¿Qué nos cuentan nuestras ciudades sobre cómo entendemos la vida, la vejez y el cuidado? En este artículo proponemos una reflexión sobre la ciudad como un espacio político, ético y comunicativo, donde la experiencia del envejecimiento y la vulnerabilidad nos interpelan para repensar el urbanismo desde una lógica de cuidado, representación e inclusión.
«Las ciudades contienen su pasado como las líneas de una mano», escribió Italo Calvino. Y si miramos esas líneas en el presente, ¿qué relatos emergen sobre cómo las ciudades albergan o excluyen a quienes las habitan? Este texto es una invitación a pensar la ciudad desde la vida cotidiana de las personas mayores, un colectivo que a menudo queda en los márgenes del diseño urbano y de los relatos urbanos, invisibilizado por lógicas productivistas que priorizan el capital sobre la reproducción social (Martins, Creus y Foglia, 2025).
Envejecer en la ciudad implica enfrentarse a una serie de desigualdades estructurales: limitaciones de movilidad, pérdida de redes sociales, cambios en la interacción con el entorno o inseguridad en el espacio público. Ilustrando esta problemática, Elcea Bossi (1995, pág. 79), en una bella investigación sobre la experiencia de personas mayores en la ciudad brasileña de Sao Paulo, lo explica de la siguiente manera: «Cuando envejecemos aumenta el coeficiente de adversidades y dificultades a los que nos vemos sometidos en nuestro cotidiano: las escaleras son más difíciles de subir, las distancias más largas de recorrer, las calles más peligrosas de cruzar, los paquetes se hacen más pesados. El mundo se llena de amenazas que antes no estaban». La ciudad se vuelve más hostil, menos accesible, menos sensible a los ritmos y necesidades de los cuerpos frágiles.
Frente a esta realidad, proponemos pensar la ciudad desde el paradigma de los cuidados, entendiendo que cuidar no es solo una práctica íntima, sino también un proyecto colectivo, político y comunicacional. Como señala Marina Garcés (2019), los cuidados nos revelan como seres vulnerables, interdependientes y profundamente expuestos. Desde esta perspectiva, la noción de ciudad cuidadora –propuesta por Segovia y Nieves Rico (2017)– plantea la necesidad de poner la vida en el centro de las decisiones urbanas, diseñando entornos que respondan a las necesidades de todas las personas. Una ciudad cuidadora rompe con la estandarización de los cuerpos y los espacios, y permite a sus habitantes –en especial aquellos en situación de mayor fragilidad y exclusión– desarrollar sus ciclos vitales con dignidad, bienestar e igualdad, independientemente de su género, edad, condición económica, orientación sexual, religiosa u origen (Martins, Creus y Foglia, 2025).
¿Para quién están pensadas las ciudades?
Esta visión del cuidado como eje estructurante de la vida urbana nos lleva a reconocer que la ciudad no solo organiza funciones y flujos, sino que también comunica sentidos. Las ciudades no solo se habitan, sino que también se leen: sus formas, ritmos y narrativas construyen imaginarios sobre qué cuerpos importan, quiénes tienen derecho a estar y quiénes quedan fuera de campo. En este marco, el espacio urbano puede entenderse como un dispositivo comunicativo que, a través del diseño, la señalética, las campañas o la estética del entorno, produce mensajes sobre la pertenencia, el valor de la vida y la legitimidad del habitar.
Desde esta perspectiva, la comunicación –en su dimensión urbana, institucional y mediática– desempeña un papel central en la producción de imaginarios sobre la vejez. La ausencia de personas mayores en las campañas públicas, la escasa representación en la publicidad o el diseño de espacios que no contemplan sus cuerpos y ritmos son también formas de exclusión simbólica. Como advierte la CEPAL (2019), las barreras de acceso en la movilidad y el diseño urbano siguen afectando gravemente a los colectivos más vulnerables, favoreciendo el aislamiento social y la soledad no deseada.
Además, distintos estudios coinciden en señalar que nuestras urbes han ido perdiendo, en las últimas décadas, su carácter de espacios de encuentro e interacción social (Valdivia, 2018). Esta degradación de la vida urbana tiene raíces en políticas que han privilegiado las lógicas productivas sobre las reproductivas, construyendo ciudades pensadas para hombres adultos, trabajadores, blancos y heterosexuales. Las mujeres, los niños, los cuerpos racializados o las personas mayores han sido sistemáticamente ignoradas por estas configuraciones urbanas dominantes (Martins, Creus y Foglia, 2025).
Ciudades y personas mayores
Judith Butler (2008) ofrece una clave fundamental para esta reflexión al señalar que todos los cuerpos son vulnerables, pero no todos lo son de la misma forma. En nuestras sociedades, ciertos cuerpos –como los de las personas mayores– son percibidos como menos valiosos, menos productivos, menos dignos de cuidado o de duelo. La precariedad, dice Butler, no es solo una condición física, sino una categoría política que determina qué vidas importan y cuáles pueden ser desechadas sin escándalo. Esta idea nos interpela a construir ciudades que reconozcan esa vulnerabilidad como un rasgo compartido, y no como una desviación a ocultar.
Pensar desde los cuidados implica también transformar las formas de comunicación que sostienen nuestras ciudades. Prácticas como el mapeo participativo, los relatos urbanos, las tecnologías cívicas o las cartografías tecnopolíticas (Calvo y Candón-Mena, 2023) permiten oír las voces silenciadas y resignificar el espacio urbano desde abajo, con los saberes de quienes lo habitan y lo recorren cotidianamente. En este sentido, la comunicación no es solo un medio, sino una herramienta crítica para democratizar el diseño y la vida urbana.
Charles Montgomery (2013) lleva esta idea más allá al imaginar la ciudad como un proyecto de felicidad colectiva. Su propuesta reclama un urbanismo centrado en el bienestar emocional y en los vínculos humanos. Frente a la lógica del crecimiento económico, plantea medir el desarrollo urbano en términos de calidad de vida, conexión social y sostenibilidad afectiva. La comunicación tiene aquí un rol clave, pues es a través de las historias, las imágenes y los símbolos que decidimos qué ciudad queremos, qué cuerpos cuidamos y qué formas de vida valoramos.
Las ciudades, por tanto, no solo son infraestructura; son también relato, política y lenguaje. La forma en que están construidas –y contadas– revela a quién consideran digno de habitar, de moverse, de ser visto y de ser escuchado. En definitiva, una ciudad cuidadora no se diseña solo con urbanismo sensible, sino también con una comunicación que visibilice, escuche y represente a todas las personas que la habitan.
Para saber más:
BUTLER, Judith (2018). Vulnerabilidad, supervivencia. CCCB
BOSSI, Ecléa (1995). Memória e Sociedade. Lembranças de velhos. São Paulo: Companhia das Letras.
CALVO, Dafne; CANDÓN-MENA, Jose (2023). «Cartografías tecnopolíticas: Propuesta para el mapeo colaborativo desde la investigación-acción participativa». Cuadernos.info, n.º 54, págs. 23-44. DOI: http://dx.doi.org/10.7764/cdi.53.51847
COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CEPAL) (2019). Inclusión y movilidad urbana con un enfoque de derechos humanos. Naciones Unidas, CEPAL, [en línea]. Disponible en: https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/f668d5e7-f15b-40dd-8a3e-26e73e6a18b0/content
GARCÉS, Marina (2019). «Comprensión y reparación. Por una filosofía del cuidado y el daño». Folia Humanistica, n.º 12. DOI: https://doi.org/10.30860/0052
MARTINS, Inés; CREUS, Amalia; Foglia, Efraín (2025). «Cuidados y movilidad sostenible: un análisis de la movilidad de las personas mayores en el espacio público de Barcelona». Ciudades en transformación: creatividad, protesta y patrimonio en el siglo XXI, págs. 405-419. McGraw-Hill [en línea]. Disponible en: https://hdl.handle.net/10609/152130
MONTGOMERY, Charles (2013). Happy City: Transforming Our Lives Through Urban Design. Farrar, Straus and Giroux.
SEGOVIA, Olga; RICO, María Nieves (2017). «¿Cómo vivimos la ciudad? Hacia un nuevo paradigma urbano para la igualdad de género». En: M. N. Rico & O. Segovia (eds.). ¿Quién cuida en la ciudad? Aportes para políticas urbanas de igualdad, págs. 41-69. Naciones Unidas, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
VALDIVIA, Blanca (2018). «Del urbanismo androcéntrico a la ciudad cuidadora». Hábitat y Sociedad, n.º 11, págs. 65-84. DOI: https://doi.org/10.12795/habitatysociedad.2018.i11.05
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Citación recomendada
MARTINS, Inés; CREUS, Amalia. «Las ciudades también hablan: pensar la vejez desde el cuidado y la comunicación». COMeIN [en línea], octubre 2025, no. 158. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n158.2565

Profesora de Comunicación en la UOC