Con la noticia no consumada de la adquisición de Twitter, el nuevo protagonismo de Elon Musk en el mundo de las empresas tecnológicas de Silicon Valley nos desvela que ya estamos de pleno en una segunda fase del capitalismo del big data: se abandona el feudalismo tecnológico de carácter utopista para entrar en una plutocracia extractivista en la que el sector tecnológico es solo un mercado más en el sueño imperial de poseer un nuevo mundo que hay detrás de los pasos de Elon Musk o Jeff Bezos.
Encuentras unos periódicos viejos deshaciendo cajas y es imposible no fijarse en aquellas fotos retro de los anuncios. Los móviles y los ordenadores portátiles, tecnología punta muy asociada a la modernidad, envejecen mal. Lo vemos en unos anuncios de 1996 que introducen la oficina móvil. Era una equipación sofisticada y cara que se lanzaba al mercado en un momento en el que los móviles eran minoritarios. En España, la penetración era inferior al 10 %, es decir, había menos de 10 líneas de móvil por cada 100 habitantes.
A Joaquín Maestre Morata, el merecido epíteto de «padre de las relaciones públicas» en Cataluña y en España le ha acompañado durante más de seis décadas. La noticia de su muerte, pues, provoca cierta sensación de orfandad en quienes hemos puesto esta disciplina de la comunicación persuasiva en el centro de nuestra actividad profesional, docente e investigadora. En definitiva, en quienes amamos las relaciones públicas y, siguiendo la estela del maestro Maestre, trabajamos desde este rincón del mundo para impulsar su conocimiento y su reconocimiento.
Buena parte de la opinión pública global se opone a las armas. Se opone a su venta legal o ilegal; a su uso militar por parte de los Estados que quieren imponer sus ideas mediante la fuerza; a su (ab)uso por parte de las fuerzas policiales; y, sobre todo, a la tenencia privada de armas. Algo que nos puede parecer muy lejano a nuestras latitudes, pero que en lugares como los Estados Unidos de América forma parte de su identidad nacional y parece un quiste difícil de extirpar.
Ahora que viene el buen tiempo y algunas empezamos nuestro particular período de estivación, propongo realizar un recorrido sobre algunos cambios que se han producido en los discursos, las representaciones y los imaginarios culturales del turismo en el cambio de siglo en un contexto de crisis económica y climática, con la industria turística en el centro de los debates sobre el modelo español construido en el desarrollismo y consolidado durante la transición.
Por primera vez en la historia de la humanidad podemos ver cómo funciona el cerebro humano, y observar a tiempo real su actividad. Todo esto gracias a tecnologías de neuroimagen no invasivas, como los escáneres fMRI, que nos permiten detectar las áreas activas del cerebro de manera visual. Cuando atribuimos funciones específicas a cada una de estas regiones y observamos cuáles se activan (por ejemplo, el hipocampo, el córtex prefrontal, la amígdala…), establecemos una relación de causalidad de las unas con las otras.
Eurovisión es un evento televisivo que, guste más o guste menos, resulta fascinante precisamente por ser contradictorio y multifacético: a la vez profundamente representativo de los tiempos que vivimos y en muchos aspectos una reliquia del pasado. En este artículo hago un apunte sobre el Festival de Eurovisión 2022 desde un punto de vista algo distinto a la inundación mediática que le suele rodear, porque el evento lo permite como pocos. Lo haré desde la perspectiva de los datos y las apuestas, que forman una parte poco visible pero fundamental de los eventos globales competitivos.
Las cookies tienen fecha de caducidad. Google ha dicho que prescindirá de las cookies de terceros a partir de mediados de 2023 (Goel, 2021). El entramado que ha sostenido gran parte del negocio de la publicidad en internet se desmorona. Algo ha tenido que ver la crisis de reputación de las cookies, pero también la presión de los principales competidores de Google y las posibilidades de la inteligencia artificial.