Número 150 (enero de 2025)

Cartografías visuales: habitar y transformar el territorio desde el cuidado

Inés Martins

Las cartografías visuales son herramientas que trascienden la representación espacial para convertirse en prácticas reflexivas y transformadoras. Vinculadas a perspectivas feministas, invitan a reinterpretar los territorios como espacios de cuidado, resistencia y colaboración. Este artículo explora cómo estas metodologías integran elementos visuales, colectivos y críticos, cuestionando narrativas dominantes y proponiendo nuevas formas de habitar. A partir de la filosofía de Martin Heidegger, se reflexiona sobre el habitar como un acto de cuidado, construyendo comunidades más justas e inclusivas.

¿Qué significa habitar un territorio? Esta pregunta, abordada por Martin Heidegger en su célebre ponencia Construir, habitar, pensar, nos lleva a reflexionar sobre la relación profunda entre el espacio, el cuidado y nuestra existencia. Para Heidegger, habitar no se reduce a ocupar un espacio físico; implica cuidar ese entorno, comprenderlo, transformarlo y dotarlo de sentido. Habitar es, en esencia, un acto de vinculación y preservación, una forma de construir un mundo que priorice el bienestar colectivo y las conexiones humanas. En este marco, las cartografías visuales surgen como herramientas poderosas para explorar y resignificar los territorios que habitamos, estableciendo un puente entre las experiencias individuales, las dinámicas sociales y las aspiraciones de cuidado y justicia social.

 

Lejos de ser simples representaciones estáticas, las cartografías visuales se convierten en herramientas dinámicas que interrogan, reinterpretan y transforman los espacios que describen. Basadas en enfoques como el urbanismo feminista (Valdivia, 2018), estas metodologías articulan narrativas personales y colectivas para cuestionar y replantear las relaciones de poder inscritas en los territorios. Al emplear recursos visuales como mapas, gráficos y dibujos, permiten identificar necesidades, analizar dinámicas complejas y proponer estrategias de mejora desde una perspectiva crítica y colaborativa.

 

Cartografías visuales y procesos colectivos y participativos

 

Uno de los aspectos más destacados de las cartografías visuales es su capacidad de promover procesos colectivos y participativos. En estos espacios colaborativos, los participantes no solo contribuyen a la creación de mapas, sino que también proyectan en ellos emociones, necesidades y deseos. Esta dinámica transforma las cartografías en vehículos de reflexión dialógica y en medios para imaginar alternativas al orden social existente. En lugar de limitarse a describir territorios, estas prácticas los resignifican al romper con los saberes hegemónicos que tienden a homogeneizar las narrativas del espacio. Al conectar las experiencias personales con los contextos sociales y políticos, las cartografías visuales integran perspectivas diversas que permiten cuestionar las estructuras de poder, visibilizar realidades marginadas y promover una comprensión más inclusiva del territorio (Barragán, 2016). De este modo, se convierten en herramientas críticas para el cambio social y la construcción colectiva del conocimiento.

 

Un ejemplo concreto de cómo las cartografías visuales conectan saberes particulares en procesos colectivos es el proyecto «Cartografía Digital, Cuidados y Movilidad Urbana», desarrollado en la Universitat Oberta de Catalunya. Este proyecto explora cómo las personas mayores de Barcelona, principalmente mujeres, experimentan la movilidad urbana en su vida cotidiana. Mediante un enfoque cualitativo y colaborativo, que incluye entrevistas, grupos focales y cartografías visuales codiseñadas, se analiza cómo las dinámicas de cuidado y sostenibilidad moldean sus interacciones con el espacio público. Los resultados destacan barreras estructurales y emocionales que dificultan su movilidad, llevando a este colectivo a renunciar a ciertas actividades y limitando sus experiencias diarias. Las participantes identifican aspectos del entorno urbano y las infraestructuras de transporte como poco inclusivos, mientras que señalan que entornos socio-materiales favorables pueden fomentar su autonomía y bienestar. Este enfoque interdisciplinario no solo expone desigualdades espaciales, sino que también contribuye a imaginar ciudades más inclusivas y sostenibles, donde el cuidado y las vivencias de las personas mayores ocupen un lugar central.

 

Una visión feminista

 

Desde una perspectiva crítica, las cartografías visuales no solo representan el espacio público, sino que lo reconceptualizan como una construcción social y simbólica. Las epistemologías feministas, en particular, aportan una visión valiosa para este análisis, al proponer que el conocimiento es situado y parcial, profundamente influenciado por los contextos específicos y las vivencias de quienes lo generan (Haraway, 1988). A través de esta lente, los márgenes, descritos por Hooks (1984) como espacios de exclusión y resistencia, se convierten en territorios simbólicos desde los cuales se pueden desafiar las narrativas dominantes y reimaginar el habitar.

 

El urbanismo feminista, además, ofrece una crítica contundente al modelo urbano capitalista contemporáneo, que prioriza funciones productivas como trabajar y circular, mientras relega el cuidado y la vida cotidiana a un segundo plano. Este enfoque introduce la noción de una «ciudad cuidadora», un concepto que propone reconfigurar los espacios urbanos para integrar las necesidades reales de sus habitantes y dar centralidad a las prácticas de cuidado y sostenibilidad (Falú, 2016; Valdivia, 2018). Las cartografías visuales, al geolocalizar y sistematizar las experiencias comunitarias, se alinean con esta visión, abriendo la puerta a estrategias urbanas más inclusivas y colaborativas.

 

Estas prácticas poseen una dimensión simbólica fundamental. Los espacios no son meros escenarios vacíos; están impregnados de significados que, en muchos casos, refuerzan desigualdades existentes. Sin embargo, también pueden ser reinterpretados como medios para cuestionar y transformar las dinámicas de poder. Al permitir que las comunidades expresen sus vivencias, emociones y aspiraciones a través de mapas, las cartografías visuales se convierten en herramientas poderosas para desafiar jerarquías sociales y espaciales, promoviendo una visión más equitativa e inclusiva del territorio.

 

Una herramienta transformadora

 

En definitiva, las cartografías visuales son mucho más que herramientas técnicas. Son prácticas profundamente políticas que, al integrar la reflexión colectiva, invitan a imaginar nuevas formas de construir y habitar el mundo. Desde su articulación con las contribuciones feministas y decoloniales, estas metodologías trascienden los límites del análisis convencional para convertirse en dispositivos de resistencia y transformación social.

 

Retomando a Heidegger, «Habitar es en su esencia cuidar» (Heidegger, 2015 [1951], págs. 44-47), una afirmación que resalta el vínculo intrínseco entre el habitar y el cuidado, especialmente hacia la tierra y el entorno que compartimos. Esta visión del habitar se alinea con la perspectiva crítica de las cartografías visuales, que no solo describen los territorios, sino que los reimaginan como espacios moldeados por los cuidados, las aspiraciones y las solidaridades de quienes los habitan. En este sentido, estas prácticas no se limitan a representar el mundo tal como es, sino que lo proyectan como podría ser: un lugar donde las relaciones humanas y el bienestar colectivo sean el eje central. Así, las cartografías visuales se convierten en una invitación a repensar nuestro modo de habitar, a transformarlo en un acto consciente de cuidado y transformación. Habitar, entonces, deja de ser simplemente ocupar un lugar para convertirse en la forma de construir un mundo más justo, inclusivo y humano.

 

NOTA:

 

El proyecto de investigación «Cartografía digital, cuidados y movilidad urbana» (2024-2026), financiado por la Universitat Oberta de Catalunya (RA423, está liderado por Inés Martins y Efraín Foglia, con la participación de Amalia Creus y Gemma San Cornelio.

 

Para saber más:

BARRAGÁN, Diego (2015). «Cartografía social pedagógica: entre teoría y metodología». Revista Colombiana de Educación, no. 70, págs. 247-285. DOI: https://doi.org/10.17227/01203916.70rce247.285

FALÚ, Ana. (2016). «La omisión de género en el pensamiento de las ciudades». En: J. Borja, F. Carrión Mena, i Corti, M. (eds.). Ciudades para cambiar la vida. Una respuesta a Hábitat III, págs. 159-169. Café de las Ciudades [en línia]. Disponible a: https://es.scribd.com/document/557641418

HARAWAY, Donna (1988). «Situated knowledges: the science question in feminism and the privilege of partial perspective». Feminist Studies, vol. 14, no. 3, págs. 575 [en línia]. Disponible a: https://philpapers.org/archive/HARSKT.p

HEIDEGGER, Martin (2015 [1951]). Construir, habitar, pensar (J. A. Escudero, trad.). la Oficina.

HOOKS, Bell (1984). Feminist Theory. From Margin to Center. Boston, Massachusetts: South End Press.

VALDIVIA, Blanca (2018). «Del urbanismo androcéntrico a la ciudad cuidadora». Hábitat y Sociedad, no. 11, págs. 65-84. DOI: https://doi.org/10.12795/habitatysociedad.2018.i11.05

 

Citación recomendada

MARTINS, Inés. «Cartografías visuales: habitar y transformar el territorio desde el cuidado». COMeIN [en línea], enero 2025, no. 150. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n150.2504

diseño;  género;  investigación;  ética de la comunicación;  gestión del conocimiento;