El pasado 24 de abril Elsevier, la mayor editorial de libros de medicina y literatura científica del mundo, anunció el lanzamiento de la plataforma Elsevier Publishing Campus, definida como una free online training platform for researchers. La plataforma incluye un gran número de recursos diseñados para dar apoyo formativo y de asesoramiento a la comunidad científica.
Hace un par de años escribía en esta misma revista De creatividad y otros males actuales, un artículo a propósito de la lectura del libro El aprendizaje de la creatividad (2013), donde José Antonio y Eva Marina hablaban de una posible “burbuja” de la creatividad. De un modo similarmente revelador, hace unas semanas llegó a mis manos La estetización del mundo, de Gilles Lipovetsky y Jan Serroy (2015). Los autores sugieren que vivimos en la época del capitalismo artístico, donde el arte -más concretamente su dimensión estética- impregna la economía, los mercados... en definitiva, forma parte intrínseca del capitalismo, ampliamente acusado de afearlo y destruirlo todo durante tantos años.
Después del bombardeo que hemos sufrido con noticias y estudios de mercados focalizados en los Millenials, los anunciantes empiezan a estar interesados en un nuevo consumidor: la Generación Z. Estos jóvenes -algunos apenas llegan a la mayoría de edad- han crecido con Facebook y YouTube, y ya han sido etiquetados como adictos a las pantallas. Son la primera generación realmente digital.
Mayo es el mes en que celebramos el día internacional de la libertad de prensa. Este año la conmemoración (que es el día 3) era un domingo, pero alrededor de esta fecha no han faltado acontecimientos que nos lo recordaran. Hemos tenido debates, simposios, campañas y publicaciones desde donde se ha hablado largo y tendido sobre el tema.
El próximo 28 de mayo tendrá lugar en la sede institucional de la UOC (Av. Tibidabo, 39-43 de Barcelona) el acto de clausura del 15º aniversario de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de nuestra universidad. Esta fiesta final cerrará un curso académico durante el cual se han realizado diversos actos conmemorativos y un concurso de fotografía y vídeo.
En las últimas semanas la transparencia y la corrupción parecen estar en el centro de las campañas electorales e incluso ser moneda de cambio para pactar investiduras. Parece que el número de corruptos sea el único indicador de la calidad democrática de un partido y de un gobierno, y por ende, de la salud de un país. Aun así, la transparencia se entiende si incluimos otros aspectos que facilitan el buen gobierno, el acceso a la información pública y el gobierno abierto. Por lo tanto, otros indicadores informan de la calidad democrática de los gobiernos. ¿Cuáles son? ¿Cómo se evalúa la transparencia y la salud de la democracia?
El Observatorio Audiovisual Europeo propuso en 2009 una clasificación de los servicios audiovisuales a petición o bajo demanda, en función de diferentes criterios. Hasta ahora os he hablado, a través de las entrevistas y artículos que he ido publicando en COMeIN, de uno de ellos, prestando especial atención a los proyectos de VoD de cine y al modo en que el consumo bajo demanda de producto cinematográfico ha afectado a los actores tradicionales de esta industria.
El pasado 27 de abril tuvo lugar en MediaLab Prado Madrid la conferencia “Lo que pasa y lo que queda” a cargo de Iñaki Gabilondo. Este acto se produjo en el marco del 15º aniversario de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC (#UOC15infocom). El ponente apuntó interesantes reflexiones sobre el futuro de la información y la comunicación en un mundo en radical transformación.
Hace unas semanas vi la película Citizenfour, llamada así por el nombre de usuario que empleó Edward Snowden en sus comunicaciones con la directora Laura Poitras. Me sería imposible hacer una valoración crítica desde el punto de vista cinematográfico, aunque diría tres cosas. En primer lugar, aún no sé si es una película o un documental. En segundo lugar, tiene tanto ritmo que se hace muy corta, y, en tercer lugar, el hecho de que los actores sean los propios protagonistas de la historia la hace real al 100%.
Es un hecho probado que las instituciones académicas, los institutos de investigación y las diferentes agencias de calidad científica confían y se entregan cada vez más a las métricas y a los diferentes índices de impacto para valorar los resultados científicos de sus investigadores y de la calidad de sus revistas.