Número 139 (enero de 2024)

«FakeAutismo», una campaña contra las mentiras que condenan a casi medio millón de españoles

Marc Compte Pujol

La manipulación de la información es una de las principales lacras de la actualidad. En esta revista, hemos visto cómo afecta la cobertura de los conflictos bélicos, la política, las crisis sanitarias, etc. Aun así, también tiene una incidencia perversa en determinados colectivos vulnerables y mayoritariamente desconocidos, como el de las personas con el trastorno del espectro autista (TEA).

La Organización Mundial de la Salud estima que más del 1 % de la población mundial tiene autismo. Según datos de Statista, en España, se diagnostican unos 73 niños con TEA por cada 10.000 nacimientos, una proporción que se espera que no deje de aumentar en los próximos años. Ahora bien, a pesar de la importancia demográfica evidente del colectivo autista, impera un desconocimiento absoluto en la ciudadanía en relación con esta condición del neurodesarrollo. Y no hay nada más beneficioso para la aparición y difusión de las fake news que la carencia de conocimiento sobre una temática determinada o un colectivo determinado para sembrar mentiras malintencionadas.

 

En esta situación, se encontrarían las personas con TEA de este país, según el Centro Español sobre Trastorno del Espectro del Autismo (CETEA), que asegura que «todo lo que crees saber sobre el autismo puede estar equivocado». Una situación preocupante fruto de la desinformación imperante, que se ha convertido en una amenaza global para la libertad y el desarrollo de las personas que conviven con esta condición.

 

Para hacer frente a los contenidos falsos que proliferan en las redes sociales y en resultados dudosos en buscadores, el CETEA ha ideado la campaña #FakeAutismo con dos grandes objetivos. Por un lado, facilitar «la verdad» en relación con las personas con autismo, desmintiendo los bulos más frecuentes y peligrosos. Por otra parte, pedir la colaboración ciudadana mediante la detección y denuncia de noticias falsas concretas usando el hashtag #FakeAutismo o enviándolas directamente a comunicacion@centroautismo.es.

 

Rebatiendo las mentiras más difundidas

 

El autismo es una dolencia y, por lo tanto, se puede curar; el uso de pantallas digitales durante la infancia provoca autismo; autismo significa aislamiento social; el autismo es solo cosa de niños, etc. Cualquier persona conocedora del trastorno del espectro autista se pondría las manos en el jefe al leer estas afirmaciones, que no tienen ni pies ni cabeza, a pesar de frecuentar el ciberespacio. Por medio de vídeos de historias reales de personas muy diversas con autismo, la campaña de concienciación argumenta la falsedad de estas afirmaciones de una manera transparente y creíble.

 

#FakeAutismo es un paso importante para desmentir falsas creencias alrededor del TEA, pero cabe decir que el mundo asociativo español ya hace tiempo que procura rebatir activamente la desinformación. A continuación, destaco algunos ejemplos.

 

En primer lugar, el vídeo-entrevista a Ruth Vidriales, directora técnica de la Confederación Autismo España (CAE), quien desmiente algunos de los falsos mitos vinculados al colectivo, como el hecho que la vacuna de la triple vírica provoca autismo; que esta condición puede desaparecer y que casi no afecta después de la adolescencia; que las personas autistas se aíslan de manera voluntaria; o que hay técnicas para detectar precozmente el autismo en el estado prenatal. En el vídeo, se califican estos ejemplos como «pseudociencia y pseudoinformación que crea mucha confusión a las familias y en la salud y bienestar de las personas que sufren el trastorno». También se alerta de los mitos no necesariamente negativos, pero que acaban creando una falsa idealización del autismo, como el hecho de creer que casi todas las personas con TEA son genios como los que aparecen en series de televisión (The Good Doctor, Big bang Theory o Doctor Mateo, entre otros).

 

En segundo lugar, querría destacar la campaña Llamémoslo por su nombre, que la CAE lanzó el 2 de abril de 2023, coincidiendo con el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo. Uno de los principales objetivos de la campaña, según la compilación en su web, era «derivar estigmas y falsas creencias» para construir entre todas y todos una sociedad inclusiva para las personas autistas y garantizar el pleno goce de sus derechos, de acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las personas con discapacidad y de la Estrategia europea de discapacidad 2021-2030. En el manifiesto creado especialmente para la campaña, se especifica que «comprender el autismo contribuiría a eliminar barreras significativas para las personas autistas, como el acceso al diagnóstico, la educación, los espaldarazos e intervenciones, la participación activa en la comunidad y el acceso a la ocupación y la vida independiente».

 

En tercer lugar, encontramos la Cátedra en Autismo de la Universitat de Girona, que lista en su web otras creencias erróneas sobre las personas autistas, como por ejemplo que el autismo es fruto de una mala crianza por parte de las familias; que todas las personas con TEA tienen retraso mental o, por el contrario, que todas son muy inteligentes; que ninguno de ellos es capaz de comunicarse, no miran a los ojos, no sonríen ni responden a las muestras de afecto; que el autismo está relacionado con la intoxicación por metales pesados como el mercurio o el plomo; o que son fruto de intolerancias alimentarias al gluten o a la caseína.

 

El papel de los medios de (des)información

 

Más allá de las informaciones fácilmente detectables como falsas, sobre las que ponen el foco las iniciativas anteriores, me gustaría alertar de la existencia de determinados medios de comunicación que colaboran en la desinformación sobre el colectivo, creando alarmas sociales totalmente injustificadas, hasta el punto de criminalizarlo.

 

Sin ir más lejos, el pasado mes de septiembre hubo un apuñalamiento en un instituto de Jerez de la Frontera que fue cubierto por determinados medios de comunicación que situaban el foco en la posible condición del agresor: «dicen que el agresor tiene un poco de autismo». La asociación Autismo Cádiz tuvo que intervenir, y pidió a periodistas y ciudadanía que no relacionaran las conductas agresivas con este trastorno. Una buena muestra de que las entidades de carácter local o regional son muy útiles para contrastar rápidamente la desinformación que les afecta más directamente. Por suerte, también reaccionaron a la mala praxis periodística otros medios comprometidos con el rigor y la ética, como El Español y su artículo titulado «La gran mentira del autismo y la violencia: la mayoría de niños con TEA son víctimas, no agresores». No se podía encontrar una manera más clara y directa de expresarlo.

 

Es evidente que las personas con autismo se enfrentan a una multitud de estigmas y prejuicios generados, en buena parte, por la manipulación informativa. En este contexto, es fundamental la tarea de las organizaciones y grupos que trabajan para mejorar la conciencia, la accesibilidad y la inclusión social de las personas con autismo. Campañas como «FakeAutismo» o «Llamémoslo por su nombre» evidencian una estrategia muy clara de mensajes, con el punto necesario de originalidad para hacerlas notorias y memorables. Aun así, estas y otras propuestas todavía tienen dificultades para visibilizarse en el conjunto de la sociedad. La intención de este humilde artículo no es más que contribuir a difundir su cometido.

 

Citación recomendada

COMPTE PUJOL, Marc. «“FakeAutismo”, una campaña contra las mentiras que condenan a casi medio millón de españoles». COMeIN [en línea], enero 2024, no. 139. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n139.2406

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