La representación en imágenes de las personas mayores en los medios de comunicación tradicionales y digitales no es precisamente inofensiva. Refleja las prácticas sociales, así como los prejuicios que podríamos tener sobre el proceso de envejecimiento y cómo es ser viejo (o vieja). Estas representaciones visuales permiten reflexionar sobre los significados de estas prácticas sociales y su impacto en las interacciones cotidianas que involucran a las personas mayores.
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La gente mayor ha sido siempre un colectivo infrarrepresentado en la publicidad y cuando ha aparecido lo ha hecho de manera estereotipada y peyorativa. Es una realidad difícil de justificar, más teniendo en cuenta el creciente peso demográfico y económico de este grupo de edad. Sin embargo, poco a poco, van apareciendo iniciativas para hacer frente a este edadismo crónico. Ejemplos que merece la pena compartir y poner en valor para que ayuden a concienciar sobre la necesidad de un cambio de rumbo que ha de empezar por los propios profesionales de la comunicación que diseñan las campañas.
Analizamos, desde la óptica de la organización y producción de eventos, las galas de fundraising, tomando como ejemplo la reciente People in Red, que tuvo lugar en Barcelona. Se trata de un tipo de evento que tiene como finalidad recaudar fondos, por lo que requiere de una cuidadosa planificación y logística.
Desde hace un tiempo, el discurso de la «servidumbre tecnológica voluntaria» ha ganado fuerza en entornos académicos y no académicos. En particular, en relación con las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Sin embargo, ¿podemos hablar de siervos y siervas tecnológicos? ¿Podemos decir que esta llamada servidumbre es voluntaria?
Sí. Aunque a algunos todavía nos cuesta creerlo, los psicólogos llevan años hablando de los trastornos de dependencia de internet, las pantallas o las redes sociales. Por ejemplo, en Barcelona, desde 2017, el Plan de Acción sobre Drogas de Barcelona contempla las socioadicciones, entre las que se encuentra la dependencia de internet. Lo cual ya da buena cuenta de que el problema no es incipiente.
Podemos crear con objetivos muy diversos. Podemos hacerlo para expresarnos, nos podemos quedar en la superficie, resolver una problemática sencilla, incluso frívola, podemos solucionar problemas más complejos, que afecten además personas, o a aquellas que están en riesgo de exclusión, por ejemplo. Podemos crear con la intención de salvar vidas o incluso de salvar el planeta. Incluso podemos crear (para el) más allá.
Una de las muchas cuestiones que enmarcan la experiencia de las personas migrantes en Europa es la multiplicidad de marcos legales y regulatorios dirigidos a controlar y administrar su entrada y permanencia en territorio europeo. La gran cantidad de instrumentos legislativos generados con ese objetivo han colaborado en la producción y reproducción de dinámicas que hacen de la legalidad (así como de sus límites y márgenes) una problemática central de toda la cuestión migratoria.
La globalización del capital, los avances tecnológicos y la migración son algunos de los factores que impulsan transformaciones culturales que reverberan en diversos ámbitos (económicos, políticos y geográficos). En este escenario, los países utilizan como estrategia de marketing la construcción del posicionamiento de las marcas lugar para promover la visibilidad y la competitividad de sus territorios, desde ciudades hasta países. Estas estrategias abarcan la producción de bienes, el turismo, la cultura y otros aspectos que influyen en los valores asociados a cada país en el contexto de competitividad global.
El rol disruptivo y transformativo de la inteligencia artificial (IA) es uno de los temas de actualidad por excelencia, como queda claro a través de los numerosos e interesantísimos artículos sobre el tema aparecidos en COMeIN. Los imaginarios de la inteligencia artificial nos acompañan desde hace mucho tiempo en la literatura, el cine, la televisión, el cómic o los videojuegos, pero cuando entran en nuestra vida cotidiana… la cosa cambia. En este artículo, me acerco a la cotidianeidad de la IA en un campo que me apasiona, la música.
Este es el mejor título de un libro de diseño de la historia. Lo publicó en 1981 el diseñador Bob Gill (Nueva York, 1931-2021) y para muchos sigue siendo una publicación única y que va a contracorriente de las publicaciones habituales de diseño, aún en la actualidad. Fallecido a los 90 años, Gill fue diseñador gráfico, redactor, director artístico, profesor de diseño, ilustrador, cineasta y tocaba jazz al piano muy mal, según su biografía. Vivió entre Londres y Nueva York y fundó junto con Alan Fletcher y Colin Forbes el estudio de diseño Fletcher/Forbes/Gill, estudio precursor de Pentagram, uno de los estudios más importantes de diseño de la actualidad que reúne a una comunidad de diseñadores con perfiles diversos del más alto nivel internacional.