que muchos vuelvan a veranear a los pueblos y recuperen las casas de los abuelos cerradas durante años.
Pero no sólo eso. Primero, empezamos a pensar en las vacaciones: viajar al extranjero no, hotel y playas concurridas no, pueblo sí. El pueblo equivale a tranquilidad y cero aglomeraciones. El lugar ideal donde pasar un verano de pandemia. En segundo lugar y dando un paso más decisivo, el teletrabajo. Haciendo realidad el sueño de muchos trabajando desde un pueblo. Calidad de vida con un sueldo de gran ciudad. Y en tercero y último lugar, un cambio de vida. Irse a vivir a un pueblo. Abandonar el estrés, los atascos de la hora punta y el comer de tupper en la oficina. Y reinventarse cambiando de profesión o ejerciendo la actual en el ámbito rural.
En medio de toda esta situación de preludio del cambio, el pasado mes de marzo (16/03/21) se presentó el "
Plan de medidas ante el reto demográfico" dentro del Plan de recuperación del Ministerio de Transformación Ecológica y Reto Demográfico. Este plan se articula en torno a 10 ejes de actuación, en los que se ordenan 130 medidas. Está previsto que se destinen 10.000 millones de euros a las políticas activas para luchar contra la despoblación y garantizar la cohesión territorial y social.
Una oportunidad para que muchos sectores económicos en proceso de recuperación se beneficien de esta situación al mismo tiempo que aportan su granito de arena. Los profesionales de la información y de la comunicación podrían ser uno de ellos.
El "Plan de medidas ante el reto demográfico" se vertebra en torno a 10 ejes de acción definidos, que son los que muestra el siguiente gráfico:
Fuente: Ministerio de Transformación Ecológica y Reto Demográfico
De los 10 ejes del plan está claro que a los profesionales de la información y de la comunicación nos toca de lleno el Eje 9, “Promoción de la cultura”. Aunque tampoco nos son ajenos el Eje 2, “Transición digital y plena conectividad”, y el Eje 3, “Desarrollo e innovación en el territorio”. Y, además, seguro que podemos aportar muchas ideas creativas entorno a campañas publicitarias, comunicación de marcas y la preparación del social media plan -entre otras prestaciones- para empresas y organismos del ámbito rural.
Una buena manera de explorar demandas en este ámbito podrían ser los
Erasmus rurales que ha lanzado el Ministerio de Universidades y que algunas universidades ya están poniendo en marcha. Estudiantes en prácticas ponen su conocimiento a disposición de instituciones y empresas del municipio.
De todas formas, los profesionales de la información disponemos de una amplia trayectoria y experiencia a través de las bibliotecas rurales que nos llevan acercando al ámbito rural desde hace décadas. Ya en pleno confinamiento, durante la pandemia se reactivaron las redes de bibliobús que ya parecían olvidadas… Las
bibliotecarias de pueblo repartieron libros a domicilio y dieron un poco de calor a muchos mayores que vivían solos. De hecho, es una antigua demanda el aumento del volumen de bibliotecas rurales para municipios entre 2.000 y 5.000 habitantes y el del número de bibliobuses para las localidades inferiores a esos 2.000 habitantes. En el medio rural se concentra la mayor parte nuestros mayores, carente en la mayoría de los casos de competencias digitales y del contacto humano que alivie uno de sus principales problemas: la soledad. La biblioteca como tercer lugar, como espacio de encuentro e interrelación, estaría llamada a convertir esta amenaza en una oportunidad para todo el mundo.
Y de eso se trata, de aprovechar la oportunidad. Lo que muchos están haciendo de manera individual y, quizás por razones personales, cambiando sus vidas yéndose a los pueblos, también lo podemos hacer desde otro enfoque los profesionales de la información y de la comunicación, evidenciando carencias, prestando nuestros servicios y haciéndonos necesarios.
Quién sabe si en 30 años se revierten las cifras y el fatídico vaticinio del éxodo rural no se cumple. En nuestra mano está. En la de los gobiernos, en la de las empresas e instituciones y en la de los profesionales. Seamos valientes y creativos, aprovechemos la oportunidad y dejémonos adoptar por un pueblito bueno.
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