El estudio de la creatividad ha interesado a perfiles de investigadores de variadas disciplinas, desde la psicología hasta la más reciente sociobiología. Entre las lecturas veraniegas he descubierto el trabajo de uno de los padres de esta última, el entomólogo Edward O. Wilson, que promete un viaje por las galerías de los orígenes de la creatividad humana y acaba vaticinando una Tercera Ilustración.
En 1899 Thorstein Veblen escribió La teoría de la clase ociosa como una crítica a una sociedad norteamericana que en dos décadas se convertiría en la llamada sociedad de consumo. Durante aquellos felices veinte (roaring twenties) se infló lo que sería una de las burbujas económicas más sangrantes y, un siglo más tarde, tras los meses en los que nos hemos visto en la obligación de permanecer en burbujas físicas por el confinamiento, hablar de consumo en singular puede revelarse insuficiente.
Entramos en fases de desescalada, lo que implica que empezarán a reactivarse muchos sectores y negocios, después de dos meses de parón obligado de la actividad habitual por la pandemia del COVID-19. Un parón durante el que, sin embargo, en muchas empresas se ha trabajado más que nunca para buscar formas alternativas de organización, producción, ventas… También las empresas publicitarias se han visto afectadas, pero a diferencia de anteriores crisis, parece que ahora se reivindican más que nunca como un jugador imprescindible para ganar este maldito partido.
Las marcas son vulnerables, igual que las personas. Sufren las consecuencias de las crisis económicas y, como estamos viendo en plena pandemia del COVID-19, tampoco escapan a crisis sanitarias. Tienen que ocuparse de campañas canceladas, eventos postergados, importantes oscilaciones de ventas… y algunas, además, estarán pendientes de la gestión de su reputación en redes, simplemente por llamarse, sí, Corona.
Estoy sentada en el travesaño de una letra hache inmensa, capitular. Balanceo los pies como en un columpio, mientras observo el mar aparentemente calmado de las palabras alineadas que me esperan ahí abajo. No sé qué me voy a encontrar, pero, en cuanto baje, me sumergiré en cada detalle, me fijaré en el orden de los adjetivos, en los puntos y coma que ya nadie ve y ojalá pueda deslizarme por el trazo de alguna ilustración como si fuera un tobogán.
Junio es el mes de la creatividad publicitaria por excelencia porque se celebran dos de los festivales más importantes del sector: El Sol y Cannes Lions. A propósito de este último, el Colegio de Publicitarios y Relaciones Públicas de Cataluña reunió el pasado 5 de julio a cuatro profesionales de primer nivel para analizar las tendencias detectadas y descubrirnos cómo se está transformando la profesión.
Reconocida con el prestigioso Leadership Award 2018 del Club de Marketing, Montse Lavilla es una apasionada de la publicidad, del ámbito online y de la docencia “por las posibilidades de aprendizaje non stop” que suponen. Es un lujo contar en la UOC con una profesora colaboradora como ella y que nos dedique aquí unos minutos para hablar sobre la profesión, la formación y un futuro que no espera porque hay que adaptarse a cambios continuos.
Pocas manifestaciones humanas pueden resumir de manera tan rápida y sintética la evolución de las sociedades a lo largo de la historia como lo hace la publicidad. En solo veinte segundos, una página, un banner... los anuncios replican modelos y valores sociales, proyectan aspiraciones humanas, recurren a emociones latentes en cada época. El año 2018 nos ha dejado un retrato social en forma de anuncios publicitarios sobre grandes temas de reflexión.
Vaya por delante que también hay motivos para odiar la publicidad. Aquella que nos interrumpe sin aportar valor, la que estereotipa sin asumir consecuencias, la cansina, la irrelevante. La publicidad forma parte de nuestras vidas, pero pensamos que podemos vivir sin ella. ¿Por qué, entonces, se recurre a la publicidad ficticia en muchos videojuegos?...
«Espero que este máster me abra puertas para especializarme profesionalmente». Con este firme deseo conversamos con Sònia, que decidió cursar el máster en un año, mientras hace prácticas y trabaja al mismo tiempo. Persona inquieta, trabajadora y con muchas ganas de aprender, se matriculó en este máster oficial de la UOC para poderse especializar en un ámbito con una gran demanda profesional. Sin duda, la digitalización ha supuesto un cambio en la manera de trabajar de los periodistas y actualmente los profesionales de la comunicación ya no son los únicos que producen contenidos informativos.