Marché de vacaciones con un artículo medio apuntado en el que señalaba que el principal problema que tenía el Partido Demócrata en las elecciones americanas no era solo la desinformación, sino los hechos que sí eran ciertos en este caso precisamente, dada la percepción que se estaba generando alrededor de Biden. De hecho, lo quería titular Amicus Biden, sed magis amica veritas (Biden es mi amigo, pero más amiga es la verdad), parafraseando aquello que ya había dicho Aristóteles respecto de su maestro Platón.
Pues bien, no hizo falta hacerlo, porque el partido empezó a tomar conciencia y, al regreso de las vacaciones, ya tenemos una nueva candidata: Kamala Harris. Cuando se publique el artículo, ya se habrá celebrado el primer debate y a pesar de que siguen las dudas sobre si ya se ha generado la bola de nieve necesaria o se queda en agua de borrajas, seguimos perdidos entre rumores sobre los gatos de Springfield.
Publicación del autor en X del pasado 28 de junio augurando dificultades al entonces candidato Joe Biden
Fuente: X/@alexandrelopez
Hagamos, pues, un cambio para tratar, según mi punto de vista, el otro gran tema de este verano: el papel geopolítico de las redes sociales. De aquí el título, aprovechando el juego de palabras entre el riesgo que asumen las redes sociales para enfrentarse a los estados (de los cuales dependen las reglas del juego que juegan) y el hecho de que empiezan a jugar al Risk al adoptar un rol geopolítico, de poder todavía blando, para devenir un posible nuevo poder (quinto, sexto... ya hemos perdido la cuenta) que hasta ahora no habían querido ejercer abiertamente.
La presencia de Elon Musk en Twitter (el nombre anterior como nostalgia de mejores recuerdos) ha generado numerosos retos a nivel geopolítico, especialmente en el contexto de las elecciones en los Estados Unidos y los recientes acontecimientos en Brasil y el Reino Unido. Como si fuera un partido de fútbol entre redes sociales y estado (de nuevo, un recuerdo nostálgico: el gag de Monty Python del partido entre filósofos griegos y alemanes). Esta situación pone de manifiesto la complejidad del equilibrio entre la influencia en el discurso público de las empresas tecnológicas y su responsabilidad ante las implicaciones políticas y sociales.
Uno de los principales retos que surgen con el posicionamiento de Musk en X es la capacidad de esta plataforma y de su gestor (!) para influir en los procesos electorales. En las elecciones de los Estados Unidos, que se celebrarán el 5 de noviembre de 2024, el rol de las redes sociales puede volver a ser decisivo para decantar el voto en los estados que parece que serán clave para dar la victoria a un contrincante u otro. En 2016, ya se demostró como Facebook y Twitter podían ser utilizados para la difusión de desinformación y noticias falsas, afectando significativamente el resultado electoral. La preocupación sobre la capacidad de Musk para controlar una plataforma con tanto de alcance genera dudas sobre cómo se regulará el contenido político durante el periodo electoral y qué mecanismos se implementarán para evitar la manipulación de la opinión pública. El creador del algoritmo por el cual vemos unos u otros contenidos ha tomado partido. Un Bannon 2.0 mucho más evolucionado, y más peligroso.
Publicación del propietario de X apoyando a Trump a principios de septiembre en su plataforma
Fuente: X/@alexandrelopez
El hecho de que Musk tenga el control sobre una plataforma tan poderosa como X puede plantear conflictos de intereses, sobre todo si sus acciones empresariales interfieren en la imparcialidad de la red. Como los superhéroes, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y Musk ya ha demostrado que solo responde a un interés: el suyo. Lejos (tan solo en 2022) queda un artículo en el cual expresaba los equilibrios entre Trump, Obama y Musk. Así pues, la transparencia en la gestión de X durante las elecciones será un factor clave para mantener la confianza pública en el sistema electoral y la aceptación de los resultados.
La adquisición de X por parte de Musk ha sido acompañada de promesas de mayor libertad de expresión y de un menor control del contenido, pero esto ya está mostrando que lo que hace es dejar el terreno de juego libre para que campe la desinformación, como aquella escena de El Padrino en la que el corrupto capitán Marc McCluskey vacía de guardaespaldas el hospital de Vito Corleone. Ahora bien, como en el debate posterior al desafortunado asesinato que tuvo lugar este verano en Mocejón, las redes no se tienen que regular en caliente y sin escuchar a todo el mundo, más como reacción que como proacción.
Uno de los grandes dilemas que rodean a Musk y a X es el reto de la regulación. Los gobiernos están cada vez más preocupados por la influencia de las redes sociales en el discurso público y los procesos democráticos. Sin embargo, el terreno de juego global de estas plataformas dificulta la implementación de regulaciones nacionales efectivas, lo cual nos trae el recuerdo de aquellos debates sobre el internet de los principios como Wild Wild Web. Además, Musk ha demostrado tener una posición reticente hacia los reguladores gubernamentales, a menudo abogando por un enfoque más laxo en términos de supervisión y control de contenidos. Esto ya está generando tensiones entre Musk y los gobiernos, especialmente durante acontecimientos políticos importantes como por ejemplo elecciones.
En resumen, la presencia de Elon Musk en X plantea retos geopolíticos significativos, tanto en cuanto a la influencia sobre las elecciones en los Estados Unidos como en cuanto a los riesgos asociados a la propagación de desinformación y la polarización social, como se ha visto en Brasil. Su gestión de la plataforma, su resistencia a la regulación y su capacidad para influir en el debate público continuarán siendo temas de debate a medida que se acercan los próximos procesos electorales y otros acontecimientos políticos relevantes. Este artículo es la primera parte de una reflexión que se cerrará en noviembre, cuando sepamos del cierto qué ha pasado en los Estados Unidos. Como dice Enric Juliana en La Vanguardia, todo el mundo está medio parado esperando.
Banda sonora:
Guns N’ Roses (1991). November Rain. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=8SbUC-UaAxE
«[...] And when your fears subside
And shadows still remain, oh yeah
I know that you can love me when there’s no one left to blame
So never mind the darkness, we still can find a way
‘Cause nothin’ lasts forever, even cold November rain [...]»
Citación recomendada
LÓPEZ-BORRULL, Alexandre. «Las redes juegan al Risk: esperando la lluvia de noviembre». COMeIN [en línea], septiembre 2024, no. 146. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n146.2458