ArtículosNúmero 121 (mayo 2022)

Obama, Trump y Musk: «el bueno, el feo y el malo» en la tensión entre libertad de expresión y desinformación

Alexandre López-Borrull

Podría decir que el orden de los nombres es fortuito, pero no lo es y, aunque la Wikipedia me informa de que hay una divergencia en el título entre el Estado español y Sudamérica (en el primero era El bueno, el feo y el malo, mientras que en el segundo era El bueno, el malo y el feo), es evidente que no soy equidistante entre los tres personajes y que el orden tiene sentido y de momento, todavía, Trump es el malo y Elon Musk es el feo, no por temas estéticos sino porque le ha tocado. Veamos cómo se está comportando cada uno de ellos en el tablero de las redes sociales, en la tensión –como veremos– entre libertad de expresión y desinformación.

 

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Cartel del film de Sergio Leone

Fuente: PEA Production

 

En primer lugar, Barack Obama. Presidente de los Estados Unidos de 2009 a 2017 y ahora uno de aquellos prejubilados que busca su papel y su rol. Cuando has sido presidente, debe de costar saber a qué dedicarte, y entre fiscalizar y marcar el camino de tus sucesores o bien regar las plantas en tu casa en el exclusivo barrio de Kalorama, encontrar tu lugar no ha de resultar difícil. Entre las dudas sobre cómo cuidar la imagen de Michelle Obama en el futuro y recuperar aquella aura de innovador, Obama parece haber encontrado, como decíamos, su espacio y su papel.

 

Así, hace poco tiempo, de lo que me advirtió el observador de tendencias Miquel Pellicer, Obama entró en el debate de la desinformación mediante dos apariciones diferentes, pero con un mismo relato: cómo las redes sociales pueden erosionar la democracia por culpa de la desinformación que circula por ellas. En el primer evento organizado por la revista The Atlantic y el University of Chicago Institute of Politics, Obama tuvo una conversación sobre su visión de las redes sociales y las soluciones que él propone. Posteriormente, el 21 de abril dio una conferencia en Stanford que trataba sobre cómo la desinformación es uno de los retos de la democracia en el reino digital. Sí, en Stanford, lo que significa que Obama va a Silicon Valley, al ecosistema de la innovación, las plataformas y las redes sociales a señalar cosas que debemos recordar.

 

Obama y la gestión de la información

 

Por lo tanto, para Obama la desinformación es un problema que hay que resolver y algo que puede desmoronar los cimientos del sistema democrático liberal de Estados Unidos. De esta charla, me quedo con esta frase que también destaca la CNN:

 

«Social media did not create racism or white supremacist groups. It didn’t create the kind of ethnonationalism that [Russian president Vladimir] Putin is enraptured with» [, Obama said.] «All these things existed long before the first tweet or Facebook Poke. Solving the disinformation problem won’t cure all that ails our democracies or tears at the fabric of our world. But it can help tamp down divisions and let us rebuild the trust and solidarity needed».

 

Personalmente, me parece muy importante la idea fuerza de su relato. Mientras que, en lo académico, a menudo valoramos si la polarización social y política y el impacto de las redes sociales son el huevo o la gallina (qué es previo a qué), Obama viene a decir que en primer lugar debemos tratar de solucionarlo en beneficio de todos. Y traslada esta presión a las compañías y plataformas tecnológicas. También es relevante que sea Obama, quien ya fue objeto de las primeras grandes campañas de desinformación en las redes sobre si era o no musulmán, por ejemplo. Y señala que no todo vale en las redes, que hay que resolver, entre la Administración y las plataformas, el problema de la desinformación y evitar que este acabe generando un clima irrespirable, como se vio con la COVID-19 o los sucesos del Capitolio. Que la gestión y curación de contenidos debe hacerse y hacerse mejor, porque tiene consecuencias. De nuevo, la lucha contra la desinformación es la gestión y curación de contenidos.

 

Por otro lado, tenemos a Donald Trump, quien todavía dice a quienes aún lo escuchan que perdió las elecciones de forma fraudulenta. Trump, a quien Twitter cerró su cuenta de forma permanente. De hecho, en las efemérides de 2021 compiladas por Tomàs Baiget, propuse esta suspensión como uno de los acontecimientos del año pasado, dado que ya se entreveía su importancia futura en el debate de las redes sociales y las libertades. El expresidente todavía tiene fuerza y poder, ascendencia y también capacidad de marcar el ritmo en el partido republicano, incapaz de desligarse y de encontrar una alternativa a Trump. Y en este entretanto, él, un animal político comunicativo, realizó un movimiento audaz.

 

Trump y la comunicación política

 

Así, mientras que plataformas alternativas como Parler se llenan de grupos, subgrupos y mensajes y contenidos de ultraderecha y negacionistas, Trump decide hacer su apuesta al crear una red social propia. Hace unos años, precisamente cuando Obama llega a la presidencia con un uso nuevo y segmentado de las redes sociales, el debate era cómo crear los perfiles propios separados de los medios de comunicación dentro de las redes sociales. Por lo tanto, poder crear y difundir contenidos en las redes de todas y todos. De hecho, es Trump quien hace surgir el fenómeno de las fake news al proclamar que los medios de comunicación contrarios son de hecho fake news, con lo que sitúa en el campo contrario, el de la mentira, a quienes le son críticos y se sitúa a sí mismo en la orilla que más le interesa, la de la verdad. Él posee la verdad, incluso la que todos niegan, o la que todavía los mejores científicos no conocen, como en el caso de las chapuceras ruedas de prensa junto a Anthony Fauci (por cierto, recomiendo mucho el documental Fauci para entender su trayectoria) durante los momentos más inciertos y duros de la pandemia de la COVID-19.

 

Trump dará otra vuelta de tuerca. Los medios de comunicación no son neutros, pero tampoco lo son las redes sociales. Ya no son canales neutros y, por tanto, hay que crear unos nuevos. Otra vuelta de tuerca, si tienes todavía la atención del público, así como audiencia, dinero y poder. Su solución a la polarización es el empobrecimiento de la pluralidad, cada uno en sus redes sociales, grandes cámaras de eco donde difundir lo que se quiera. Y por esa razón crea su red social, remarcando que Twitter ha perdido el norte. Y llega Truth Social, la red social para conocer «lo que realmente está sucediendo». Trump ya tiene su perfil. Habrá que ver la capacidad de impacto que tendrá, como cuando la gente de VOX pidió a su comunidad que dejara Twitter y se pasara a Telegram. La propuesta de Trump es que el problema no es la desinformación, sino la censura, el control de contenidos y el sesgo izquierdoso de las redes sociales y Silicon Valley. Tal como lo veo, la desinformación, al fin y al cabo, el lado oscuro de la información, es también poder y Trump la quiere seguir alimentando para recuperarlo, ya que espera que dentro de cuatro años la gente que votó contra él (más que votar a Biden) se haya olvidado de ello y se quede en casa. Como podemos ver, una visión antagónica a la de Obama. El día y la noche. Una muestra clara de la polarización social y política de Estados Unidos.

 

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Promoción de la red social Truth Social

Fuente: Truth Social

 

Musk y la ética de la comunicación

 

Y, entremedias, llega Elon Musk. A medio camino entre la boutade y la estrategia clara, el conocido empresario compra Twitter. Cuidado, que no estamos hablando de un idealista como Bill Gates o un filántropo como Jeff Bezos, sino de alguien que tiene las cosas muy claras, nacido a la sombra de Silicon Valley, en lo que se conoce como la Paypal Mafia. Mientras terminaba el artículo ya ha dado alguna idea de lo que quiere hacer con Twitter, y en su discurso habla mucho de libertad de expresión y poco de desinformación.

 

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Musk quiere revertir el cierre vitalicio de la cuenta de Trump en Twitter

Fuente: cuenta de Reuters en Twitter

 

Y este hecho es importante, porque al final son vasos comunicantes. Máxima libertad de expresión y dificultad de controlar (y cerrar) perfiles y contenidos implica abrir el grifo de la desinformación e intoxicar el discurso público con mentiras. Cerrar el grifo de los contenidos falsos puede conducir a la censura y a la falsa defensa de la existencia de un derecho a desinformar. Como conclusión, estaremos expectantes, las piezas se mueven en el tablero y habrá que ver si la compra de Musk frustra el inicio de Trump y aleja el análisis de Obama, con lo que Musk estaría creando una tercera vía para mayor gloria de Musk. Quizás al final se trata de esto. Musk piensa en Musk, como ha hecho siempre. Lo seguiremos en las redes, mientras podamos.

 

Citación recomendada

LÓPEZ-BORRULL, Alexandre. Obama, Trump y Musk: «el bueno, el feo y el malo» en la tensión entre libertad de expresión y desinformación. COMeIN [en línia], mayo 2022, no. 121. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n121.2234

medios sociales;  comunicación política;  ética de la comunicación;  gestión de la información;