ArtículosNúmero 121 (mayo 2022)

Pensar la transversalidad de género en la universidad

Meritxell Esquirol

La transversalización de género no es un reto fácil. Ni en los órganos de poder o gobernanza, ni en la elaboración de políticas públicas y sus aplicaciones prácticas. Pues, sin presupuestos, diseños y aplicación de tácticas específicas, pensadas desde lo comunitario, transversalizar el género es susceptible de ser reducido a una idea o, peor, a un ideal. Evidentemente, dentro del ámbito y de la institución universitaria, el reto existe y es mayúsculo.

Ya lo dice Marcela Lagarde, autora de Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia: alerta sobre cómo pensamos, consensuamos, trabajamos y aplicamos la transversalización del género. La perspectiva de género, sin más, no garantiza un trabajo hacia la erradicación de las desigualdades y las segregaciones por razón de sexo y cultura, así como de las múltiples invisibilidades a las que han sido sometidas las mujeres de manera transhistórica y global. Y si esta perspectiva no se sustenta ni se construye por y desde las teorías feministas, la transformación no será posible.

 

Transversalizar el género no es una medida táctica, ni un desempeño de cuotas, ni un elemento instrumental por el cual cumplir con los mandatos políticos e institucionales. Solo si la trabajamos de manera que se revise y cuestione y haga frente a las problemáticas estructurales que siguen legitimando unos saberes y unas ideas de éxito de acceso y participación social por encima de otras, esta mirada crítica implícita en la perspectiva de género será transformadora. De lo contrario, corremos el riesgo de convertir las teorías de cambio y de democratización del feminismo en propuestas paliativas, punitivas o esencialmente numéricas.

 

Hoy, más que nunca, la universidad debe tomar el compromiso político de trabajar la transversalización de género de manera crítica, integral y estructural en todos sus ámbitos y competencias. En la investigación y las líneas curriculares de sus estudios, en los principios rectores de su gobernanza y en la manera en cómo se piensan y diseñan estrategias de promoción y proyección sociales de todo su alumnado, profesorado y cuerpo administrativo. Pues, hoy, la tendencia de las políticas económicas y socioculturales de nuestro sistema competitivo e individualista diluye, despolitiza o minimiza, de manera tendenciosa, los procesos históricos y estructurales de exclusión y desigualdad que regulan la racionalidad contemporánea y la cultura del saber. Y, con ellas, los procesos reales de proyección sociocultural, acceso y participación social (Duggan, 2008).

 

Revisar el sistema de relaciones para aplicar la transversalización

 

Aplicar la transversalización de género y las teorías feministas implica revisar todo nuestro sistema de relaciones. A nivel local y global. Implica cuestionar no solo los sistemas de poder, sino también el propio concepto de poder. Implica no solo trabajar y hacer políticas o acciones dirigidas a las mujeres, sino a toda la comunidad. Más allá de pensar en cómo incorporar a las mujeres al sistema educativo –¿qué mujeres?–; más allá de promover a alumnas, revisar las bibliografías, trabajar de forma paritaria el profesorado y los cargos de responsabilidad. Más allá de cuestiones formales, hay que pensar en cómo incorporamos los saberes feministas y cómo estos enriquecen y cambian nuestras metodologías de análisis, los principios económicos y la regulación social. Pues los feminismos no solo proponen revisar nuestro sistema de representación (Fraser, 2008). También proponen la incorporación de la justicia social a través de la mirada global-local y la interseccionalidad (Crenshaw, 1991): de la detección de las segregaciones y sistemas de exclusión al trabajo comunitario y democratizador que identifique y repare los múltiples sistemas de desigualdad estructural; de la cultura del saber racionalista al reconocimiento y construcción de metodologías de cambio y aprendizaje de otras epistemologías.

 

Pensémoslo. ¿Queremos que la bibliografía de referencia de nuestros estudios incorpore a mujeres, o que el alumnado reflexione e incorpore en su manera de pensar un pensamiento crítico, político y democratizador? ¿Deben ser los casos de estudio, y las aplicaciones prácticas y teóricas de las mujeres y el feminismo, una «anécdota» o un hecho «extraordinario» que incorporar y analizar en nuestros estudios, o queremos una revisión y transformación científica integral de los retos que plantea la cultura universitaria? ¿Queremos trabajar proyectos, presupuestos y una cultura analítica de una manera genérica, o queremos promover análisis críticos situados, comprensivos, contextualizados y que puedan incorporar la cultura de la sospecha? ¿Deseamos continuar con la tradicional feminización y masculinización de las disciplinas y ámbitos de promoción social, o queremos trabajar el destino del alumnado de manera paritaria, equitativa y democrática? En un mundo global como el nuestro, ¿debemos alimentar una meritocracia basada en el exclusivismo, la racionalidad occidentalista y heteropatriarcal de lo que es la cultura del trabajo y la razón, o trabajaremos la subjetividad del saber y el alumnado de una manera ética-global, instando así a su responsabilidad?

 

Responder estas preguntas puede ser más o menos fácil. Seguro que nos identificamos con ello. Pero sin una teoría feminista, responsable con la perspectiva global-local y que aplique la interseccionalidad como evidencia de rigor, solo paliaremos, pero no construiremos. Es en el propio proceso de transversalización transformadora donde la universidad como institución escribe y hace política feminista.

 

 

Para saber más:

CALIOPE (2007). Protocolo de implantación de mainstreaming de género [en línea]. Disponible en: http://www.fundacionmujeres.es/img/Document/10123/documento.pdf. Madrid: Instituto de la Mujer

CRENSHAW, Kimberlé (1991, juliol). «Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color». En: Stanford Law Review, vol. 43, no. 6, p. 1241-1299. DOI: https://doi.org/10.2307/1229039

DUGGAN, Lisa (2003). The Twilight of Equality. Neoliberalism, cultural politics, and the attack on democracy. Boston: Beacon Press

FRASER, Nancy; BEDFORD, Kate (2008). «Social rights and gender justice in the neoliberal moment. A conversation about welfare and transnational politics». En: Feminist Theory, vol. 9, no. 2, p. 225-245. DOI: https://doi.org/10.1177/1464700108090412

LAGARDE, Marcela (1996). Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia. Madrid: J.C. Producción

LAMAS, Marta (1999, juliol-setembre). «Usos, dificultades y posibilidades de la categoría género». A: Papeles de Población, vol. 5, no. 21, p. 147-178 [en línia]. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/112/11202105.pdf. Toluca, México: Universidad Autónoma del Estado de México

 

Citación recomendada

ESQUIROL, Meritxell. Pensar la transversalidad de género en la universidad. COMeIN [en línia], mayo 2022, no. 121. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n121.2231

género;  investigación;  comunicación y educación;