La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto el nombre oficial de COVID-19 a la enfermedad causante de la actual pandemia de alcance mundial. El nombre se ha adoptado con rapidez, sustituyendo a otras denominaciones iniciales que se usaban coloquialmente, como «gripe de Wuhan». Precisamente, la OMS recalcó en su momento que uno de los motivos de adoptar el nombre de COVID-19 era la conveniencia de evitar el uso de nombres geográficos y, en general, de nombres que den pie a estigmatizar a países, personas o colectivos.
Según el Plan de Transformación Digital (2015-2020), en 2020 la Administración española ha de ser digital y vanguardia en el uso de las TIC. Para ello, se debían aplicar distintas actuaciones como transformar los procesos de gestión internos en electrónicos con sistemas de información y plataformas integradas, y desarrollar el puesto de trabajo digital del sector público. ¿Está la Administración Electrónica preparada para atender al ciudadano durante el confinamiento? ¿Cuán ágil ha sido la Administración Digital para adaptar los procesos a las medidas urgentes propuestas por el Gobierno?
Desde la irrupción de las nuevas tecnologías en nuestras vidas, todas las personas utilizamos sistemas para la búsqueda y recuperación de la información. Esto nos hace formar parte de un proceso en que nuestra opinión, como usuarios, tiene un gran valor.
El pasado 12 de diciembre los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC hicieron entrega de los premios a los mejores trabajos finales de sus programas académicos del curso 2018-2019; unos galardones que reconocen el esfuerzo, la calidad y la madurez académica de un grupo de estudiantes que, con esta gala, cierran una etapa.
Desde junio de 2019 tenemos una nueva directiva relativa a los datos abiertos y la reutilización de la información del sector público (Directiva (UE) 2019/1024). Esta directiva refuerza la oportunidad que tienen bibliotecas y archivos de recuperar costes derivados de preparar y gestionar datos para ponerlos a disposición de la reutilización de la información y además obtener beneficios, aplicando tarifas similares a las del mercado. Esta oportunidad ya se plasmó hace unos años en la anterior directiva del 2013, recogida, a su vez, en la Ley 18/2015. En un artículo anteriormente publicado en COMeIN indicábamos la oportunidad de abrir líneas de negocio en archivos y bibliotecas. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Se ha aprovechado?
Rosalía, sin haber encontrado el relato anónimo del siglo XIII titulado El roman de Flamenca, no hubiese podido crear su gran éxito El mal querer. Maria Patiño tira de archivo para argumentar y probar su información. Las historias clínicas ─clave para nuestra salud y para la gestión eficiente del presupuesto sanitario─ reúnen gran cantidad de documentos (análisis, radiografías, escáneres, tacs, infinidad de pruebas en general…). Podríamos poner muchos más ejemplos de la vida cotidiana, personas que acceden a la información que necesitan para producir su propia información.
¿Recuerdas cómo era tu vida hace veinte años —sin Google—? Tanto si eras estudiante, académico, comunicador o documentalista, ¿cómo era el día a día? Antes de seguir leyendo haz unos segundos de pausa y un pequeño retroceso en el tiempo. El acceso a la información no era inmediato, la consulta de enciclopedias y los viajes a la biblioteca debían ser frecuentes y la tipología y cantidad de fuentes de información utilizadas era totalmente diferente. Por otra parte, no dejábamos rastro digital y disfrutábamos de una mayor privacidad, aunque no teníamos la inmediatez, la rapidez y la respuesta a cualquier pregunta —como nos ha acostumbrado Google, aunque seguramente no obtenemos la mejor respuesta en la primera página de resultados.
El pasado mes de mayo el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) se empezó a aplicar, aunque ya estaba en vigor desde mayo de 2016. Fue en mayo cuando todos recibimos un alud de mensajes para confirmar nuestro permiso de tratamiento de nuestros datos. ¿Por qué es tan importante para las organizaciones asegurarse el permiso para el tratamiento de datos personales, y para qué es esta regulación?
Seguro que la gran mayoría de la población española hemos participado este verano en alguna tertulia, debate o discusión acalorada sobre el tema de la exhumación del dictador Franco del Valle de los Caídos. Todos los medios han rellenado programas y portadas con este, por otro lado, jugoso tema para la anodina época estival en cuanto a noticias relevantes se refiere. Seguramente, también, gran parte de la ciudadanía que ha conversado sobre este tema, copa de cerveza o taza de café en mano, valora más disponer en su municipio de residencia de un polideportivo que de una biblioteca. ¿Porque, total, para qué sirven las bibliotecas? Y ya no digamos los archivos, las hemerotecas, las videotecas, los centros de documentación. ¿Quién los necesita? ¿Qué importancia tienen en una sociedad donde se modela la opinión pública obviando los hechos objetivos y apelando a las emociones y a las creencias personales? ¿Para qué los necesitamos si toda la información que recibimos es contrastada y veraz? —dicho irónicamente, claro—. Para nada interesan en una sociedad donde se abusa de la posverdad y las fake news. Esas cosas, como mucho, solo entretienen a cuatro periodistas aburridos.
El fortalecimiento de la democracia a menudo se vincula a rendición de cuentas, transparencia y gobierno abierto. La rendición de cuentas de las administraciones públicas está sujeta a la publicación periódica de información pública, proactiva o bajo demanda de la ciudadanía. Para hacer efectivo el gobierno abierto y que los ciudadanos participen en la toma de decisiones, estos tienen que disponer de datos e información. Si los datos y la información se publican en formatos abiertos, entonces datos e información se pueden reutilizar para crear valor.