La comarca del Almanzora debe su nombre al río que la atraviesa a lo largo del valle. Prácticamente en paralelo, discurre también la antigua vía del ferrocarril que unía Lorca con Granada; el granaíno lo llamaban. Lamentablemente, ya no circula ningún tren por esos raíles desde hace casi 40 años. Pero el legado de aquella época próspera va más allá de los restos de hierro y madera de los caminos: los edificios de viajeros, los andenes, muelles de carga, depósitos de agua, casetas de guardagujas y de guardavías, cocherones, etc.
Se acerca el 8M (Día Internacional de la Mujer) y parece que es inevitable cuestionar o cuanto menos revisar la necesidad de volver a celebrar este día tan reivindicativo. Para algunos y algunas, pero sobre todo para aquellos varones que se ven amenazados por el feminismo, carece de sentido, puesto que –según ellos– tenemos ya todos los derechos adquiridos e incluso en detrimento de los suyos propios.
El pasado 19 de octubre tuvo lugar la VI edición de la Jornada Almanzora Comparte, la tercera en formato hackathon. La Escuela del mármol de Fines, centro de referencia nacional y excelente anfitriona, volvió a acoger a medio centenar de agentes clave de la comarca del Almanzora en los ámbitos institucional, empresarial y social para intercambiar ideas y experiencias, identificar oportunidades y realizar propuestas para impulsar esta región.
A veces los aprendizajes o sus cuestionamientos pueden llegar desde los lugares más insospechados. Eso es lo que me ha tocado experimentar en la pasada campaña electoral de las municipales de 2023 mediante mi participación en las listas de una candidatura. El valor del trabajo en equipo, el compromiso mutuo y el concepto de la inteligencia colectiva son algunas de las cuestiones que he revisado durante las semanas previas a nuestra reciente cita con las urnas.
Si bien, aparentemente, hemos avanzado bastante en materia de perspectiva de género a la hora de redactar las noticias y los titulares, sobre todo en aquellos relacionados con la violencia de género, parece que todavía nos queda camino por recorrer en otros temas que puedan parecer menos sensibles o delicados. En este artículo se comparan los titulares de tres noticias muy distintas, pero que tienen un denominador común: las tres están protagonizadas por mujeres que, además, son famosas y poderosas.
Si el mundo rural resulta invisible para el conjunto de la sociedad, más aún lo son las mujeres rurales. Ellas sufren una triple discriminación al ejercer –en muchos de los casos– una actividad económica (la agraria) sometida a grandes incertidumbres, en un entorno muy masculinizado y en un medio (el rural) con poco apoyo social para las tareas familiares y la conciliación. De esta situación viene dando cuenta la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), que lleva 18 años luchando por la igualdad y el progreso de las mujeres que viven y trabajan en el medio rural.
Los pasados 19, 20 y 21 de octubre se celebró en Granada la XLVII Reunión de Estudios Regionales, que se enmarca en la International Conference on Regional Science. La sostenibilidad, los cambios demográficos y la desigualdad social de los territorios fueron los temas más recurrentes durante las jornadas. Pero lo más gratificante fue comprobar que, como solución a muchos de los problemas planteados, aparecían estrategias relacionadas con lo colaborativo.
El pasado 26 de mayo tuvo lugar, en la Escuela del Mármol de Fines, la V Edición de la Jornada Almanzora Comparte en formato hackathon. Con el doble de confirmaciones que en la entrega anterior, también se doblaron la ilusión y el compromiso. Más de 70 representantes del tejido empresarial, agrícola, ganadero, turístico, artesanal, político y social de la comarca del Almanzora participaron a lo largo del día de la dinámica del evento.
Tras el paréntesis de la pandemia, recuperamos la Jornada Almanzora Comparte. Bajo el reto de «Cómo mejorar la actividad económica de la comarca», volvemos a utilizar la dinámica de la hackathon para actuar como catalizadores del intercambio de experiencias. El espíritu de esta jornada es el de la puesta en común de aprendizajes compartidos por los representantes de empresas, instituciones y asociaciones de diversos ámbitos e intereses.
Los libros, las bibliotecas y las mujeres juegan papeles similares e invisibles durante los conflictos bélicos. La labor social de las bibliotecas es ampliamente conocida, siempre al rescate de la sociedad. Lo hemos visto en las distintas crisis que hemos ido atravesando en lo que llevamos de siglo. A las mujeres se les atribuye las consabidas labores de apoyo y cuidados. Y, por otro lado, también en paralelo, ambas sufren consecuencias terribles y devastadoras.