A veces la casualidad sitúa dos eventos en un tiempo próximo y te hace ver las cosas con una nueva perspectiva. En este caso, y este será el tema de este artículo, hablaremos de la primera condena por fake news y el futuro de Twitter. De todo ello me gustaría comentar algunos aspectos que me parecen interesantes.
Es indudable que todos los objetos diseñados, ya sean analógicos o digitales, consumen o han consumido energía eléctrica. Ya sea en su producción (una silla) o en su distribución, la han consumido. Y muchos de ellos se alimentan de la electricidad para funcionar regularmente, como por ejemplo una cafetera o un teléfono móvil.
En octubre de 2019, publiqué un artículo sobre DORA (Declaration on Research Assessment, la declaración de San Francisco sobre la evaluación de la investigación) en el que hablaba de las implicaciones que tenía la firma de esta declaración por parte de la UOC. Muy sintéticamente, DORA critica las limitaciones del factor de impacto y, de un modo más general, denuncia una evaluación de la ciencia basada en ideas de excelencia exclusivistas, bibliométricas y mecanizadas.
Los pasados 19, 20 y 21 de octubre se celebró en Granada la XLVII Reunión de Estudios Regionales, que se enmarca en la International Conference on Regional Science. La sostenibilidad, los cambios demográficos y la desigualdad social de los territorios fueron los temas más recurrentes durante las jornadas. Pero lo más gratificante fue comprobar que, como solución a muchos de los problemas planteados, aparecían estrategias relacionadas con lo colaborativo.
Bajo el nombre clave de «Operación Puente de Londres» se trabajó todo el conjunto de acciones operativas que realizar en el momento de la muerte de la reina Isabel II, la Queen del Reino Unido durante siete décadas. Dentro del conjunto de actos y eventos preparados, la organización de la histórica cola para la capilla ardiente de la reina ha sido tan destacada que ha conseguido tener nombre propio: la Queue (la Cola, en mayúsculas).
Las revistas científicas son una pieza clave en la vida académica del profesorado, puesto que sin publicaciones no se puede progresar –de momento– en el alpinismo universitario. Una revista, mirada con ojos de autoría, es una cabecera que tiene unas características de indexación, posicionamiento según las citas, tarifas más o menos caras –pocas sin APC (cargo por procesamiento de artículos)–, una web más o menos amigable, ...
En estos últimos meses la atención se ha fijado en los movimientos de compra e inversión en las plataformas social media. Eso explica la cobertura dada a las tentativas y compra de Twitter por Elon Musk. Pero el sector de la comunicación está en cambio constante y las dudas sobre el modelo de negocio planean sobre los grupos mediáticos donde también se producen cambios habituales entre los inversores. Junto a intereses comerciales, otros atractivos y razones estratégicas se encuentran detrás de estas actuaciones.
El pasado 15 de septiembre se presentó el libro Indigenous Media Activism in Argentina. Publicado por Routledge en el marco de la serie «Media and Communication Activism. The Empowerment Practices of Social Movements», junto a la autora, Francesca Belotti, participaron tres comentaristas de prestigio internacional: Claudia Magallanes-Blanco (Universidad Iberoamericana Puebla, México), Amalia Córdova (Smithsonian Institution, Estados Unidos) y Salvatore Scifo (Bournemouth University, Reino Unido).
El pasado 14 de octubre tuvo lugar una acción llevada a cabo por dos activistas en la National Gallery de Londres: el lanzamiento de una lata de sopa de tomate a una de las versiones del cuadro Los girasoles (1888) de Van Gogh, que –justo es decir– está protegido por un vidrio. La acción ha tenido bastante repercusión en las redes y ha puesto sobre la mesa el debate sobre la crisis climática y sus diversas formas de activismo. En este artículo expongo algunas de las ideas contrapuestas que se han dado en este caso.
Tal y como vimos en la primera entrega de este artículo, el funeral de la Reina Isabel II del Reino Unido reunió a más de 500 mandatarios de todo el mundo, 2.000 invitados dentro de la abadía de Westminster y una audiencia de millones de personas que siguieron la retransmisión en directo. El acto, que duró menos de una hora, fue un ejemplo de ceremonial, etiqueta y protocolo. En esta última entrega, analizamos los símbolos, la parte musical, la etiqueta y la ornamentación floral.