Se suele atribuir al geógrafo griego Estrabón el mito referente a la frondosidad de la Península Ibérica, según el cual una ardilla podía atravesarla saltando de árbol en árbol, sin tener que pisar el suelo en ningún momento. La saturación publicitaria en el panorama televisivo parece incuestionable, pero ¿es tanta como para poder practicar el zapeo inverso, es decir, ir saltando de canal en canal viendo sólo spots? Podemos comprobarlo.
Una de las últimas novedades en la utilización publicitaria de los medios es la del product placement virtual. Esta idea ha nacido de la agencia MPG-Media Contacts, que ha introducido un panel digital anunciando la cadena de ópticas Alain Afflelou en la serie Mentes criminales, emitida en Cuatro.
La cosa suele ir así: alrededor de determinados fenómenos televisivos, a menudo dirigidos a un público concreto, preferentemente pero no de forma exclusiva infantil o juvenil, se lanzan proclamas sobre la lamentable calidad de los productos televisivos actuales, de los dudosos valores que transmiten, de su escasa relevancia como producto cultural.... Y no es extraño que se acompañen de consideraciones sobre mejores tiempos donde la creatividad, la originalidad y los valores éticos marcaban la diferencia, donde las funciones de la televisión –formar, informar y entretener– eran consideradas como ejes de referencia irrenunciables. En tiempos de abyecta telebasura no hay duda de que la televisión de ahora no es como la de antes. En mi opinión, este es un buen lugar para empezar a tratar algunos tópicos. En esta ocasión, relacionados por un lado con la calidad televisiva y por otro, con algo todavía más etéreo, la nostalgia.
La demanda de community managers por parte de las empresas va en aumento y más aún la oferta formativa que pretende capacitarnos para tan importantes menesteres. Sin embargo, sigue sin haber un consenso claro sobre cuáles son las funciones a desempeñar ni de qué departamento deben depender. Lo que sí que parece evidente son las necesidades que las redes sociales están generando en las organizaciones. El tiempo dirá si tales necesidades debe cubrirlas una única persona o más bien un equipo coordinado.
Tradicionalmente, en periodismo, el tiempo y el espacio han sido importantes condicionantes en la labor informativa. Más allá del ciclo productivo del sector comunicativo convencional, marcado por la periodicidad del medio, la distribución también quedaba sujeta a limitaciones geográficas. La propia emisión y publicación de contenidos es medida en términos temporales o espaciales. La irrupción de la Red ha diluido estas barreras ampliando las posibilidades de la profesión periodística y aumentando las opciones de publicación de los contenidos. No obstante, como se verá, esta mayor apertura no ha estado exenta de riesgos para el desempeño de la labor informativa.
Pasemos revista a algunos términos frecuentes en nuestras sociedades en red: innovaciones tecnológicas, prácticas comunicativas basadas en la colaboración, interactividad, copyleft, remix, mashup. Henry Jenkins, profesor y periodista estadounidense, y uno de los pioneros en el estudio de la cultura de la red, nos invita a reflexionar sobre los cambios en la producción y el consumo cultural que ha comportado la irrupción de Internet en nuestra vida cotidiana, a partir de la noción de cultura participativa.
Desde hace unos años la gestión de los documentos administrativos está rodeada de legislación y recomendaciones, aunque más en el ámbito de la administración pública que en el ámbito productivo privado. Este marco regulador está generando nuevas expectativas en la gestión documental.
Recientemente he tropezado con una de las ramas de la ciencia que tiene por objeto de estudio el cerebro y el sistema nervioso: la neurociencia. Sus investigadores están interesados en saber cómo interactúa nuestro organismo con su entorno, de qué manera nuestras neuronas se encargan de transmitir la información necesaria para que nuestro organismo responda de la manera más eficiente posible a multitud de estímulos internos y externos. Hablar de estímulos en neurociencia no sólo significa temperatura, ph, movimiento… sino también creatividad, aprendizaje, lenguaje, atención, razonamiento, empatía o emoción, entre otros. En definitiva, un estímulo tiene la capacidad de promover todos aquellos procesos, respuestas y cambios que nuestro organismo necesita para adaptarse a su entorno biológicamente hablando, pero también cultural y socialmente.
No parece nada exagerado afirmar que en el siglo XXI todo gira en torno a Internet. Tanto es así que los niños y niñas, los adolescentes y jóvenes de este siglo actual se llaman la generación digital por la cantidad de tiempo que invierten en el uso de las tecnologías de la comunicación electrónica, como la mensajería, las redes sociales y los correos electrónicos. Las ventajas de Internet son múltiples, y aquellos que, en general, mejor las conocen y más se benefician de ellas son los adolescentes y los jóvenes, pero esta herramienta también implica toda una serie de riesgos y peligros que se deben conocer para poder actuar en consecuencia.
No hay respuesta más ambigua que un sí y un no juntos. Esta es también la opinión que dan los expertos en legislación a la hora de analizar la Ley de la Ciencia española: confusa y difícil de interpretar. Parte de la Ley acaba de entrar en vigor a inicios del mes de diciembre, el resto hace unos meses, pero ahora nos centraremos sólo en el artículo sobre el acceso abierto y miraremos qué nos dicen cada uno de los puntos en que se divide.