El pasado 27 de octubre tuvo lugar en Barcelona, hospedado por la UOC, el workshop “Future of Information Environments, Thinking and Building with ASIS&T”, organizado por ASIS&T (Association for Information Science and Technology), OCLC (Online Computer Library Center), el Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid y el grupo de investigación KIMO (Knowledge and Information Management in Organizations) de la UOC. En el workshop, primer acto organizado por ASIS&T en España, se discutieron algunas tendencias sobre el futuro de los entornos de información y sobre como las personas interactúan con las tecnologías.
¿Habéis oído hablar alguna vez de los digital learners (aprendices digitales)? La expresión aprendiz digital asume que hoy en día la forma de estudiar, en mayor o menor medida, se ve afectada por las tecnologías de la información y de la comunicación. Y este viaje intelectual requiere más que nunca un acompañamiento que facilite la navegación por un escenario repleto de información digital. Los estudiantes sacarán más provecho de todo ello si tienen una buena experiencia de aprendizaje, y para hacerlo no es suficiente con que tengan acceso a la tecnología.
La felicidad está de moda. En Harvard, una de las universidades más prestigiosas del mundo, se ha hecho popular un curso impartido por Tal Bien Shahar que enseña precisamente como ser más feliz. Las emociones, sean positivas o negativas, influyen en la felicidad y en nuestro comportamiento. Joshua Freedman, empresario de NexusEQ no lo duda: “no sólo somos racionales, tenemos emociones. Estamos enviando mensajes emocionales constantemente y de forma automática. Las emociones, sin que digamos nada, afectan como pensamos y como actuamos”. En este sentido, la investigación en neurociencia es clara: si se quiere entender a las personas, e influir sobre ellas, hay que comprender sus emociones. Sobre la inteligencia emocional hace mucho tiempo que se escriben cosas. Sobre las emociones en los negocios, también. Sobre las emociones en la satisfacción de los clientes y de los usuarios (de los sistemas de información), cada vez más.
De una manera u otra todo el mundo tiene construida una vida digital. Para unos el mundo digital es una extensión de la propia existencia: residen, participan, construyen, están inmersos, absortos. Para otros el mundo digital es un lugar de visita, pasean, lo observan, lo utilizan, se desprenden, lo olvidan. Ya seamos residentes o visitantes, y como en el juego de vida, todos tenemos recelos digitales: saturación informativa, privacidad, pérdida de tiempo, superficialidad. Ahora bien, ¿hasta qué punto nuestras dudas son compartidas por otras personas? Una visión conjunta, ¿nos puede ayudar a gestionar mejor nuestras individualidades y tomar mejores decisiones al respecto?
El director de B2B del Financial Times anima a los ejecutivos a hacer un mejor uso de la información para contribuir a la productividad de las empresas. Oriol Sabala, director general de la productora CPWORKS, en nuestra entrevista, nos lo confirma. El Financial Times y la Special Libraires Association (SLA), en una encuesta realizada a más de 800 profesionales, exploran el valor creciente de la gestión de información en las organizaciones actuales y proponen maneras de afrontar la actual sobreabundancia informativa (o intoxicación digital), ahorrar tiempo y maximizar el valor de la información que nos rodea. Oriol Sabala, sin haber leído el informe, parece que hace caso al Financial Times.
¿Queda alguna cosa por decir del referéndum sobre la independencia de Escocia y su comparativa con la realidad catalana? Alfons Luna opina que sí. Su amigo Archie celebra con lentitud el resultado electoral escocés e interrumpe, por unos instantes, su aburrida cotidianidad. ¿Ha influido la información de los periódicos en su decisión? Lo desconocemos. En realidad ignoramos si Archie tiene por costumbre leer el periódico. Pero sí que podemos saber cómo se posicionaron los medios de comunicación públicos y privados durante la campaña sobre la independencia escocesa y descubrir algunas de las razones (y sentimientos) que condicionaron el voto de los ciudadanos.
¿Qué ocurre cuando reúnes en un antiguo cine de barrio a dos cocineros, un deportista-youtuber, un profesor de innovación, dos músicos, una periodista, un cineasta, una investigadora y un público compuesto por más de 200 agentes inmobiliarios? Una colisión tremenda de ideas, información y experiencias aderezada con mucha, mucha pasión. Esto es lo que ocurrió en el último congreso de agentes inmobiliarios de Calafell, denominado #AIC15.
Las políticas y directrices europeas (y por extensión nacionales) sobre datos presentan retos y oportunidades. De forma amplia los datos abiertos (open data) o, de forma más específica, la gestión de datos de investigación (research data management) son dos ámbitos en los que los profesionales de la información tienen un rol que desempeñar, pero, ¿estamos los documentalistas preparados (y dispuestos) a ocupar nuestro papel en el mundo de los datos?¿“las universidades” adaptan con agilidad las competencias acordes a las nuevas demandas profesionales?
¿Puede una profesión considerarse “sexy”? Esto parece. Algunos expertos consideran el analista de datos como una de las ocupaciones más “sexys” del siglo XXI. El atractivo recae en la necesidad que las organizaciones tienen (o deberían tener) de contar con profesionales que sepan gestionar grandes volúmenes de datos. El big data ha llegado para quedarse y nos ha seducido. Ahora bien, ¿estamos preparados para afrontar esta relación? ¿La entendemos? ¿Podemos hacer que sea una relación enriquecedora?
Un conocido servicio de comunicación digital (WhatsApp) recientemente dejó de funcionar durante unas horas y fue trending topic mundial en Twitter y otras redes sociales. Esta inactividad fue vivida con ansia por muchos de los usuarios de este servicio. Dejando de lado este caso aislado, sabemos que las tecnologías digitales impactan en nuestras vidas y en nuestro bienestar emocional, tal como reflexiona la profesora Amalia Creus en un artículo titulado "Felicidad 2.0".