Ahora que viene el buen tiempo y algunas empezamos nuestro particular período de estivación, propongo realizar un recorrido sobre algunos cambios que se han producido en los discursos, las representaciones y los imaginarios culturales del turismo en el cambio de siglo en un contexto de crisis económica y climática, con la industria turística en el centro de los debates sobre el modelo español construido en el desarrollismo y consolidado durante la transición.
La primera escena de Veneciafrenia (Álex de la Iglesia, 2022) nos muestra a un artista local que, vestido con máscara y traje de bufón, asesina a un turista frente a las cámaras y risas de decenas de personas que lo están viviendo como una performance dentro de la lógica del espectáculo de masas que supone la experiencia contemporánea de la ciudad de los canales. En clave de slasher, la película cuenta la historia de un grupo de amigos jóvenes españoles (tres chicas y dos chicos) que se van a pasar unos días a Venecia como despedida de soltera de una de ellas. Entre copas, risas y ganas de fiesta, terminan siendo perseguidos y asesinados por un grupo de locales dispuestos a llegar a las últimas consecuencias para liberar a su ciudad de la invasión de turistas.
Si entendemos el ocio como una consecuencia del desarrollo de las sociedades avanzadas, el turismo sería la expresión de ese consumo específico y superfluo que pasa por la búsqueda de un bienestar y una participación social una vez que se han satisfecho las necesidades básicas del ser humano. Pero, si entramos en las motivaciones para viajar, la variable de los «estilos de vida», con su carga de identidades, aspiraciones y distinciones, pone en marcha una dinámica en la que las representaciones (y, en la era de los social media, de las autorrepresentaciones) son uno de sus elementos principales.
La Spanish Film Comission tiene claro que las películas y series consiguen una vinculación emocional importante entre los espectadores y los espacios representados, hasta el punto de que el «turismo de pantalla» (cine, series, programas de televisión, publicidad) supone un negocio de hasta 80 millones de personas, que toman la decisión de viajar por lo que han visto en la pantalla en detrimento de sugerencias y consejos de amistades y familiares.
Mientras que el marketing, el city branding o el branding a secas van convirtiendo nuestros espacios, ciudades, identidades y experiencias de vida en «marcas que gestionar», un repaso por los relatos y representaciones del turismo en el cine español popular nos puede poner un poco de perspectiva histórica sobre cómo se han ido configurando nuestros imaginarios.
El turismo reflejado por el cine
Si en Veneciafrenia el turista es la víctima (sin demasiado apego por ese destino, todo sea dicho), en Justino, un asesino de la tercera edad (La Cuadrilla, 1994), el turista es el asesino. O, mejor dicho, el aspirante a turista es el asesino. Porque el gran dilema del protagonista, un puntillero jubilado, es que está dispuesto a matar a todo aquel que se atreva a impedirle pasar unos días de vacaciones en Benidorm, ciudad turística por excelencia y utopía de la tercera edad española.
Benidorm, Mallorca, Málaga… Los viajes del Imserso fueron un puntal de los planes del desarrollismo franquista, junto a la aprobación de la jubilación a los 65 años y la mejora de las infraestructuras turísticas y la esperanza de vida del país. Justino encarnaría ese turismo social entendido como conquista y derecho adquirido por parte de una clase trabajadora excluida de las experiencias y la participación del tiempo y los espacios de ocio.
Ese imaginario tuvo su reflejo en el cine de la época, en títulos populares como Festival en Benidorm (Rafael J. Salvia, 1960), La gran familia (Fernando Palacios, 1962), Un beso en el puerto (Ramón Torrado, 1965), 40 grados a la sombra (Mariano Ozores, 1967), El turismo es un gran invento (Pedro Lazaga, 1968), Verano 70 (Pedro Lazaga, 1969) o Relaciones casi públicas (José Luis Sáenz de Heredia, 1968). Veranos costumbristas de las familias españolas que ya muestran las tensiones entre las aspiraciones de los visitantes y la picaresca de los locales, atisbando la gallina de los huevos de oro de la nueva industria nacional.
Nancy Berthier propone, respecto al extenso corpus de películas españolas en las que se narra el turismo costero, «la existencia de una configuración topográfica conflictiva que conjuga una articulación entre un ser y un estar: los personajes desean fuertemente no solo estar en la playa sino también llegar a ser turistas, deseo que es la fuente de la dinámica narrativa». Para ello, propone el análisis del imaginario de Mallorca en El verdugo (Luis García Berlanga, 1963) y de Benidorm en Justino, un asesino de la tercera edad (La Cuadrilla, 1994) y Barrio (Fernando León de Aranoa, 1999) como elementos que configuran un anhelo de huir de lo cotidiano, de salir del enclasamiento y la exclusión de la que les hacen ser conscientes las imágenes publicitarias de esos «paraísos».
Hay un evidente componente de clase en todo lo relacionado con el turismo. A medida que se democratizan los accesos y lugares geográficos (a medida que se vuelven más accesibles económicamente), más barreras se levantan en las estrategias del marketing de destino y distinción. El turismo espacial es el último, pero también las exclusividades de destinos «auténticos», «ecológicos», «naturales» y «verdes» que tenemos a la vuelta de la esquina de nuestras ciudades contaminadas y hostiles.
Barreras a menudo invisibles: en Libertad (Clara Roquet, 2021), la adolescente protagonista descubre que el idílico verano ampurdanés de la burguesía catalana a la que pertenece su familia es un espacio asfixiante, una condena de clase para la hija adolescente de la trabajadora doméstica de la familia. La verdadera libertad para Libertad será regresar a Colombia y dejar de ser «la otra» (la inmigrante, la sexualizada, la disponible, la descarada) de todos los imaginarios y aspiraciones de sus contemporáneos españoles.
Para saber más:
BERTHIER, Nancy (2013). «Visiones cinematográficas del turismo costero: el punto de vista de los excluidos (El verdugo -1963-, Justino un asesino de la tercera edad -1994-, Barrio -1999)». A: Cahiers de civilisation espagnole contemporaine, no. 11. DOI: https://doi.org/10.4000/ccec.4910
Citación recomendada
PUJOL OZONAS, Cristina. Imaginarios del turismo en el cine español. COMeIN [en línea], junio 2022, no. 122. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n122.2239
Profesora de Comunicación de la UOC