Llegamos al final de año y proliferan las listas con el resumen de lo más destacado en todos los aspectos de nuestra vida. Listas de todo tipo, en todos los ámbitos. Tenemos realmente una relación curiosa con las listas, objeto de polémicas inacabables sobre qué queda dentro, qué fuera y por qué ese orden y no otro. ¿Por qué son tan populares las listas? En mi caso, mi relación con las listas es complicada, y a ellas dedico este artículo.
A mediados de 2023, la presidenta del Fondo Nacional de Innovación italiano y experta en políticas digitales, Francesca Bria, abogaba por una herramienta como Twitter, pero de base pública, abierta y plural. Ya entonces, los recientes cambios en la propiedad de esta plataforma, ahora denominada X, preocupaban y estaban comprometiendo los valores democráticos, la soberanía digital y el interés público según Bria en una entrevista en Frankfurter Allgemeine Zeitung.
En el libro titulado The Acceleration of Life in Digital Capitalism, la socióloga Judy Wajcman reflexiona sobre cómo la cultura digital ha transformado nuestra experiencia del tiempo. Nos brinda una estimulante discusión sobre la relación entre la aceleración de la vida, la presión del tiempo y el constante proceso de desarrollo tecnológico que caracteriza las actuales sociedades capitalistas digitales.
Con el comienzo del milenio, hablar de «nativos digitales» se volvió algo muy común para muchos. Con este concepto, Marc Prensky (escritor y orador estadounidense experto en educación) hacía referencia a una nueva generación de estudiantes que comenzaban a llegar a las universidades y que no se adaptaban bien al sistema educativo. El diccionario de Oxford retoma la idea de Prensky y define a los nativos digitales como quienes han crecido en la era de las tecnologías digitales.
Los últimos meses prácticamente solo hablamos de inteligencia artificial (IA), que si «la IA ha venido para quedarse», que si «la IA ya no es el futuro, sino que es el presente», etc. Entre que escribo este texto y se publica, ya habrán cambiado muchas cosas y todo ello habrá evolucionado hacia caminos todavía desconocidos. Aun así, me aventuro a escribir y que pase lo que tenga que pasar. ¡Manos a la obra! ¿Qué uso estamos haciendo de la IA en profesiones como el diseño, el mundo audiovisual, el periodismo o la comunicación?
El mes de enero implica la vuelta a la rutina, después de unos días de fiesta, grandes comidas y descanso. Dejamos atrás la Navidad, que representa ya, hoy en día, un momento emotivo que va mucho más allá de celebraciones religiosas. Es un periodo en el que la sociedad se sumerge en un espíritu festivo y de generosidad. Para las marcas, este momento representa una buena oportunidad para conectar con su público de una manera más emocional y crear así un vínculo duradero.
En los últimos días del pasado noviembre, tuve el privilegio de participar en el evento Music Futures, organizado por el Área de Nuevas Identidades Musicales y Audiovisuales (ANIMA) con la coordinación de la experta profesional y académica Isabel Villanueva, en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC). Durante este encuentro, contamos con la destacada presencia de Gigi Johnson, experta analista de la transformación digital en el mundo de la música, quien dirigió el Center for Music Innovation de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y ejerció la docencia en la Herb Alpert School of Music de la misma universidad.
El pasado 20 de noviembre tuvo lugar el primer seminario organizado por el equipo del proyecto de investigación eHealthLit4Teen, titulado «Desinformació, salut mental i xarxes socials: estratègies per acompanyar els i les adolescents». Asistieron docentes y otros profesionales del ámbito educativo que trabajan con adolescentes. La sesión estuvo moderada por el profesor Ferran Lalueza y consistió en dos partes: en la primera, la investigadora principal del proyecto, Eulàlia Hernández, presentó los primeros resultados; en la segunda, las periodistas Nuria de José y Sílvia Loewe ofrecieron, respectivamente, una charla y un taller sobre desinformación.
El pasado verano leí Dune (Herbert, 1965) a cuarenta y dos grados a la sombra. Durante la lectura deseaba cambiar la camiseta y los pantalones cortos por uno de los artefactos de supervivencia de la novela: los destiltrajes de los frémen, perfectamente adaptados al clima desértico del planeta Dune. Vivir un verano postsequía como el que hemos tenido en nuestro planeta nos debería hacer reflexionar sobre las condiciones climáticas, tal como Frank Herbert lo hace en su novela. A continuación, comparto mi reflexión, explorando un objeto creado por el autor como ejemplo de diseño-ficción, y comparándolo con otros prototipos que exploran la crisis climática más allá del mundo literario del autor.
Le Corbusier publicó en 1924 La ciudad del futuro, una obra fundamental del planeamiento urbano y rural moderno. El libro subraya el crecimiento incontrolado de las ciudades y propone los principios básicos de lo que considera la ciudad del futuro. En 1965 Jean-Luc Godard presenta la película de ciencia ficción Alphaville, un ícono del movimiento nouvelle vague en la que el director francés nos presenta una ciudad futurista bajo la trama de un agente secreto enviado a Alphaville para asesinar al fundador de la ciudad, el científico conocido como profesor Von Braun.