El pasado verano leí Dune (Herbert, 1965) a cuarenta y dos grados a la sombra. Durante la lectura deseaba cambiar la camiseta y los pantalones cortos por uno de los artefactos de supervivencia de la novela: los destiltrajes de los frémen, perfectamente adaptados al clima desértico del planeta Dune. Vivir un verano postsequía como el que hemos tenido en nuestro planeta nos debería hacer reflexionar sobre las condiciones climáticas, tal como Frank Herbert lo hace en su novela. A continuación, comparto mi reflexión, explorando un objeto creado por el autor como ejemplo de diseño-ficción, y comparándolo con otros prototipos que exploran la crisis climática más allá del mundo literario del autor.
Dave Eggers retoma el universo de El Círculo (Random House, 2013) para presentar la segunda novela de su saga de ciencia ficción: El Todo (Random House, 2021). Ambos bestsellers se basan en el paradigma de las grandes tecnológicas de Silicon Valley. La primera es la historia de la vida dentro de la red social y el buscador más grande del mundo: El Círculo. En la segunda, El Círculo se ha fusionado con la mayor compañía de comercio electrónico mundial, creando la empresa más rica y el mayor monopolio nunca visto en el mundo: El Todo. Sobran las asociaciones obvias con las grandes tecnológicas.
A raíz del progreso de las sofisticadas tecnologías de control digital, hoy más que nunca resurge el referente de 1984, la distopía literaria orwelliana convertida en mitología del siglo XX. En esta obra, se ilustraba sutilmente cómo funcionaban las dictaduras del primer tercio del siglo pasado. Menos se habla de una nueva experiencia cercana a Un mundo feliz, la distopía de Huxley con la que se inauguraba la crítica cultural en el capitalismo industrial de los años veinte y treinta.
Sí. Aunque a algunos todavía nos cuesta creerlo, los psicólogos llevan años hablando de los trastornos de dependencia de internet, las pantallas o las redes sociales. Por ejemplo, en Barcelona, desde 2017, el Plan de Acción sobre Drogas de Barcelona contempla las socioadicciones, entre las que se encuentra la dependencia de internet. Lo cual ya da buena cuenta de que el problema no es incipiente.
Editorial UOC acaba de publicar, en su colección Filmografías esenciales, el volumen Cine dentro del cine. 50 películas sobre el séptimo arte, de Pablo Echart. En el libro, el autor, profesor de escritura y análisis de guion cinematográfico de la Universidad de Navarra, presenta una antología esencial del metacine, un género –o mejor, un subgénero– del cine que se centra en el proceso de creación de una película y en los personajes involucrados en ella, tales como directores, productores, actores y guionistas.
Mucho se ha hablado –y se seguirá hablando– sobre el impacto en la vida adulta de los niños que crecieron entre los focos del cine, la televisión y la industria del espectáculo. Y en particular: sobre qué fue lo que vivieron o dejaron de vivir en sus infancias, lo que supuestamente les impide vivir una vida adulta sana y equilibrada. Seguro que de inmediato se os viene a la mente algún caso. Saludos a Macaulay Culkin. Y recuerdos para Kailia Posey.
Para la cibernética todas las entidades, ya sean seres vivos o mecánicos, funcionan como sistemas de autorregulación. Esta indistinción entre lo «vivo» y lo «muerto» (o no-vivo) coloca en el mismo plano anorgánico (ni orgánico ni no-orgánico) la subjetividad e identidad humanas y la capacidad de agencia de las máquinas (Salzano, 2022). Desde este paradigma, la tecnología actúa difuminando las líneas que conforman la interioridad humana, abriéndola al afuera, ya sea mediante experiencias de terror o de éxtasis.
Marc-Uwe Kling ha escrito QualityLand (2017), una novela que no solo es un best seller, sino que además analiza de forma divertida los retos de la digitalización de la sociedad y está teniendo más impacto que cualquier texto académico. La novela es una distopia más sobre qué puede pasar si las tecnologías digitales que conocemos hoy en día siguen avanzando por donde van. Muy en la línea de otras novelas distópicas sobre tecnología, como El Círculo (Eggers, 2017) o Clara y el sol (Ishiguro, 2021).
Este verano pude finalmente sumergirme en la dulce lectura de un bestseller atípico. El infinito en un junco, de Irene Vallejo, narra la historia de los libros (Vallejo, 2021). Su lectura me permitió reflexionar sobre los avatares del oficio de los escribanos en tiempos de las redes sociales.
El año 2020 fue, sin duda, la era de la explosión del pódcast. Los datos demuestran que el 2021 ha sido el año de la irrupción de los audiolibros, como una de las opciones sonoras que encaja con los nuevos modelos de consumo y estilo de vida (¿post?) pandémica. El surgimiento de nuevas plataformas de audiolibros (también incluyen pódcast) –que por una tarifa plana permiten consumir todo aquello que está disponible en su canal– ha sido clave en la irrupción de los audiolibros, en lo que creo que se considerará la era del audio.