Ahora que se acerca la próxima cumbre del clima de la ONU, el foco mediático se vuelve a poner en las cuestiones medioambientales y en las responsabilidades de los Gobiernos y las corporaciones. Un tema que hay que revisar de manera frecuente es el llamado greenwashing, es decir, las estrategias empleadas por las empresas para simular o hacer ver que hacen políticas y acciones para ser respetuosos con el medio ambiente y reducir su impacto.
A veces los aprendizajes o sus cuestionamientos pueden llegar desde los lugares más insospechados. Eso es lo que me ha tocado experimentar en la pasada campaña electoral de las municipales de 2023 mediante mi participación en las listas de una candidatura. El valor del trabajo en equipo, el compromiso mutuo y el concepto de la inteligencia colectiva son algunas de las cuestiones que he revisado durante las semanas previas a nuestra reciente cita con las urnas.
Hace casi 100 años, el economista John Maynard Keynes afirmaba que el sistema capitalista no tendería al pleno empleo, ni al equilibrio de los factores productivos, sino hacia un equilibrio que solo de manera accidental coincidiría con el pleno empleo. Según sus predicciones, la sociedad actual ya habría avanzado tanto que los países más desarrollados se podrían permitir el lujo de realizar jornadas laborales de 15 horas semanales. La realidad actual, sin embargo, es muy diferente.
Todo producto se enmarca en un mercado y es, por definición, la solución (o la mejora de una solución) a una necesidad, potencial o palpable, de una audiencia. Dichos productos, por tanto, tienen que diferenciarse de la competencia a través de promesas, verbalizadas normalmente en el espectro comercial. Por ello, si todos los productos solucionan un problema concreto, ¿qué ocurre cuando la promesa que se hace es ayudarte a solucionar problemas de todo tipo? ¿Y si lo que ofrece toda una gama de productos es, simplemente, obtener más y mejores soluciones?
La representación en imágenes de las personas mayores en los medios de comunicación tradicionales y digitales no es precisamente inofensiva. Refleja las prácticas sociales, así como los prejuicios que podríamos tener sobre el proceso de envejecimiento y cómo es ser viejo (o vieja). Estas representaciones visuales permiten reflexionar sobre los significados de estas prácticas sociales y su impacto en las interacciones cotidianas que involucran a las personas mayores.
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La gente mayor ha sido siempre un colectivo infrarrepresentado en la publicidad y cuando ha aparecido lo ha hecho de manera estereotipada y peyorativa. Es una realidad difícil de justificar, más teniendo en cuenta el creciente peso demográfico y económico de este grupo de edad. Sin embargo, poco a poco, van apareciendo iniciativas para hacer frente a este edadismo crónico. Ejemplos que merece la pena compartir y poner en valor para que ayuden a concienciar sobre la necesidad de un cambio de rumbo que ha de empezar por los propios profesionales de la comunicación que diseñan las campañas.
Analizamos, desde la óptica de la organización y producción de eventos, las galas de fundraising, tomando como ejemplo la reciente People in Red, que tuvo lugar en Barcelona. Se trata de un tipo de evento que tiene como finalidad recaudar fondos, por lo que requiere de una cuidadosa planificación y logística.
Desde hace un tiempo, el discurso de la «servidumbre tecnológica voluntaria» ha ganado fuerza en entornos académicos y no académicos. En particular, en relación con las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Sin embargo, ¿podemos hablar de siervos y siervas tecnológicos? ¿Podemos decir que esta llamada servidumbre es voluntaria?
Sí. Aunque a algunos todavía nos cuesta creerlo, los psicólogos llevan años hablando de los trastornos de dependencia de internet, las pantallas o las redes sociales. Por ejemplo, en Barcelona, desde 2017, el Plan de Acción sobre Drogas de Barcelona contempla las socioadicciones, entre las que se encuentra la dependencia de internet. Lo cual ya da buena cuenta de que el problema no es incipiente.
Podemos crear con objetivos muy diversos. Podemos hacerlo para expresarnos, nos podemos quedar en la superficie, resolver una problemática sencilla, incluso frívola, podemos solucionar problemas más complejos, que afecten además personas, o a aquellas que están en riesgo de exclusión, por ejemplo. Podemos crear con la intención de salvar vidas o incluso de salvar el planeta. Incluso podemos crear (para el) más allá.