Número 157 (septiembre de 2025)

‘Brain rot’ o cómo lo absurdo puede distribuir un discurso de odio

Silvia Martínez Martínez

La mayor variedad de plataformas y canales ha contribuido a la fragmentación del consumo de contenidos en un ecosistema en el que los social media se llevan una parte importante de nuestra atención. Curiosamente, mayor oferta no implica mayor calidad. Esto se hace evidente si pensamos en el tiempo que pasamos viendo vídeos de corta duración sin valor añadido, superficiales o absurdos que, aunque parecen inofensivos, pueden perjudicar e incluso difundir mensajes de odio que se filtran más allá de estos entornos.

Estudios como el «Digital News Report 2025» vuelven a apuntar la importancia que desempeñan las plataformas sociales y los conocidos influencers en actividades tan importantes como la informativa. Pero su presencia va más allá, pues sus contenidos impactan en cuestiones como decisiones de compra o en nuestro tiempo de ocio, tanto offline como digital, entre otros. Y es en este marco en el que muchas veces nos encontramos consumiendo videos cortos, con contenidos aparentemente superficiales o absurdos, con cierto impacto visual y que nos llevan a pasar de uno a otro sucesivamente al encontrar algún tipo de distracción o satisfacción en su consumo.

 

El interés por entender los efectos del empleo de servicios digitales sobre los usuarios también ha crecido en los últimos años. Desde la preocupación por las adicciones tecnológicas hasta otro tipo de consecuencias. En este contexto, se entiende que en diciembre de 2024 la Universidad de Oxford anunciara como palabra del año brain rot a la que acompaña de la siguiente definición: «the supposed deterioration of a person’s mental or intellectual state, especially viewed as the result of overconsumption of material (now particularly online content) considered to be trivial or unchallenging. Also: something characterized as likely to lead to such deterioration».

 

Sin entrar en las posibles secuelas que se apuntan en la definición, lo que sí se observa claramente es un cierto consenso en que este consumo excesivo de contenidos superficiales no es bueno. Del mismo modo, empieza a identificarse el tipo de material que se enmarcaría en esta modalidad que puede presentar algunos rasgos asociados como, por ejemplo, el empleo de vocabulario reiterativo, que juega con la sonoridad de las sílabas, inventado y sin sentido inicial, pero al que se le va asociando un cierto significado.

 

El fenómeno ‘brain rot’ en Italia

 

De este modo, este brain rot va entrando en la cultura digital y cobra tal protagonismo que encontramos incluso fenómenos de desarrollo específicos, tendencias, que se distinguen con alguna etiqueta adicional. Se incluye aquí el tan conocido «brain rot italiano», que incorpora una serie de personajes creados con inteligencia artificial que combinan habitualmente animales con objetos inanimados y cuyos videos se acompañaban de canciones o una especie de trabalenguas en italiano. En esos parloteos se cruzan palabras inventadas, como puede ser el nombre de los personajes, con otras reales.

 

Este fenómeno se ha hecho tan ampliamente popular que ha llegado a calar en el público infantil, incluso entre niños y niñas sin edad para tener perfil en redes sociales. Y es que, entre lo pegadizo de sus cancioncillas y lo llamativo de los personajes, estos han conseguido que muchos de esos pequeños y pequeñas los hayan conocido de manera indirecta, escuchando a compañeros o amigos o viendo los dibujos que estos hacían de ellos. O un poco más tarde, cuando dieron el salto a tiendas de juguetes o de ropa, de manera que los podían descubrir ya en forma de muñecos o impresiones en camisetas.

 

Pero esta superficialidad o banalidad no está exenta de reproducir estereotipos, violencias e incluso mensajes de odio que, sin darnos cuenta, van penetrando en el público, con una capacidad de influencia especial en esos targets tan permeables o vulnerables como son los menores. Así, en paralelo al éxito del «brain rot italiano» no han faltado los vídeos analizando las palabras, las frases que se pronuncian en ese material y que apuntan a insultos, palabras malsonantes, blasfemias contra distintos cultos, hasta hablar de ataques a colectivos identificados por su origen. En redes, algunos de los contenidos más señalados por este tipo de mensajes han sido personajes tan populares como Bombardino Crocodilo o Tralalero Tralala.

 

Lo que ha puesto de relieve este fenómeno es nuevamente la importancia de la educación mediática, del desarrollo de un pensamiento crítico y de la concienciación ante el hecho de que ciertos mensajes, como la desinformación o el discurso de odio, buscan distintos mecanismos –incluso material que parece inofensivo a primera vista– para calar en la sociedad incidiendo especialmente en el público más vulnerable.

 

Para saber más:

NEWMAN, Nic. (2025, 17 de junio). «Resumen ejecutivo y hallazgos clave del informe de 2025». Digital News Report 2025 [en línea]. Disponible en: https://reutersinstitute.politics.ox.ac.uk/es/digital-news-report/2025/dnr-resumen-ejecutivo

 

Oxford, press office (2024, 2 diciembre). «‘Brain rot’ named Oxford Word of The Year 2024» Oxford University Press [en línea]. Disponible en: https://corp.oup.com/news/brain-rot-named-oxford-word-of-the-year-2024/

 

Imagen de portada:

Imagen ilustrativa del concepto brain rot. Fuente: Oxford University Press.

 

Citación recomendada

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Silvia. «‘Brain rot’ o cómo lo absurdo puede distribuir un discurso de odio». COMeIN [en línea], septiembre 2025, no. 157. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n157.2559

medios sociales;  ética de la comunicación;  comunicación y educación;  entretenimiento;  terminología;