En los últimos días, en muchos medios de comunicación se ha hecho eco y han difundido los informes publicados recientemente por el proyecto Safer cities for girls, iniciativa de la ONG Plan Internacional y codirigido en esta última edición por un grupo de investigadoras e investigadores del grupo de investigación GAME, de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
El proyecto se vio afectado por el confinamiento y por este motivo se ajustó el calendario de
recogida de datos, mediante el mapa donde las jóvenes indicaban los puntos en las calles, de su barrio, de los trayectos habituales u ocasionales donde habían sufrido algún tipo de situación o hecho inseguro, de menor o mayor gravedad. La metodología también se vio modificada, y las entrevistas y grupos de discusión se trasladaron al formato
online.
En el caso de Barcelona ciudad, de los más de 300 datos recogidos en el mapa, 195 eran de jóvenes cuyas edades pone en relieve el proyecto, es decir, entre 15 y 25 años. Hablamos en femenino, pero hay que indicar que el 3% de las respuestas fueron hombres o personas con otras identidades de género.
Destacamos algunos de los datos obtenidos, pero no debemos perder de vista el objetivo principal del proyecto que es cuantificar y tener datos fiables sobre la violencia de género y construir ciudades seguras.
El 81% de estas mujeres jóvenes explicaron que las experiencias eran esencialmente negativas (acoso en la calle), y en un 71% de los casos fue acoso sexual sin contacto físico que se produjo mayoritariamente en la calle (44%). También es cierto que se han recogido "buenas experiencias" y en estos casos también tienen lugar en la calle, aunque en menor medida que las experiencias negativas (28%). El motivo de discriminación es el género, sin dudarlo, ya que se produce en un 66% de los casos.
Además, los hombres y mujeres jóvenes encuestados relacionaron la seguridad de un lugar con el hecho de que haya vigilancia (25%), sea un espacio concurrido (25%) o tenga infraestructuras seguras (23%). Esta imagen se complementa con los datos que indican que la inseguridad y las agresiones no tienen un patrón, que se producen en cualquier franja horaria; por otra parte, la calle es el lugar más habitual, en segunda posición, haciendo deporte o yendo en bicicleta y en tercer lugar se produce en el transporte público.
Las personas jóvenes prefieren desplazarse por los lugares que perciben como más seguros, conocidos o cercanos, evitando viajar solas, por lugares solitarios o callejones. Lamentablemente uno de los resultados más aterradores es que hemos detectado una cultura generalizada de normalizar un acoso cotidiano (18%). De hecho, los casos que se denuncian de manera oficial son mínimos (3%) y el 14% afirma que sigue su camino de destino a pesar de la mala experiencia. Algunas personas evitan volver solas (14%), otros eligen una ruta alternativa (17%) y la gran parte (27%) se queda en un comentario dentro de su entorno íntimo de amistad o familiar.
La parte cuantitativa estaba complementada por la cualitativa. En la ciudad de Barcelona se entrevistó a la comisionada de Acción Social del Ayuntamiento de Barcelona; una trabajadora de los Servicios de género, también del Ayuntamiento de la misma ciudad; una periodista especializada en género; una educadora social, y la responsable de una cooperativa de mujeres arquitectos y urbanistas feministas.
Los ejes tratados en las conversaciones fueron: el urbanismo feminista, las medidas concretas que tiene la ciudad, los retos existentes, la importancia de la educación y la formación, así como la agenda de los medios de comunicación y las experiencias vividas. Destacamos un par de medidas explicadas, como son:
Aquí t’escoltem y los
Puntos de Atención e Información a la Mujer (PIAD). Barcelona es una ciudad con una gran cantidad de proyectos y medidas, pero gran parte de ellas tienen poca visibilidad y son poco conocidas por la ciudadanía.
Focalizando en el periodismo y los medios, destacaría la idea expresada por la responsable de Catalunya Plural: "Desde el momento en que los medios nos quedamos en ese feminismo de clase media blanca, estamos invisibilizando muchísimas realidades. Y no sólo eso, sino que también las estigmatizamos [...] si no atacamos todas las desigualdades que hay, empezando por la de género y acabando por la de clase, no vamos a conseguir nada".
Y, por último, en febrero de este año, se hizo el encuentro online de jóvenes de las tres ciudades de España y de las tres ciudades belgas donde se propusieron, votaron y decidieron las recomendaciones para conseguir unas ciudades más seguras. En el caso de Barcelona fueron las siguientes:
- implementar de manera interseccional medidas de urbanismo feminista: poner la vida y los cuidados en el centro de los debates y las políticas públicas;
- incorporar una perspectiva de género transversal en la educación a todos los niveles, formales y no formales, que cambie los estereotipos de género y vincule la igualdad de género con una mejora de vida para todos;
- fomentar la participación de los jóvenes en los espacios de discusión y diseño de ciudades más seguras para tener en cuenta sus experiencias, demandas y necesidades en el campo de una ciudad inclusiva;
- incrementar la detección, prevención y las medidas de seguridad,
- y aumentar los espacios de difusión, los canales de comunicación y de sensibilización sobre el acoso y las medidas urbanas.
El proyecto dispone de muchos más datos y posibilidades de análisis que queremos terminar de trabajar en los últimos meses del año 2021. Por el momento, queremos seguir con la difusión y el eco de los informes, con la voluntad de que las administraciones, los políticos y las entidades vinculadas puedan escucharnos y aplicar cambios.
¡Queremos ciudades seguras, queremos una Barcelona segura!
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