Número 136 (octubre de 2023)

El rastreo ocular sabe lo que (no) has leído

Andrea Rosales

Dave Eggers retoma el universo de El Círculo (Random House, 2013) para presentar la segunda novela de su saga de ciencia ficción: El Todo (Random House, 2021). Ambos bestsellers se basan en el paradigma de las grandes tecnológicas de Silicon Valley. La primera es la historia de la vida dentro de la red social y el buscador más grande del mundo: El Círculo. En la segunda, El Círculo se ha fusionado con la mayor compañía de comercio electrónico mundial, creando la empresa más rica y el mayor monopolio nunca visto en el mundo: El Todo. Sobran las asociaciones obvias con las grandes tecnológicas.

Una distopía más que nos refleja los retos de la sociedad digital. Como tantas otras novelas de ciencia ficción, El Círculo y El Todo explotan los miedos que tenemos como sociedad al impacto de las tecnologías, a partir de hipérboles de la vida cotidiana.

 

La saga de Eggers se construye en torno a ese estilo Silicon Valley de las empresas tecnológicas, según el cual aspiras a trabajar en la empresa de tus sueños, y el campus de la empresa es un club social donde tienes todas las oportunidades para disfrutar de la vida. En El Círculo incluso puedes mudarte al campus, y a pesar de que algunos trabajos son monótonos y tediosos, los empleados se sienten inmensamente agradecidos de trabajar allí. El campus representa esa burbuja física e ideológica, que aleja el resto del mundo y lo difumina.

 

En El Círculo se compenetran la mayor red social y el buscador más robusto; pero la hipérbole narrativa lleva al máximo la sobreexposición personal a la que nos exponen estas tecnologías. Mae Holland, la protagonista de El Círculo, acepta hacerse pública. Es decir, toda su vida cotidiana se verá en streaming; solo apagará las cámaras para ir al lavabo o dormir. Se convierte, así, en una embajadora de El Círculo, que narra la vida cotidiana, los valores y principios de El Círculo, para todos sus seguidores y detractores. La hipérbole de la vida en streaming muestra los límites del paradigma de vivir para las redes sociales. La inherente tensión entre la vida personal y la pública, o todas las dudas e incoherencias personales con las que se asume que el público no sería solidario.

 

Entre El Círculo y El Todo hay un giro argumental. Los retos de El Círculo obtienen nuevos matices ideológicos. En El Todo, el campus no es solo el sueño de muchos trabajadores, también es un espacio donde las ambiciones personales y el bien común chocan, donde se experimenta con los modelos ideológicos y el modelo económico del monopolio se impone en la sociedad.

 

Crítica ideológica, social y económica

 

Delaney Wells, la protagonista de El Todo, va más allá de la seducción de las gratificaciones instantáneas de las redes sociales y de todos esos grandes momentos de la vida cotidiana que se viven solo en función de poder compartirlos en las redes sociales. Delaney es una disidente tecnológica; desde muy joven ha trabajado su marca personal en las redes sociales para crear un personaje hecho a imagen y medida de El Todo, y lograr así su primer objetivo, que la contraten en este y así poder destruir la empresa desde dentro. Ha llegado allí incluso diciendo y haciendo cosas con las que deliberadamente no está de acuerdo o no se identifica. Es decir, ella también vive esclava del like y de las tendencias, aunque está totalmente en contra de ello. Sin embargo, incluso su ideal de salvar al mundo del monopolio tecnodeterminista se tambalea ante las ambiciones personales.

 

En El Todo, la inteligencia artificial ha operacionalizado los valores morales, suprimiendo la necesidad de que cada individuo reflexione sobre sus principios y pueda tomar decisiones libremente. La omnipresencia del monopolio le permite imponer su ideología, incluso en los más recónditos rincones de la vida personal, sin que los ciudadanos opongan alguna resistencia. En ese mundo, no muy lejano, se ha impuesto la supervigilancia y los ciudadanos la abrazan agradecidos. El miedo al otro los ha convencido. En este contexto, los espacios libres de vigilancia representan un pequeño reducto de resistencia y han de ser anunciados para advertir de los riesgos de no estar vigilado y del riesgo de ser identificado como disidente. Pero la supervigilancia no solo se impone en el espacio físico; El Todo asume que lo sabe todo. El rastreo ocular sabe si no te has leído los términos y condiciones de cada cuenta que abres.

 

 img-dins_article-rosales136

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Portada de ‘El Todo’

Fuente: Penguin Libros

 

El tecnodeterminismo, es decir, la idea de que el progreso tecnológico lleva al progreso social; o la fe ciega en las posibilidades que ofrece la tecnología, se termina imponiendo. El gran monopolio digital mira con desprecio el papel y toda la industria del papel; quiere prescindir de todos los productos de plástico, y lucha contra el consumismo que se deriva de la facilidad de producir objetos de plástico. Por este camino también quiere prescindir de los médicos. Considera que es más objetivo, rápido y preciso el criterio de una inteligencia artificial médica que el criterio de un médico. Un patrón que se ensaña contra la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio. Una sátira de la industria tecnológica, que nos hace reflexionar sobre sus puntos de vista .

 

Y, finalmente, la posición económica privilegiada de la empresa junto con la superioridad moral de sus directivos, que parten de la idea de que la industria digital es superior porque es ecológica, sostenible y objetiva, les permite influir en el resto de la industria. Pero esta influencia ya no es solo por el interés económico, sino por el delirio mesiánico de querer imponer su ideología tecnodeterminista en otros sectores de la industria, a punta de compras, fusiones y defunciones corporativas. Usan las inversiones como arma de activismo político. La novela nos plantea hacia dónde el monopolio tecnológico y su oligarquía tecnológica podrían conducir a la sociedad si la disidencia tecnológica no los detuviera.

 

Citación recomendada

ROSALES, Andrea. «El rastreo ocular sabe lo que (no) has leído». COMeIN [en línea], octubre 2023, no. 136. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n136.2362

literatura;  medios sociales;  cultura digital;  lifestyle